Martes 09 de Septiembre de 2025 |
¡Ay, vecinas y vecinos!
Tal parece que en la BUAP ya empezó esa telenovela en la que las elecciones parecen más bien pleito de kermés. Y es que, como en toda buena trama, no faltó el capítulo del cierre de campaña con empujones, gritos, pancartas de “no a la reelección” y hasta objetos volando hacia la rectora Lilia Cedillo.
Todo muy democrático, pero con estilo de porra futbolera.
Ahora, la pregunta que todos se hacen —y que algunos dicen en voz baja, mientras otros lo gritan con descaro— a quién le sirve desestabilizar la elección.
¿Quién pretende reventar la elección de la rectoría en la BUAP?
Porque vamos, vecinas y vecinos, no parece un berrinche espontáneo de unos cuantos estudiantes indignados. Esto más bien huele a jugada ensayada, con libreto y apuntador.
¿Será cierto, como cuchichean en los pasillos, que la mano que mece la cuna es la del mismísimo tío Poncho? Sí, Alfonso Esparza, el exrector que salió por la puerta de atrás, exiliado durante el barbosismo, pero que al parecer todavía quiere jugar a titiritero, quizá usando al ya bautizado “candidato de los desmayos”, Rodolfo Zepeda Memije.
Porque si algo nos enseñó la política universitaria, es que en la BUAP nadie se jubila del todo, solo cambian de palco para seguir aplaudiendo o abucheando. Claro, los quejosos juran y perjuran que no tienen nada que ver con Esparza. Que ellos solitos, de puro amor a la democracia, decidieron plantarse frente al Carolino y gritarle a Lilia Cedillo que “no a la imposición”.
En fin, lo único seguro es que el 10 de septiembre habrá urnas, boletas y mucha vigilancia para que la elección no se convierta en circo romano. Y mientras tanto, Lilia Cedillo podrá presumir que, a diferencia de sus antecesores, ella sí tuvo un cierre de campaña con espectáculo incluido: confeti, lluvia de huevos y hasta con arrancones. La BUAP está por elegir rector o rectora, pero la verdadera pregunta no es quién gana, sino quién sigue moviendo los hilos tras bambalinas.
Porque tal parece que, en esta universidad, los fantasmas de los exrectores siempre terminan votando. * Vecinas, vecinos, nos leemos mañana.
Acuérdense que el que se enoja pierde.
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