POLVO AL SOL

Israel Torres Hernández  Hasta las últimas consecuencias (I) Cuento  -Órale, “Arabito”, aquí tienes esto pa’ que trabajes conmigo- te dijo el comandante de la Barrera. -¿Una pistola? -contestaste incrédulo por la amabilidad. -Sí, para librarte de todo mal. ¡Hay cada infeliz suelto por las calles! En este negocio la suerte no siempre ayuda. ¿A poco has visto un judío sin pistola?- se carcajeaba quien te solaparía crímenes y violaciones; todo, en aras de la patria. Así iniciaste tu oscura historia, tu ascenso a la impunidad, Miguel Nazar Haro. Para liquidar lidercillos y revoltosos, decías, no era necesario saber leer ni escribir. Bastaba con tenerlos bien puestos, apuntar con el revólver y sentirte influyente. Por eso, el comandante no dudó en mandarte para asesinar aquellos dirigentes del aserradero de Chihuahua. Soy el licenciado Palmer, vengo de la Secretaría de Medio Ambiente a atender sus demandas. Ese fue el pretexto para llevarlos al ministerio público y torturarlos. Con el gobierno no se juega, pendejos. Qué pensaban. Qué nos íbamos a quedar cruzados de brazos mientras hacían sus chingaderas. A ver, quiénes son tus cómplices. Nadie como tú para hallar culpables, incluso debajo de las piedras. ¡Decía mi madre que sólo el agua quita la mugre! Para justificarlo les vaciabas tehuacán en la nariz y los oídos, o los ahogabas en tambos con excremento y orines. Gracias a ese servicio patriótico no habría resentimientos. “Por su gran valentía frente al delincuencia, se premia al sargento Nazar Haro”. Ese día, con vestido de gala, recibiste dos mil pesos, un diploma, una medalla y las felicitaciones del regente de la ciudad, Carlos Hank González. Al término de la ceremonia, de la Barrera intercedió por ti ante el “Negro” Durazo, jefe de la policía. “Mi general, éste es de quien le hable, es entrón, discreto y está dispuesto a obedecer”. Un mes después y ratificada la desaparición de algunos guerrilleros, una operación limpia a juicio de los superiores, ya ocupabas una oficina en la Dirección Federal de Seguridad, la “mano izquierda” del priismo. Ahora sí, pensabas, podrías ganar dinero sin tanto peligro, ni arriesgar que te reconocieran los familiares de los difuntos. Te conformabas con unos cuantos decomisos de marihuana, la captura de Lucio Cabañas y la desintegración de la Liga Comunista 23 de Septiembre. ¡Qué va! Entre 1965 y 1979, al mando de la Brigada 57, tuviste el privilegio de la impunidad.
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