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La vecindad Podcast

Memorias del Crimen

Miguel Campos Ramos La mala educación no es sólo culpa del SNTE En mi más reciente libro, Es la lectura, idiotas (Ed. Ortus), dedico un capítulo al “dios del salón de clases”, es decir, al libro. En él hago un repaso del daño que la televisión ha hecho a la educación. Cito por ejemplo los programas El chavo y Cero en conducta, el primero ya un clásico, y el segundo, más reciente. El problema es que en ambos programas se hace burla, y a veces hasta escarnio, del maestro. En el caso de El chavo son de sobra conocidas las penalidades que pasa el profesor Jirafales tratando de enseñarles algo a los niños, y la actitud casi estoica para soportarles sus burlas vía apodos (como lo de “profesor Longaniza”). Y en el caso de Cero en conducta, se desprecia a la maestra fea, y en cambio se apapacha a atractiva. Ambos programas no han servido precisamente de modelos para los niños. Pero también están las telenovelas, de las que el secretario con permiso Alonso Lujambio dijo que han contribuido a la educación (sólo que no especificó que para mal). Complementariamente, están los gobiernos. Concretamente, cuando gobernadores o presidentes de la república nombran secretarios de educación pública. En el caso de los gobiernos federales, lejos quedaron los Agustín Yáñez o Jaime Torres Bodet. Vamos de mal en peor. Baste recordar que Ernesto Zedillo fue secretario, igual que Josefina Vázquez Mota, y el susodicho Lujambio, que demostraron conocer poco del tema. Y en el caso de los estados la cosa está peor. Recuerdo una entrevista televisiva que le hicieron a Ricardo Monreal, siendo gobernador de Zacatecas, y le preguntaron por qué no, como sugería la Secretaría de Hacienda, cobraban impuestos estatales para incrementar los ingresos. “Verá usted”, repuso Monreal, elegantemente vestido, la pierna cruzada, orondo, “no es que no querramos (sic) cobrar impuestos…” Al escuchar su “querramos” me pregunté con qué calidad moral, o, mejor decir, educativa, había nombrado a su titular de educación. Y es que la flexión “querramos” del verbo “querer” no existe, pues la forma que debió emplear es “queramos”, del modo Subjuntivo. Seamos honestos y repartamos culpas: una tercera parte la televisión, que en muchos de sus programas se ha esmerado en destruir lo que se construye en el aula; otra, los gobiernos, pues quienes los presiden no han dado muestras precisamente de ser personas educadas (y no me refiero a los títulos, ni siquiera a los doctorados, de los que, como dijo el activista Javier Sicilia, “lo doctor no quita lo pend…”); y por último, el SNTE, no los maestros, el SNTE como sindicato, tanto el comité ejecutivo nacional como los seccionales, cuyos dirigentes han estado más interesados en medrar con la política que en impulsar la calidad educativa. Además, recordemos que un alto porcentaje de escuelas y universidades son privadas y han recibido autorización de las autoridades educativas, o sea del gobierno, y poco o nada tienen que ver con el SNTE. Por eso, en sentido estricto, los principales culpables de la debacle educativa son los gobernantes, quienes dirigen el rumbo del país (se supone). miguel@edicionesmagno.com www.edicionesmagno.com blog: elpanoptico.bligoo.com.mx twitter: iguelcamposram