La inquisición tuvo sesiones en 1812 y llegó a México en 1813, sin embargo quedó abolida hasta 1820, un año antes de la consumación del movimiento de Independencia Luis Dinorín El primer tribunal del Santo Oficio o Inquisidor que se estableció en América Latina tuvo su morada en Santo Domingo, Republica Dominicana que en aquel tiempo se llamaba La Española, pues ahí vivía el cardenal Adrián de Ultrch, regente del reino e Inquisidor General de España, cuyo nombramiento se extendería a todas las tierras conquistadas, incluidas la Nueva España. En 1535 el inquisidor general de España y arzobispo de Toledo, Alfonso Manrique, expidió el título de Inquisidor Apostólico al primer obispo de México, Juan de Zumárraga, dice la historia oficial mexicana. Aunque este no creyó prudente establecer aún la Inquisición en México, cometió el tremendo error de formar proceso a un indio, señor principal de Texcoco, bautizado ya con el nombre de Carlos y nieto de Netzahualcóyotl, a quien acusó de seguir sacrificando víctimas a sus dioses. El inquisidor apostólico lo mandó a quemar vivo en la plaza pública el 30 de noviembre de 1539 para convertirlo en la primera víctima del Santo Oficio en la Nueva España. La historia también culpará a Fray Tomás de Torquemada tachándolo como uno de los más crueles inquisidores de la Nueva España y a quien se le adjuntas las reglas que siguió el Santo Oficio en nuestro país. El historiador Luis González Obregón calcula que se pronunciaron 51 sentencias de muerte en los 242 años que funcionó en el territorio este organismo, pero esta puede ser considerada una conjetura. Las penas del Santo Oficio Entre las penas impuestas por el Santo Oficio estaban la vela y la mordaza o la abjuración de Levi y el destierro. Lo que sí era riguroso cumplir eran entre los 100 y 200 azotes. Entre los delitos castigados no sólo estaban renegar de Dios o de los Santos, sino también el amansamiento o la fornicación y la sodomía. Las celdas de castigo medían, por lo general, 16 pasos de largo y 10 de ancho, contaban con dos puertas de un grosor bastante importante, un agujero con rejas dobles donde entraba escasamente la luz y una tarima de azulejos que hacía las veces de cama. La inquisición tuvo sesiones en 1812 y llegó a México en 1813, sin embargo cuenta esta versión de la historia, quedó abolida hasta 1820, un año antes de la consumación del movimiento de Independencia. Lo que la mayoría de los mexicanos creemos es que el Santo Oficio mandó a la hoguera a muchas víctimas injustamente o por exageración, pero recientemente, en julio de 2012, el Instituto Nacional de Historia y Antropología (INAH) publicó un documento donde desmitifica estas versiones y aclara que durante los tres siglos que duró la Inquisición sólo fueron 43 los enviados al patíbulo. A partir de una exhaustiva investigación sobre el papel que tuvo el Tribunal del Santo Oficio en la Nueva España, expresa el documento del instituto, la historiadora Consuelo Maquívar derriba algunos mitos que han rodeado a dicha institución, entre ellos, el que envió al patíbulo a cientos de personas, cuando en realidad, según consta en expedientes del Archivo General de la Nación, fueron 43 los ajusticiados en los tres siglos de la colonia. El texto del INAH detalla que de dicha cantidad se puede dividir en 17 que fueron ajusticiados en el siglo 16, 25 en el 17, y una en 18, mientras en el 19 no hubo ninguna. El Tribunal no llevaba a cabo la ejecución directamente, “porque la Iglesia católica no podía matar”, así que ponía a los reos en manos de la autoridad civil, que era la encargada de ejecutar al prisionero. La especialista INAH señaló que otra de las penas que aplicaba el Santo Oficio era la “vergüenza pública” o “sambenito”, que consistía en llevar una túnica burda con una cruz de San Andrés y un gorro llamado “capirote”. También establecía el destierro (temporal o perpetuo), multas o incluso la condena a unas galeras que se cumplía en los galeones de la flota española, además de que en todos los procesos se procedía a la incautación de bienes. También, existía la posibilidad de la absolución - que rara vez sucedía - o suspensión del proceso. En una conferencia dictada el 25 de julio de aquel 2012, Consuelo Maquívar descartó otro de los mitos de la Inquisición en la Nueva España: “Ningún indígena fue sujeto a proceso inquisitorial, ellos estaban exentos de estos juicios”, no obstante que prosiguieron con sus prácticas idolátricas durante la Colonia, y aun cuando se decían católicos y estaban bautizados. Esta idea es defendida por pocos historiadores en México como es el caso de Salvador Borrego y contrariada por la mayoría, entre ellas las versiones sobre la historia de México de Francisco Martín Moreno. Este es el tipo de cuestiones que se deben subrayar, no con la idea de que algún autor tenga o no la razón, sino de que como lectores conozcamos las distintas versiones sobre la historia de nuestro país. |