Arte orfebre data de 1550, cuando un grupo de fabricantes españoles en Puebla crearon vajillas superiores a las europeas a partir del conocimiento de minerales de culturas prehispánicas, como el barro Redacción El arte de talavera es característico en el estado de Puebla, por ser una artesanía cuyo acabado vítreo en color blanco marfileño representa un distintivo a nivel internacional, debido a la calidad de arcillas que se encuentran sólo en Puebla, cuya tradición data del siglo 16. Por este motivo, la investigadora Emma Yanez Rizo inició una exhaustiva labor para conocer el origen de este arte. La especialista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó que de acuerdo con sus investigaciones, en 1550 un pequeño grupo de artesanos provenientes de los talleres de Talavera de la Reina, Sevilla y Génova se establecieron en la Nueva España, en específico en Puebla, donde iniciaron la producción de la loza estannífera, la popular talavera. “Los artesanos españoles aprovecharon el conocimiento prehispánico que tenían los pueblos indígenas en el manejo de las arcillas, y lo incorporaron a sus talleres junto con el propio personal europeo e incluso con esclavos negros. El resultado fue un producto original hoy denominado talavera poblana”, advirtió. Asimismo, existen registros desde 1550 que datan la presencia de artesanos loceros en la entidad, lo cual permitió la producción de la loza y el acceso a la materia prima; además, la especialista comentó que este grupo novohispano logró acaparar un lugar comercial estratégico, ya que era un sitio intermedio entre la Ciudad de México y Veracruz, las dos principales capitales comerciales de la Nueva España. Inicios del arte de talavera Emma Yanez Rizo sostuvo que este grupo de artesanos inició la fabricación de objetos de loza y cañería, debido a que la ciudad, durante su edificación, requería tubería para llevar agua a los conventos, iglesias y casas de las autoridades. “En forma simultánea hacían tubería de barro, cazuelas y jarros, y después empezaron a trabajar la loza fina. Una pieza de tubería de barro era tan valiosa como una vajilla, porque el barro con el que hacían un plato correspondía a la misma cantidad de material con el que hacían una cañería. En el caso de la loza fina, en la medida en que se agregaban materiales cotizados como el estaño y el cobalto, las piezas subían de precio”, puntualizó la especialista de la Dirección de Estudios Históricos (DEH). De esta manera, las familias de altos recursos que deseaban tener una vajilla de porcelana o de loza fina de Europa tenían que enfrentarse a diversas situaciones, debido a que los viajes eran demasiado largos además de que los objetos podrían llegar dañados o incluso incompletos y destruidos. “Esa fragilidad de la cerámica permitió el desarrollo de la producción de talavera, porque salía más barato hacer un plato nuevo localmente que traerlo de fuera. Así empezó a generarse esta industria”, indicó la historiadora. Originalidad en su diseño Por otra parte, la especialista refirió que la originalidad en los diseños de este arte poblano surgió en un solo taller novohispano, donde laboraban maestros de Talavera de la Reina y de Sevilla, e incluso de Génova. Esta situación provocó una combinación de técnicas que dio como resultado un diseño original y distinto de la europea. De esta manera, en 1620 los artesanos españoles ya habían enseñado a sus hijos y aprendices, principalmente criollos y mestizos, cómo se realizaba este arte, sin embargo, también la investigadora comentó que existió una generación de maestros mexicanos quienes crearon su propio estilo. Búsqueda de la perfección En medio de esta incesante preparación, los artesanos tenían como objetivo elaborar piezas más ricas que las traídas de España, por lo cual inició la fabricación de loza con el azul cobalto abultado. A esto se le aplicó cobalto y estaño para así lograr la textura que implicaba una ostentación extrema, no sólo por el barroquismo de las piezas, sino por el uso exagerado de esos minerales, sostuvo la investigadora. |