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Cinco poetas mexicanos que debes conocer

Este 21 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Poesía

Cinco poetas mexicanos que debes conocer
Archivo Agencias | Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en 1990. Cinco poetas mexicanos que debes conocer

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Memorias del Crimen

Este 21 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Poesía.

Como homenaje a este género literario, que siempre engancha al lector a la interpretación, presentamos una lista con cinco poetas mexicanos que no olvidaron sus raíces, en ningún momento, para la creación de obras inmortales en el tiempo.

Jaime Sabines

Nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 25 de marzo de 1926.

De personalidad sencilla y accesible. Inició su camino por la literatura a los 19 años después de suspender la carrera en Medicina.

Su obra comprende temas profundos como el amor, la soledad y la muerte, todos impregnados con su propio sentir. Sus poemas se rebelan ante la realidad de una sociedad cambiante.

A través de un lenguaje sencillo, cristalizó las oposiciones más trascendentes de la vida cotidiana. El mensaje en su obra es profundo, apasionado y realista.

Falleció a los 72 años, el 19 de marzo de 1999 en la Ciudad de México, víctima de cáncer.

Me doy cuenta de que me faltas

Me doy cuenta de que me faltas 
y de que te busco entre las gentes, en el ruido, 
pero todo es inútil. 
Cuando me quedo solo 
me quedo más solo 
solo por todas partes y por ti y por mí. 
No hago sino esperar. 
Esperar todo el día hasta que no llegas. 
Hasta que me duermo 
y no estás y no has llegado 
y me quedo dormido 
y terriblemente cansado 
preguntando. 
Amor, todos los días. 
Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta. 
Puedes empezar a leer esto 
y cuando llegues aquí empezar de nuevo. 
Cierra estas palabras como un círculo, 
como un aro, échalo a rodar, enciéndelo. 
Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas, 
en mi garganta como moscas en un frasco. 
Yo estoy arruinado. 
Estoy arruinado de mis huesos, 
todo es pesadumbre.

Octavio Paz

El Premio Nobel de Literatura de 1990 publicó su primer poema a los 17 años, a partir de entonces, comenzó una rica producción literaria que comprende tanto denuncias de carácter social como análisis de la naturaleza existencial.

Nació el 31 de marzo de 1914 en la Ciudad de México. Desde la infancia, el contacto con las obras de poetas europeos como Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, influyeron en gran medida en su formación literaria.

A lo largo de los años, su estilo se transformó producto de la apertura mental y la ideología en él permeaba; nunca dudo en experimentar y adaptarse a las nuevas tendencias.

Murió en la Ciudad de México el 19 de abril de 1998.

Dos cuerpos

Dos cuerpos frente a frente 
son a veces dos olas 
y la noche es océano. 

Dos cuerpos frente a frente 
son a veces dos piedras 
y la noche desierto. 

Dos cuerpos frente a frente 
son a veces raíces 
en la noche enlazadas. 

Dos cuerpos frente a frente 
son a veces navajas 
y la noche relámpago. 

Dos cuerpos frente a frente 
son dos astros que caen 
en un cielo vacío.

Amado Nervo

Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo, como se llamaba realmente, nació en Tepic, Nayarit, el 27 de agosto de 1870. Su vida estuvo marcada por la tragedia.

Su madre murió en 1879, después se suicida su hermano Luis y en 1912 desaparece el amor de su vida, Ana Celia, cuyo prematuro fallecimiento fue el manantial del que emanan los versos de La amada inmóvil.

Amado Nervo consideraba su obra como parte imprescindible de su más dolorosa intimidad.

Me besaba mucho

Me besaba mucho, como si temiera 
irse muy temprano... Su cariño era 
inquieto, nervioso. Yo no comprendía 
tan febril premura. Mi intención grosera 
nunca vio muy lejos 
¡Ella presentía! 
Ella presentía que era corto el plazo, 
que la vela herida por el latigazo 
del viento, aguardaba ya..., y en su ansiedad 
quería dejarme su alma en cada abrazo, 
poner en sus besos una eternidad.

Rosario Castellanos

Su obra revela la preocupación femenina derivada de su condición en un mundo dominado por los hombres. Resalta la absoluta sinceridad para poner de manifiesto su vida interior y una melancolía meditabunda en su poesía.

Nació en 1925 en la Ciudad de México, considerada la poeta mexicana más importante del siglo XX.

Su estilo refleja su experiencia vital y la sumisión a que se vio obligada desde la infancia por el hecho de ser mujer.

Destino

Matamos lo que amamos. Lo demás

no ha estado vivo nunca.

Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere

un olvido, una ausencia, a veces menos.

Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia

de respirar con un pulmón ajeno!

El aire no es bastante

para los dos. Y no basta la tierra

para los cuerpos juntos

y la ración de la esperanza es poca

y el dolor no se puede compartir.

El hombre es anima de soledades,

ciervo con una flecha en el ijar

que huye y se desangra.

Ah, pero el odio, su fijeza insomne

de pupilas de vidrio; su actitud

que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece

el reflejo del tigre.

El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve

-antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)

igual a su enemigo.

Damos la vida sólo a lo que odiamos

José Emilio Pacheco

El poeta, narrador, ensayista y traductor mexicano nació en 1939, en la Ciudad de México.

Los versos que componen la poesía de Pacheco carecen de adornos inútiles y están escritos con un lenguaje cotidiano que los hace engañosamente sencillos.

Su poesía es a menudo irónica, sin dejar a un lado la conciencia de lo efímero. Para Pacheco el poeta es el crítico de su tiempo y un metafísico preocupado por el sentido de la historia.

Su producción poética alternó lo trascendente y lo inmediato, siempre con un estilo muy personal.

Los elementos de la noche

Bajo el mínimo imperio que el ver no ha roído
se derrumban los días, la fe, las previsiones.
En el último valle la destrucción se sacia
en ciudades vencidas que la ceniza afrenta.

La lluvia extingue
el bosque iluminado por el relámpago.
La noche deja su veneno.
Las palabras se rompen contra el aire.

Nada se restituye, nada otorga
el verdor a los campos calcinados.

Ni el agua en su destierro
sucederá a la fuente
ni los huesos del águila
volverán por sus alas.