Trasciende Badillo nociones de literatura en los lectores

El autor resaltó el papel de quienes leen los textos y compartió que la cualidad de sus escritos radica en poder generar curiosidad

A través de su narrativa Alejandro Badillo incita al lector a la curiosidad, a descubrir dentro de las páginas un lenguaje profundo que lo lleve a interesarse por más, por aquello que no está explícito en el texto y motiva, con sus finales abiertos, a profundizar en las historias.

"Yo quiero que tú imagines qué pasó después (…), que mis textos sean una sugerencia, sean como una interrogación y que el lector a través de ese estímulo pueda a su vez hacerse preguntas y mirar la realidad de otra forma".

A propósito del Taller de Novela que imparte en el Complejo Cultural Universitario de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), el escritor compartió en entrevista con El Popular, diario imparcial de Puebla, una visión panorámica de la escritura, del quehacer tanto del escritor como del lector y de cómo percibe él mismo su obra.

 

¿Qué puede apropiar un autor o un estudiante de un taller de escritura?

- La escritura es generalmente algo solitario y en el caso de la de ficción es complicado porque mucha gente que inició a escribir no tiene realmente una comparación o algo que le diga para dónde va, si lo está haciendo bien, si lo está haciendo mal (...). Lo que sirve en los talleres es crear un sentido de grupo, de comunidad y de opiniones sobre tu trabajo. El taller permite el acompañamiento, la crítica entre pares (...).Es mostrar cómo a través de una lectura muy minuciosa le permite al escritor decir "ah, ya sé cómo le hizo Vargas Llosa, cómo lo hizo Onetti". A través de la apropiación de esos elementos y estrategias narrativas que hicieron suyos los autores interesantes, ellos dicen "ahora yo lo puedo hacer". Muchas veces la escritura de ficción inicia a través de la imitación, podría ser polémico pero en realidad todo mundo copia, en el sentido de que trata de imitar y luego va creando su propia voz.

 

El escritor es visto como quien debe ser vocero y tener un compromiso cultural, ¿el lector también tiene este compromiso?

- Por supuesto. Creo que se ha puesto al autor como una especie de tipo que debe de saberlo todo (...). Yo creo que la comunidad se hace a través de varios factores, entonces si el escritor se queda solo, pues obviamente no es nada, y eso es, desafortunadamente, lo que estamos viendo en países como México, que instituciones dicen "eres escritor, has publicado libros, ¡qué maravilloso!", pero no les interesa, no quieren saber nada de lo que estás haciendo. Creo que el fomento para la escritura también debe de ir para la lectura, son los que de alguna manera pueden entrar en debate contigo y exigen al lector diversas cosas. Yo creo que el papel del lector de repente pasa desapercibido y el autor es el que brilla.

 

 

Catálogos tu obra como heterogénea, hay una línea que siguen todos tus libros, ¿cómo la definirías?

- Cada libro lo enfrentó como si fuera una obra distinta, no me gusta esta idea de maquilar libros y crear incluso un lenguaje que sea muy reconocido. El pretender escribir un libro como si fueras un autor nuevo tampoco se puede, pero me gusta ponerme retos, en el sentido de hacer un lenguaje distinto para cada obra. Un hilo conductor creo que sería el tema del aislamiento, el aislamiento de los temas, el del individuo que lo puede llevar hasta la locura; o cómo también la realidad se va diluyendo hasta llegar a un territorio más onírico. Por otro lado, en la cuestión de la técnica me preocupo mucho por crear un lenguaje que sea profundo, que no sólo se contente con describir algo, sino meterse en las cosas, que las palabras le digan algo más que información al lector (...), me gusta enfrentar el reto de llevar el lenguaje a un territorio mucho más indagador y que rete al lector.

 

¿Cómo es un lenguaje profundo?

- Creo que (uno que) deje jugar con la imaginación del lector, por ejemplo, utilizar las herramientas de la retórica (…). La forma como se cuenta la historia también tiene que contar para mí. De pronto dicen "Es que es un autobarroco", no, lo que pasa es que tenemos un tipo de literatura tan plana que cuando pones una metáfora, cundo describes de más una cosa, la gente dice "cómo es posible, esto es barroco".

 

¿En qué piensas cuando escribes?

- El cuento parte de una sensación y yo parto mucho de sensaciones, de suposiciones no muy claras al momento de escribir. No pienso realmente en demostrar algo a la hora de escribir (...).Parto de momentos que se me vienen a la mente, una escena, por ejemplo, que esté lloviendo, que esté nublado, sobre eso voy construyendo la historia. Todo el tiempo estoy concentrado en la historia y sobre eso me va dando la guía para continuar, pero en realidad es algo muy intuitivo, no sé en qué va a terminar la historia, sólo me enfocó en meterme lo más posible en las escenas que voy escribiendo.

 

 

¿Lo haces para ti o para el lector?

- Escribo para mí, pero soy como el lector. Soy como mi lector ideal, entonces, depende mucho las condiciones del libro de lo que estás escribiendo, pero yo escribo para mí, en el sentido de que soy como mi lector ideal y que me estoy descubriendo también como lector e intento encontrar otros lectores como yo. Si de pronto hay otros como yo, que sean 50, maravilloso, si son 10 también, si son 100 igual. Trato no de adaptarme al lector sino compartirle lo que escribo y que el lector se meta mi mundo y no al revés.

 

¿Cómo es un lector ideal?

- Lector ideal vendría siendo como una especie de alter ego, alguien que sea sumamente curioso, que no se conforme con lo que está leyendo, sino que vaya a más, incluso trascendiendo la misma noción de literatura, que se acerque al cine, que se acerca el arte, el periodismo, la historia; porque así fue mi proceso, una cuestión muy de la actualidad. Trato de que sea un lector muy intuitivo, muy curioso, muy imaginativo. Ese que creo es el que tendría que ser un lector ideal, la curiosidad es lo que realmente detona todo.

 

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