Escribir crónica, lo más parecido a ser un detective: Fernanda Melchor

La autora conversó acerca de Aquí no es Miami, los orígenes de las historias y la relación que mantiene con el género periodístico

"La novela es como si otro estuviera escribiendo, como si no fueras tú, y eso la crónica no lo tiene, en ella soy yo la que construye, la que narray trata de resolver un problema", afirmó la narradora y periodista Fernanda Melchor en entrevista para El Popular, diario Imparcial de Puebla.

La escritora veracruzana presentó su libro Aquí no es Miami la tarde del sábado, que muestra historias que sucedieron en Veracruz, la mayoría durante los años 2008 al 2011; además, de historias ocurridas en las décadas de los setenta, ochenta y noventa, pero al mismo tiempo devela el espacio íntimo de la autora.

A propósito de la reciente edición de Aquí no es Miami, me gustaría comenzar con una pregunta obligada,¿estas historias se inscriben dentro de la ficción o la no ficción?

-Yo me formé como periodista, cuando tuve que decidir mi carrera, tuve como dos tensiones, una era la de tener un oficio que me permitiera vivir, yo sabía, por comentarios de muchas personas, que para escribir no tendría necesariamente que estudiar letras, de esto tenemos grandes ejemplos, como el de Anton Chéjov que fue médico, así que pensé que podría estudiar cualquier carrera y la literatura ejercerla por mi cuenta, de este modo pensé en el periodismo porque me daría armas para llegar ante cualquiera y tener el derecho de preguntar sin escrúpulos,algo que esparte del ejercicio periodístico; la otra era que yo en esa época, más o menos a los 17 años, no quería que me dijeran qué leer, que me obligaran a revisarEl mío Cid, El Quijote, pero, sobre todo, que me dijeran cómo debía leerlos. Ahora creo que fui un poco soberbia; sin embargo, lo que en realidad quería, era seguir mi propia senda de lecturas. Así que entro a periodismo pensando en un oficio, en ejercitar la palabra.Lo que sucede ahí es que el primer año me encuentro con algo que se llama El nuevo periodismo, el libro de Tom Wolfe, donde explica una nueva manera de ejercer este oficio; es decir, contar historias con armas literarias, así que comencé a leer a algunos de ellos y, en efecto, era como leer cuentos, ése fue el punto detonante de lo que yo quería hacer, porque yo desde antes quise hacer literatura, en la preparatoria ya había escrito mis primeros cuentos.

¿Cómo fue el proceso creativo de estas historias?

-Cuando yo tenía, más o menos veinte años, que fue en la década del 2000, los mismos años en querevienta la violencia en Veracruz y en todo México, pero en mi estado fue particularmente doloroso, escalofriante. Por esa época yo quería escribir una novela, pero no podía, algo estaba pasando en mi vida, en ese momento no sabía cómo escribir una novela, no había aprendido cómo hacerlo, entonces dije, bueno hay muchas historias en Veracruz que existen y que esperaban a que alguien las contara. Este trabajo comenzó con una investigación en la hemeroteca, con entrevistas, testimonios para presentarlas como si fueran cuentos;así que eso fue lo que me propuse. El primero que escribí fue en el año 2008, que abre el libro llamadoLuces en el cielo, pero antes se llamaba El ovni, la playa y los muertos, donde cuento la historia de una playa que visitábamos cuando yo era pequeña y, desde ahí, se veían luces en cielo, que luego resultaron ser de una avioneta de narcos. Durante los siguientes 3 años, me dediqué a escribir crónica, hacía 4 al año; siempre estaba investigando, buscando historias, por supuesto hubo muchas que se quedaron en el tintero, pero en la edición de Penguin Random House incluyó una que se llama La vida no vale nada, la cual pertenece a la época de la primera manufactura realicé, pero no me salía, así que su elaboración fue de 10 años. Las crónicas cubren un periodo entre 2008 y 2011, pero, además, hay otras crónicas que están contextualizadas en la década de los setenta, ochenta y los noventa. Algunas de ellas son leyendas urbanas de Veracruz, lo importante para mí era recuperar la memoria de Veracruz, porque es la ciudad donde crecí, la que me formó, es una forma de entender de dónde vengo.

A propósito de este trabajo de recuperación de las historias, pienso en el relato La casa del Estero que está contado como una historia de terror, ¿cuál es el germen?

-Bueno, sí es una historia construida como si fuera de terror, lo cual fue adrede, una historia que yo conocí, aunque la mayoría de las personas involucradas no quisieron hablar conmigo, se rehusaron, es una historia que significó mucho para un grupo de jóvenes que trastocó sus vidas; pero esa historia llegó a mi vida porque me la cuenta quien fuera mi pareja durante cinco años, esto sucedió la primera vez que salimos, así que me di cuenta que él, en ese momento, lo que quería era hablar, lo dejé que me contara, además, la historia tiene cinco capítulos, él es una persona que naturalmente sabe contar historias, parecía un libro abierto que te lleva de la mano por el relato, imitando diálogos, creando suspenso, esto es un arte que en Veracruz la gente practica, allá lo importante es saber contar historias bien; yo conocí a Jorge, que era un gran narrador, la idea de este relato la escuché varias veces por cinco años, así que decidí ir a investigar, aunque yo conocía "La casa del diablo", porque como todos los adolescentes de más jóvenes íbamos ahí, uno se metía a escondidas y los chicos nos asustaban para después abrazar a las mujeres y luego ya...es todo una dinámica, una iniciación; entonces yo la conocía, pero lo peor que me pasó fue que salió el velador con los perros y únicamente tuvimos que salir corriendo; luego llega Jorge con esta historia pero con cosas horribles que le pasaron. Después me enteré de un concurso de crónica y pensé en escribirla porque quería correr el riesgo de hacer una historia que no fuera periodística, qué rigor periodístico puede tener que a una chica se le meta el diablo, un historia de miedo que le pasó a un grupo de personas; sin embargo, a mí me parecía importante porque hablaba de una época muy particular en Veracruz en los años noventa, que marcó a un grupo de personas y porque es una suerte de resumen de las creencias en Veracruz; es decir, la idea de las limpias y sentir las malas vibras, hay un montón de historias paganas que están amalgamadas con el catolicismo y eso es muy natural ahí, así que pensé que este relato debía contarse, además, porque yo creía que éste me pertenecía, porque me pasa que si de alguna manera el tema sobre el que escribo no es personal, yo no puedo escribir sobre él, porque siento que la única manera que uno puede ofrecer algo nuevo, en el sentido de que todo en esta vida ya está escrito, lo que uno puede hacer es dar ese pequeño atisbo de experiencia personal, porque ésta siempre es única y aunque nuestra vida se parezca a la de muchos, al final somos únicos, la combinación de la que somos resultado es una sola y eso es lo que podemos agregar. Se trataba también de un resumen de mi historia de pareja con Jorge, ya que fue la primera que me contó y la última que escribí antes de que nos separáramos.

¿Cuál es la importancia que tiene para ti conocer una historia para construir tus relatos, es decir, qué tanta cercanía debes tener para poder contar algo?

-Cuando escribes, tienes que sentir lo que estás narrando para poder hacerle sentir al lector, así que tengo que clavarme, ponerme a escribir y crear atmósferas.

¿Qué te ofrece el género de la crónica versus la novela?

-Me parece que no es tan distinto, cuando hago novela también realizó investigación, claro, otro tipo de investigación, por ejemplo para Temporada de huracanes, yo no viajé a Veracruz adrede durante el tiempo que la escribí porque quería hablar de éste pero desde mi imaginación, ese espacio que tengo metido como en la carne, pero de pronto tenía que ver algo, entonces me metía a Google maps para recorrer ciertos caminos, además, cuando escribo novela leo literatura y los leo con una agenda muy específica en el sentido de buscar estructuras específicas, estudiarlos y ver cómo me pueden servir para mi trabajo.

Por otro lado, para mí es muy divertido escribir crónica, investigar una historia verdadera, hablar con personas, leer todo lo que puedas sobre el contexto en el menor tiempo posible y luego hacer el texto a mí eso me gusta mucho porque es lo más parecido a ser una detective, y luego está la adrenalina que consiste en imaginar cómo lo voy a contar porque una vez que tienes toda la información lo siguiente es pensar en la estructura, como si fuera una película o una serie, piensas, primero esta escena, luego está otra, y la sensación de ir armando una historia es alucinante y aunque la novela lo tiene, pero ésta como la mayoría sale de ti, lo que me pasa es que da una suerte como de pudor y es más doloroso, la novela es como si otro estuviera escribiendo, como si no fueras tú, decía Roland Barthes que la persona que lees no es la que escribió el libro y la persona que escribió el libro no es la que existe en la vida cotidiana, es como un juego de espejos, y eso la crónica no lo tiene, en ella soy yo escribiendo y tratando de resolver un problema, además, ahí ya está la historia dada, ya existe, no tengo que inventar los modos, yo tengo que hallarlos y desenmarañarlos y luego volver a trenzarlos. Lo que sí, es que el periodismo me enseñó a escribir ficción, porque no hay nadie más mentiroso que un periodista, lo que pasa es que te da capacidad de reacción.

Veracruz se escribe con Zeta, muestra estampas de lo que es tu ciudad, pero, además, me parece, universaliza ese espacio, en el sentido de que está narrada en segunda persona y uno puede reconocerse ante la violencia que se produce no sólo ahí, sino en todo México, o algunos países de Latinoamérica, ¿cuál fue la decisión de narrar en segunda persona?

-En el libro este relato pertenece al apartado llamado La sombra, que son historias sobre lo que ha provocado la guerra contra el crimen organizado y la manera en que la gente común y corriente vivimos esto. A mí se me ocurrió contar las historias de violencia que estaban sucediendo en ese momento, pero con la idea de alejarme de la figura del narco o el sicario glamurizado como ahora lo vemos en las series y alejarme de la versión oficial, así que narración que cierra el libro es una condensación de esas historias y la decisión de ponerlas en segunda persona fue porque en 2011, antes de que fueran a arrojar 35 cuerpos mutilados frente a Plaza de las Américas en Veracruz, lo cual sucedió el 17 de septiembre de 2011, a partir de ahí todo se jodió, antes de que entrara incluso Javier Duarte, en realidad lo que yo muestro es el comienzo, pero la gente pensaba que todo era una suerte de invasión que nadie sabía de dónde venía, como si no hubiera raíces concretas en el día a día, en las cosas quenosotros hacíamos, los pequeños actos de corrupción que cometemos y cómo eso abona y forma parte de una cadena, entonces la idea de mostrarlo en segunda persona era la de hacer responsable a la gente, como una forma de llamada de atención, poner el dedo en la llaga, en dar que todos somos parte del problema.

¿Alguna vez pensaste que Veracruz podría ser un sitio universal, como Medellín o Nápoles, en el sentido del tráfico y la violencia que esto implica?

-Para mí Veracruz es importante, no sólo porque el próximo año cumplirá 500 años, que no es poco, sino porque es un lugar que se construyó donde no había nada, donde había médano, tunas, cáctus y enredaderas, y sí, me parece un punto neurálgico, un lugar muy importante para la historia de México y del continente Americano, así que pensé que sería relevante escribir sobre esta ciudad, además, me gusta mucho Veracruz ahora que la veo a la distancia porque es contradictoria, llena de claroscuros, tiene su cara depresiva que emerge con los olores de las alcantarillas en el malecón; así que para mí tiene este encanto oscuro que ofrece el condado creado por William Faulkner, Yoknapatawpha, este sur gótico que creó el norteamericano, o por ejemplo el Chaco argentino de Mempo Giardinelli en Luna caliente .Yo he querido crear un Veracruz distinto, el de Aquí no es Miami habla de historias reales que sucedieron en un espacio real, pero al mismo tiempo es mi Veracruz y el de muchos personas, y el título también quiere mostrar lo que Veracruz es y no es, toda la bonanza que los años de Fidel Herrera y Javier Duarte nos hicieron creer; ese paraíso donde no pasa nada, sino todo lo contrario, la ciudad no son estos condominios de lujo que el uno por ciento de la población puede adquirir, es algo distinto, así que el libro es una especie de catálogo, muestrario de lo que puede ser Veracruz.

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