Reeditan novela de autor mexicano en EU
Después de 14 años de haber sido escrita con apoyo de la Fundación para las Letras Mexicanas la novela de Vite, Parábola de la cizaña
El narrador Federico Vite, acaba de ver reeditadasu novela Parábola de la cizaña, en Estados Unidos por La Pereza ediciones; texto escrito hace 14 años y publicado por primera vez por la UAM en 2012. En entrevista con el autor para El Popular, diario imparcial de Puebla, afirmó que la escritura de esta obra fue la reproducción de un recuerdo colectivo. "Recurrí al canto de la memoria y ese canto propició la fragmentación que encabalga la trama capitular de la obra". A propósito de la reedición de Parábola de la cizaña en Miami, Florida ¿cómo fue el proceso de enfrentarte una vez más a esta novela? -Fue un proceso muy amable. La releí con calma. Siento que quedó mejor que la primeraedición, pero la primera fue un logro; después de quince rechazos editoriales, dio la vuelta por el continente literario mexicano, la UAM se animó a darle vida a mi libro escrito en 2004, justamente con apoyo de la Fundación para las Letras Mexicanas. ¿Cuál es la distancia entre escribir un libro y verlo publicado? -La distancia entre escritura y publicación es todo un tema. Después del 2012 salió la oferta para que Parábola de la cizañanaciera en árabe. Tuvo su fiestecita y todo en Frankfurt; se puso en marcha el proceso de la traducción. Ahí va, camina lento. En México tuvo la fortuna de recibir algunas reseñas. Pero siendo honesto pasó inadvertida por todas partes, opacada publicitariamente por lanzamientos de mucho bluff y lobby literarios, ninguneada por el mercado editorial. Hubo un par de proposiciones para publicarla en México en 2017, pero ya sabes cómo son los editores en este país, quieren que les ruegues y que les rindas pleitesía. A menos, claro, que tengas un buen capital simbólico en el mundillo literario. Esas cosas las traduzco como extraliterararias, pero a la hora de la verdad cuentan mucho; más que la literatura. Ahora la novela nace en Miami y la veo firme, como siempre la quise, una novela necia, para lectores que no quieren literatura chatarra, dulce o chistosita. Quedo lista para que alguien con ganas de encontrarse una proposición narrativa singular quede satisfecho. ¿Qué experiencia te deja esto, catorce años no es poca cosa? -En el 2004 creía que en México cualquier persona puede contar historias y con eso ganarse un sitio en las editoriales; en 2018 creo que no todos pueden hacer literatura y lo demuestran publicando en editoriales pesadas, grandes. De hecho, parece que el requisito para publicar es no tener hallazgos literarios. El problema es que si uno habla mal de eso, de las grandes editoriales y los rechazos editoriales, pues parece un ardido. En suma: hacer literatura es cosa seria, no es un deporte ni un concurso de belleza. La pirotecnia y el fuego fatuo no son siempre buenas formas de valorar un libro. Hay un asombroso nivel de simulación en el mundo editorial de este país. Hay un sentido que planteas en el texto que me parece muy afortunado, me refiero a la idea de "recorrer" que representa la forma de la parábola en el sentido de la novela y el recorrido de los personajes, ¿cómo fue que lo ideaste? -Primeramente, mi tesis es esta: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormía vino su enemigo sembró cizaña y se fue. Recorrer, como lo dictan los Evangelios, tiene que ver con una serie de espíritus que se manifiestan impulsivamente: "Andan el mundo, lo recorren". Esos intempestivos, bajo la lógica del libro, activan el relato, lo detonan. Y básicamente todo el capital simbólico lo tomo del catolicismo. Se trata de un bosque de símbolos que me permite esconder y mostrar los senderos narrativos. Recorrer o atravesar el relato es justamente la intención de los intempestivos ; como ves, la perspectiva de los intempestivos cambia según la ruta de cada personaje. Parole y parábola, me parece, comparten la raíz, en tu novela ambas son proyectadas al lector para encontrar el sentido, en este orden de ideas, ¿qué tanto influyó la Biblia en esta obra? -Las cosas importantes en la literatura nacen, forma y fondo, por una imposición vital; en mi caso, una larga parranda e indigencia que me lleva a terminar caminando de Guanajuato a Querétaro. Ya en la carretera, después de doce horas de trote, me encuentro con la imagen que germina años después en Parábola de la cizaña. Vi, sin quererlo, el cadáver de un vaca. La cabeza mostraba los huesos, la cornamenta, los huecos de los ojos; el resto tenía carne putrefacta, pero estaba cerca de Irapuato y lo que yo olía eran fresas. A pesar de estar frente a la imagen de la muerte olí fresas. Pensé en las palabras de Ezequiel "Y miré que había tendones sobre ellos, creció la carne y la piel los cubrió, pero no había espíritu en ellos", claro. Sé que suena muy mamón, pero ese día acepté que creía en Dios, nunca había tenido esa charla, menos borracho. Caminé pensando en ello. En la noción del bien y del mal. Estuve peleando conmigo mismo el motivo de esa parranda longeva que terminó bien, porque seguí con vida después de un par de incidentes realmente graves en la carretera del bajío. No sabía que tenía una novela en la cabeza.Parole y parábola embonaron a la perfección. Sirva como remache: La parola di Dio è un misterosinfonico. Me llama la atención la elección de la estructura fragmentaria en la obra, ¿qué tanto te ayudó, a pesar de esta forma, la geometría de la novela? -Este fue el trabajo más hermoso que he tenido. Originalmente mi novela tenía 400 páginas, luego 300. Fue adelgazando porque no encontraba la intensidad ni la hondura psicológica de los personajes, sólo les pasaban cosas y eso no quería, un catálogo de aventuras de borrachos o de asaltantes espiritistas. Concluí que era explicativo tanto acto porque mi estructura era lineal, aristotélica, digamos. Así que entré a mi parte favorita del proceso de reescribir: probar que los trazos rectos de mi novela restaban más que sumar. Fragmenté las historias cuando apliqué la tesis a todos los personajes "el reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; mientras dormía vino su enemigo, sembró cizaña y se fue", y funcionó mucho mejor. Reproduje un recuerdo colectivo, el de mis personajes. Recurrí al canto de la memoriay ese canto propició la fragmentación que encabalga la trama capitular. Ese fue mi hallazgo. Yo tardé un par de años. En 2006 ya estaba listo mi libro, pero el editor se tardó un poco en llegar. De 2007 a 2012, ya ves, cinco años en la banca, quince rechazos, etcétera. Por último, sé que también te reeditarán Carácter, ¿cuáles son los proyectos futuros? -Para mi fortuna, así es. RetrabajéCarácter, le quité la ebridad y lo hice sobrio, sin tanto lagrimeo. Espero tener un poco más de suerte con un libro de cuentos que me grita ya, ya, déjanos salir, así que veremos qué opina La Pereza de ese libro. El resto es escribir, ser menos tonto y valorar más a quien trabaja con la consciencia literaria encendida. No quiero seguir las simulaciones del talento literario nacional; no pienso entrar a esa jaula. Me moriré con la mía, pienso publicar en editoriales universitarias, culturales o independientes. He tocado muchísimas veces la puerta y cada vez noto más violencia en los dictámenes, en los silencios, en las negativas, donde prácticamente me piden que renuncie a escribir historias tristes, hiperviolentas, sucias. Ellos quieren otra cosa que no tengo: risas, alabanzas, ínfulas artísticas, relaciones públicas, etcétera, etcétera. Escribir es un oficio, no un club de amigos. Y como el sistema del continente literario está diseñado para que quien se queje lo vean como un resentido, pues sí, me quejo, pero escribo, a pesar de mi pesimismo, escribo. Nada más. |