Pedro Ángel Palou: La verdad y la palabra, las armas del periodista

El escritor nacido en Puebla asegura que su última novela publicada es un grito desesperado que busca hacer eco en sus lectores

"Todos los miedos tiene una función específica, ya que es un grito desesperado que busca que el lector también diga basta. Que no normalice la violencia y que no se acostumbre a la muerte", aseguró en entrevista el narrador Pedro Ángel Palou.

Un país donde nadie resuelve la desaparición de 43 estudiantes, donde hay dos tráileres de cadáveres que no encuentran sepultura, un México brutal que se desmorona, es la antesala donde transcurre la última no novela del escritor poblano, editada por Planeta.

 

A propósito de la publicación del libro Todos los miedos, me parece que existe ahí una tensión entre la escritura y el poder, donde la primera es representada por Daniela Real y el poder es simbolizado, de algún modo, por el expolicía Fausto Letona, ¿cómo concibe esa forma ineludible entre literatura y poder?

-De alguna manera Fausto también representa el hartazgo del poder. Los excesos policiacos, el absurdo llevado al ejercicio de la violencia. Siempre pensado que la literatura es un contrapoder. Es un ejercicio lúdico que implica una gran responsabilidad ética, y particularmente cuando se escribe una novela sobre el presente es fundamental para el escritor trabajar con la verdad y la sinceridad narrativa. Letona tiene muchos claroscuros y finalmente escucha, intenta vanamente ayudar a Daniela, y se arrepiente.

 

Hace poco salió publicada una novela de su compañero de generación, Jorge Volpi, Una novela criminal, que va a caballo entre la literatura y el periodismo, en Todos los miedos el periodismo juega un papel central, ¿dónde se instalaría usted, desde una perspectiva de violencia que nos ofrece el género informativo, si tuviera que leer la literatura que se escribe en este momento en México?

-Con Jorge Volpi han habido siempre muchas afinidades electivas. Así nos conocimos, publicando sendas novelas sobre el grupo contemporáneos. No deja de ser curioso que, sin comentarlo, ambos habíamos escrito una novela sobre el presente. Puede ser coincidencia generacional, o puede ser también una honda preocupación por el género negro.

 

¿De dónde surgió la idea de esta novela, Daniela parece representar a muchos periodistas que han sido borrados del mapa mexicano, es así?

-Es exactamente así. Daniela amalgama muchas historias dolorosas, que no deberían repetirse sobre la realidad mexicana. Puede ser, por un lado, Lydia Cacho, Daniela Rea, Lidiette Carreón. Lo importante es reflejar la vulnerabilidad del ejercicio periodístico, censurar a sus periodistas y que no sean capaces de publicar reportaje de investigación. Daniela vive en su cuerpo todos los días la discriminación también y yo quería por eso centrar la novela en una mujer periodista que probablemente ejerce el periodismo en México e intenta ejercer un reportaje cuando su propio medio no le publica, que el ejercicio periodístico es cada vez más peligroso.

 

En esta obra aparecen nombres que son reconocibles no sólo para el medio periodístico, sino que sus historias, por su violencia, han marcado a la sociedad, como el caso de la muerte de Javier Valdez ¿cuál sería el modo que tiene un escritor para contar una experiencia extrema como las muertes de tantos compañeros de trinchera?

-Estaba a la mitad del escrito de la novela cuando ocurrió el terrible asesinato de Javier Valdez. Nos duele enormemente la impunidad porque, de hecho, esta es una novela sobre la impunidad, no sobre la corrupción, sino sobre cómo la impunidad hace que el hongo de la corrupción prolifere. Mientras no haya Estado de Derecho en México seguiremos padeciendo historias como ésta. El periodista tiene sólo dos armas: la verdad y la palabra, igual que el novelista.

 

Si pudiera hacerlo, ¿cómo definiría esta novela?

-Es una historia de suspenso donde la emocionalidad de los personajes es más importante que la trama misma.

 

¿Cuál le parece que ha sido el modus operandi de un grupo de narcos que ha conseguido infundir terror en más de 120 mil millones de mexicanos?

-Son muchos métodos. La extorsión, el miedo y la infiltración en el poder. Sin embargo, lo más grave es cómo se apoderan territorialmente de espacios, horas antes, semanas antes, totalmente familiares y normales. La lucha contra el crimen organizado es sobre todo una lucha territorial.

 

 

Hay una puesta muy interesante en el manejo temporal de la obra, ya que comienza en la madrugada y termina esa misma noche, ¿qué tan complicado le pareció la concentración de la trama, digamos en ese transcurso del tiempo de la novela?

-Totalmente. Es el gran reto. Escribir una novela en 11 horas con profunda intensidad, con conciencia dramática, me parece la única manera de concentrar el dolor, y las historias de muerte que vivimos diariamente. Es como haber escrito en Facebook Live una novela con el celular.

 

¿Qué le dejó en su experiencia como narrador el tratamiento del género policial para la escritura de esta obra?

Mucho dolor. Una sensación de impotencia por la falta de salida y por la desesperanza.

 

En Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades), Ricardo Piglia se pregunta, a través de Italo Calvino y Bertolt Brecht la función y el lugar de la literatura, ¿cómo vislumbra usted, dado que es un escritor mexicano, estos elementos en la escritura nacional?

-Esta novela curiosamente se responde a la pregunta diciendo que la literatura puede ser útil, siempre y cuando no estetice la violencia y no convierta en héroe al villano. De hecho, tiene una función específica, ya que es un grito desesperado que busca que el lector también diga basta. Que no normalice la violencia y que no se acostumbre a la muerte.

 

 A propósito de tiempo, ahora en México al proceso por el que atravesamos le llaman "la cuarta transformación", ¿cómo observa el cambio que vivimos a pocos meses de girar hacia el otro lado?

-Tengo, como muchos mexicanos, una profunda esperanza y a la misma vez, me da miedo que hayamos concentrado en un solo hombre las posibilidades de cambio. Creo fundamentalmente que hay que acompañar al gobierno en sus mejores acciones y criticar sus posibles desvíos. No creo que exista algo como "la cuarta transformación", ni tampoco creo que ningún ser humano tenga autoconciencia histórica. Suena ambicioso compararse con Madero, con Lázaro Cárdenas, O con Benito Juárez. La historia, sin embargo, es quien enjuicia y no basta colocarse enfrente de unas fotografías para crear una nueva actitud verídica. Al contrario, creo que siempre aseguran la política no personalizada, no la imagen. Los cambios políticos. Creo en buena parte del gabinete, y estoy convencido que este es un momento histórico irrepetible.

 

El Perfil

Pedro Ángel Palou es autor de novelas, ensayos literarios y crónicas históricas. Pertenece a la llamada Generación del crack, junto con Ignacio Padilla, Jorge Volpi, Eloy Urroz y Ricardo Chávez Castañeda.

Estudió Lingüística y Literatura Hispánica en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, ha sido funcionario público, académico, profesor universitario, investigador, editor, promotor cultural. En 1991 obtuvo una maestría en Ciencias del Lenguaje en su alma mater y en 1997 se doctoró en Ciencias Sociales por El Colegio de Michoacán.

 

Premios y distinciones

Premio Nacional de Historia Francisco Javier Clavijero 1998.

Becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes 1990-1991.

Premio Nacional de Literatura Jorge Ibargüengoitia 1991.

Finalista del Premio Internacional Pegaso 1993 para obra publicada en Colombia.

Finalista del Premio Internacional Novedades-Diana con Memoria de los días.

Finalista del Premio Nacional de Novela José Rubén Romero 1994 con Memoria de los días.

Premio Latinoamericano de Ensayo René Uribe Ferrer. Medellín, 1996.

Finalista del Premio Internacional Novedades-1998 con En la alcoba de un mundo.

Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2003 por Con la muerte en los puños.

Finalista del Premio Rómulo Gallegos con Malheridos.

Finalista del Premio Planeta-Casa de América 2007 con El dinero del diablo.

Becario de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation para Ficción en 2011.

 

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