Mary Wollstonecraft, una pionera del feminismo

A 222 años de su muerte, el legado ideológico de Mary Wollstonecraft sigue vigente en su obra cumbre: Vindicación de los derechos de la mujer

Madre de Mary Shelley, escritora, filósofa y pionera (sin saberlo) del feminismo, Mary Wollstonecraft abrió las puertas a las mujeres en la lucha por sus derechos, sobre todo al conocimiento y a la educación.

Si bien en su época el feminismo no existía como tal, se reconoce a Wollstonecraft como una precursora del movimiento por sus ideas adelantadas a la época en la que vivió. A 222 años de su fallecimiento (10 de septiembre de 1797), la situación de las mujeres parece haber cambiado tanto y tan poco. Sus ideas no podrían aún tildarse de anacrónicas en un entorno en el que todavía las desventajas para las mujeres en distintos ámbitos están presentes.

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Amante del conocimiento

La “abuela” de Frankenstein nació en una familia inglesa de clase media, el 27 de abril de 1759, destinada a ser una esposa más, igual que sus contemporáneas; sin embargo, los constantes maltratos de su padre hacia su madre fueron sembrando el pensamiento de inconformidad que la distinguiría en su corta vida.

Desde joven se inició en la docencia, lo que la llevó a amar aquel conocimiento reservado únicamente para los varones, pues las “señoritas” debían dedicarse a labores propias del hogar y a ser buenas compañeras para sus maridos.

Mary fue institutriz, traductora, escribió relatos infantiles, reseñas literarias y logró obtener ganancias de su trabajo como escritora, algo poco común en su tiempo.

Era partidaria de la ideas revolucionarias de la Ilustración, por lo que decidió trasladarse a París, donde en 1790 escribió Vindicación de los derechos del hombre, obra en la que cuestionaba las ideas de Edmund Burke.

Debido a que las luchas sociales sólo incluían a hombres en sus manifiestos y los principales filósofos relegaban a la mujer al papel de esposa y a su educación limitada al hogar, Wollstonecraft escribe en 1972 su obra cumbre: Vindicación de los derechos de la mujer, rebatiendo los preceptos de los filósofos de la época con una magistral retórica y argumentos basados en estudiados razonamientos.

La escritora aboga porque la mujer es tan capaz como un hombre de estudiar cualquier disciplina, ser independiente y vivir de su trabajo.

Mary Wollstonecraft se contraponía a estereotipos que a más de 200 años aún no se terminan de erradicar, como la supuesta sensibilidad característica femenina y la inferioridad intelectual.

Su legado

En 1794, Mary tuvo a su primera hija, Fanny Imlay, con el oficial de guerra y también escritor Gilbert Imlay, con quien vivió una relación tormentosa.

Unos años después se casó con el filósofo William Godwin, con quien procreó a Mary, quien nació el 10 de agosto de 1797. La autora de Frankenstein no llegaría a conocer a su madre, pues 10 días después del parto, Wollstonecraft muere por una infección.

Godwin publicó las memorias de su esposa las cuales no tuvieron la aceptación que esperaba, pues la sociedad puritana de la época no le perdonó los intentos de suicidio, el haber tenido una hija fuera del matrimonio y, por su puesto, sus ideas. Fue condenada y relegada por años, hasta que escritoras como Virginia Woolf y Emma Goldman reivindicaron su legado.

Ni dos siglos de diferencia vuelven atemporal el argumento de Mary Wollstonecraft de que las supuestas inclinaciones de cada género, que se calificaban de naturales, son construcciones basadas en una división sexista y radican principalmente en la educación que recibe cada uno.

Mary habla de igualdad y libertad para todos, hombres y mujeres. Y cuestiona al mismísimo Rousseau: “¿Dónde están las mujeres en su contrato, señor Rousseau?,” le interpela con seguridad, valor y hartazgo.

Menciona no sólo a la clase privilegiada, como se le critica al feminismo intelectual, cuestiona el lugar del ama de casa, de la sirvienta y de todas las mujeres.

Si Vindicación de los derechos de la mujer se ha ganado su estandarte dentro de la historia del feminismo es porque comparte y reúne las razones que unen a esta lucha: el hartazgo, la reflexión y un firme cuestionamiento hacia las imposiciones patriarcales que subyugan a las mujeres.

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