Miguel Díaz-Canel, virtual sucesor de los Castro en Cuba

El saliente presidente lo fichó por su sólida ideología y discurso fiel a la ortodoxia revolucionaria

 Miguel Díaz-Canel, virtual sucesor de los Castro en Cuba
Agencias | Raúl Castro junto a Miguel Díaz-Canel, durante una sesión del parlamento cubano  Miguel Díaz-Canel, virtual sucesor de los Castro en Cuba

Miguel Díaz-Canel, el disciplinado pupilo de Raúl Castro, se dispo­ne a entrar en el libro de la his­toria de Cuba como el primer presidente del poscastrismo.

El actual vicepresidente encabeza la propuesta de la Comisión de Candidaturas Nacional (CCN). El primer presidente de Cuba que en casi 60 años no se apelli­dará Castro y que no llevará uni­forme militar, encabezará así el relevo generacional con el obje­tivo de asegurar la superviven­cia del sistema socialista, reve­ló el portal 14 y medio.

Perteneciente a una genera­ción que no participó en la lucha de Sierra Maestra, educada en la ortodoxia comunista y cuya juventud sí conoció el socialismo auspiciado por la extinta URSS.

En 2003 se produjo un paso sustancial en su trayectoria: ade­más de ser nombrado primer secretario del partido en la pro­vincial de Holguín, ingresó en el todopoderoso Buró Político del PCC.

Ya estaba en la mira del gene­ral Raúl Castro que, entonces, subrayó de Díaz-Canel su "alto sentido del trabajo colectivo y de exigencia con los subordinados" y su "sólida firmeza ideológica".

Su paso al Gobierno llegó en 2009 como ministro de Educa­ción Superior. Cuatro años des­pués, en 2013, fue elevado a pri­mer vicepresidente de los Con­sejos de Estado y de Ministros. Díaz-Canel es un político expe­rimentado que se ha conducido con cautela, sabedor de los ries­gos que entraña ser tentado por las mieles del poder.

En sus intervenciones públi­cas, siempre ha exhibido un dis­curso fiel a la ortodoxia revolu­cionaria, con continuas referen­cias de lealtad a Fidel y Raúl Cas­tro y a la generación histórica que luchó en Sierra Maestra.

Un aspecto que le distingue de sus predecesores es cierta sen­sibilidad por impulsar las nue­vas tecnologías en Cuba, uno de los países del mundo con menor acceso a internet.

Descartada una transición política, el candidato está lla­mado a culminar las reformas que Raúl Castro deja pendien­tes como la unificación moneta­ria, la ampliación del trabajo pri­vado, la inversión extranjera o la mejora de los precarios salarios en el sector estatal.

Otro interrogante es cómo gestionará las maltrechas rela­ciones con Estados Unidos.

Y uno de los enigmas más inte­resantes es cómo consolidará su propio liderazgo, tanto de cara a la población como en los com­plejos equilibrios del poder en Cuba entre el Partido Comunista, las Fuerzas Armadas, el Gobier­no y los sectores reformistas y ortodoxos.