La Union Jack resurge tras el Brexit como icono pop y símbolo identitario

Desde la Segunda Guerra Mundial, la Union Jack consiguió convertirse en un icono de la cultura popular y “divorciarse exitosamente de sus orígenes nacionalistas”,

La Union Jack es venerada por muchos británicos, pero la cultura popular ha adoptado esta icónica bandera para tapizar muebles, diseñar ropas o comercializar música por todo el mundo, hasta convertirla en algo casi banal, una tendencia que no deja de crecer en el Reino Unido.

En una de sus apariciones recientes más destacadas, la cantante Dua Lipa -británica de raíces albanokosovares- sorprendió ataviada con un vestido de la Union Jack a cargo de Vivienne Westwood en su actuación de los últimos Brit Awards. No es novedad, ni patriotismo.

La “Spice Girl” Geri Halliwell, David Bowie o el guitarrista de “The Who”, Pete Townshend, ya lo habían hecho antes, pero la Union Jack ha conseguido pasar de generación en generación sin perder popularidad ni frescura.

Desde la Segunda Guerra Mundial, la Union Jack consiguió convertirse en un icono de la cultura popular y “divorciarse exitosamente de sus orígenes nacionalistas”, algo que el Brexit amenaza con devolver, según explica a Efe el arquitecto y periodista especializado en diseño Edwin Heathcote.


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Tras la salida de la Unión Europea, la bandera del Reino Unido ha reafirmado su papel como máximo exponente de la identidad británica, especialmente para el “premier” Boris Johnson, que la luce en su mascarilla, en sus conferencias, y obligó por ley hace unos meses a que ondee todos los días del año en los edificios gubernamentales.

Mientras en la torre del Parlamento ondea majestuosamente la bandera, a pocos pasos de allí se hace patente su extrema dualidad, reconvertida en souvenirs y baratijas de todo tipo o encerrada en el envoltorio de decenas de productos en el supermercado.

ERRORES INTERNOS

La Union Jack también tiene sus detractores, puesto que su diseño lleva inherente también el pasado colonial del Reino Unido, y por este motivo todavía está presente en las banderas de países como Australia, Nueva Zelanda o incluso en estados como Hawai (Estados Unidos).

Ideada por el conde de Nottingham en 1674, desde su nacimiento no ha estado exenta de polémica, puesto que el hecho de que la cruz roja de San Jorge se superponga sobre la cruz blanca de San Andrés para muchos fue interpretado como un sinónimo de la superioridad de Inglaterra sobre Escocia.

Este diseño se completa con la cruz aspada y roja de San Patricio, representando a Irlanda del Norte, pero para el periodista y escritor de “El poder de las banderas”, Tim Marshall, posee errores internos “problemáticos”, ya que no representa a la cuarta nación, Gales, y por tanto no refleja la totalidad del Reino Unido.

Heathcote va más allá y afirma que en los últimos años los ingleses tampoco "han tenido en cuenta las opiniones de los escoceses y los irlandeses", por lo que augura que se está ante el comienzo del fin del Reino Unido y, por tanto, de la Union Jack.

"Es inevitable. Irlanda se unirá de alguna forma y Escocia abandonará. Gales, que irónicamente es el único país que no está representado, se quedará con nosotros. Y entonces habrá que crear otra nueva bandera”, concluye.

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