La Quema de Ceras

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Habitantes de la centenaria comunidad de San Vicente Coyotepec festejan el Día de Muertos con una visita al panteón donde velan a sus seres queridos durante la madrugada del 2 de noviembre   Patricia FLORES Corresponsal puebloSAN VICENTE Coyotepec.- Desde la fundación de San Vicente Coyotepec, municipio enclavado en la Mixteca poblana desde hace más de 350 años, sus habitantes, en su mayoría de origen popoloca, rinden culto a sus muertos velándolos en el panteón del pueblo, el cual fue construido hace poco más de 150 años; la “quema de ceras”, como se le conoce a la tradición, es la noche del 1 de noviembre para amanecer el día de Fieles Difuntos, es una costumbre que prevalece. Desde días previos se colocan las ofrendas en las casas de sus habitantes, en su mayoría adultos mayores, mujeres y niños, la migración ha hecho que muchas de las viejas casas de piedra blanca estén casi abandonadas, de otras solo quedan los paredones, las nuevas generaciones conocen el pueblo, pero viven en lugares como la Ciudad de México, Puebla, Tehuacán, o incluso en el vecino país del norte. Lo anterior no impide que sigan con la tradición, desde esos lugares envían dinero, o artículos a los parientes que aún viven en la población para hacer los preparativos para la noche grande, la “noche de difuntos”; además de las tradicionales flores, tanto el moco de pavo, como el cempasúchil, es indispensable comprar ceras para cumplir con la tradición, lo cual ha sido más oneroso año con año, pero aun así se cumple. Con poco más de dos mil 300 habitantes registrados en el municipio, el número de visitantes al panteón llega a doblar al total de la población habitual, el camposanto municipal llegó casi al tope de su capacidad hace casi 25 años, luego de ser fundado alrededor de 1860 y dar cabida a los difuntos del pueblo durante todo ese tiempo, fue necesario crear uno nuevo, el espacio fue donado justo frente al antiguo. En el panteón viejo, como se le conoce, muchas tumbas están ya hechas polvo, o han sido abandonadas porque toda la descendencia ha fallecido, pero fiel a la costumbre de la población los muertos que en esta tierra han sido sepultados no son exhumados, ellos permanecerán en el mismo sitio de forma permanente, a menos que sus familiares decidan otra cosa, si es que aún el occiso cuenta con familiares. Los familiares de los difuntos cargan hasta el panteón bancos, cobijas, cartones, pues la noche es larga y la misión es cuidar que una vez que las ceras se enciendan, su luz no se apague en toda la noche hasta que se consuman, tarea nada fácil porque en ocasiones el aire de la madrugada las puede apagar, pues el panteón está en lo alto de un cerro y el aire pega de frente. Este año el problema no fue el aire, sino la lluvia que azotó el cerro durante toda la tarde y parte de la noche, la cual por momentos hizo pensar que se complicaría la velada en el panteón, pero fue poco después de las 22 horas que el cielo se despejó, y salvo un poco de lodo, la noche fue tranquila y sólo caló el frío por la madrugada; el momento en que más se tiritó fue alrededor de las 3 horas, ya del 2 de noviembre. El camposanto viejo, cuentan los ancianos, a quienes les dijeron sus abuelos, que fue bardeado por los propios habitantes; muros de piedra blanca rodean las más de 500 tumbas, de las cuales un 70 por ciento son visitadas durante la madrugada de Fieles Difuntos, sin embargo, desde su fundación hace más de 150 años, nunca recibió mantenimiento alguno, administraciones municipales fueron y vinieron, sin tomarse la molestia de mejorar el sitio. Fue después de Todos Santos el año pasado, cuando un grupo de ciudadanos tomaron la decisión de formar un comité que se encargara de las mejoras al panteón, las cuatro paredes prácticamente están derrumbadas, la del lado poniente tenía un boquete que permitía el libre paso al interior del lugar, dando pie a que personas hicieran destrozos en sepulturas, además había animales que habían hecho nido en algunas tumbas. Al frente del comité quedó, Cirilo Martínez Flores, quien junto con sus compañeros contactó a familiares de los difuntos sepultados en el panteón, solicitándoles una cooperación voluntaria para las mejoras, las hubo de varios montos, desde 30 pesos, hasta más de mil pesos, que dependían de las posibilidades de las familias; alrededor de marzo se empezaron los trabajos, en total se reunieron 38 mil 581 pesos, de los cuales se utilizaron 37 mil 747 pesos, cabe resaltar que el municipio no aportó recurso para el mejoramiento del lugar. Eso no limitó, se arreglaron pintaron bardas, además se arrancó hierba de algunas partes; Martínez Flores, reconoce que faltan cosas por hacer, pero señala que ya han hecho el primer tramo para dignificar el panteón y seguirán el próximo año, para lo cual volverán a pedir cooperaciones, pues lo importante es que se tenga un lugar digno en donde cada año las familias se vuelvan a reunir en torno a los que se nos han adelantado.