Aunque se trata de una de las festividades más arraigadas del sur del estado, hasta finales del siglo 19 era ajena a los pobladores; 500 danzantes celebran su día frente a la iglesia de san Juan Bautista Martha HERNÁNDEZ Corresponsal  Hace miles de años, los olmecas celebraron por primera vez el haber dado muerte a la bestia que come gente, el océlotl —jaguar—, conocido después como el Tecuani. En pleno 2015, la Mixteca poblana aún recuerda este heroico hecho y celebra la Danza de Tecuanes. Según los danzantes, la primera vez que esta tradición fue representada en el municipio de Acatlán de Osorio fue el 24 de octubre de 1890, durante los festejos al arcángel san Rafael. Sin embargo, esta danza, proveniente de la cultura madre de Mesoamérica, arribó a suelo acateco traída desde otra región del país, y pese a tratarse de un evento ajeno a territorio poblano, echó raíces y cada 23 de junio se le conmemora. Tehuitzingo fue el municipio que participó primero en la danza, con la impartición de “El Guayabo”. Ahora, más de un siglo después, alrededor de 500 tecuanes se reunieron en Acatlán para danzar al ritmo de los tambores en la explanada de la iglesia de San Juan Bautista, el santo patrón, a quien también se rindió culto. La llegada a Acatlán Aunque una de las regiones donde mayor presencia tiene la Danza de Tecuanes es Acatlán de Osorio, la festividad “entró” por Tehuitzingo, quienes la aprendieron de vecinos de Cocula, Guerrero, a quienes conocieron en una peregrinación al santuario de Chalma. En Cocula, el maestro de danza era José Fosetle, además, había personas de origen zapoteca y chichimeca involucradas, las cuales vivían a lo largo de la serranía guerrerense y colindancia con Puebla. Los pueblos eran capitaneados por dos jefes, uno de ellos conocido como El Viejo Lucas y el otro como El Viejo Moranchi, quienes poseían extensas tierras y contaban con ranchos donde se criaba ganado. Fue así como trabajadores de los ranchos Cuahulutla y El Guayabo enseñaron la danza a vecinos de Tehuitzingo durante la referida peregrinación. Con el tiempo, la festividad se arraigó en suelo poblano y adquirió tintes propios, incluso se convirtió en parte importante de otras celebraciones de la zona. La danza Al compás de más de 30 sones entonados con flauta y tambor, decenas de participantes toman parte en la Danza de Tecuanes. Sin embargo, hay un orden. Se forman dos grupos, en fila, cada uno encabezado por El Viejo Lucas y El Viejo Moranchi, respectivamente. Todos su “hijos” se colocan detrás de ellos. En la Mixteca, cada uno de los 30 sones tiene un significado diferente, que va desde actividades laborales de la zona hasta hechos sociales, como sembrar y cortar caña, las epidemias, o conmemorar a algún animal de la región, como las iguanas, toros o liebres. |