Cazuelas de Amozoc, oficio heredado desde hace 80 años

Las tradicionales cazuelas de Amozoc son realizadas en en alguno de los ocho talleres de alfarería que se dedican a su fabricación y decoración

En algunos lugares de la República Mexicana y en varios municipios del estado de Puebla, el mole es el platillo que se degusta por tradición. Para concentrar su esencia y sabor, suele prepararse en las tradicionales cazuelas de barro.

En el municipio de Amozoc, ubicado a 18 kilómetros de la capital poblana, aún existen talleres de alfarería donde se hacen estas vasijas que han llegado a diferentes lugares del país y del mundo entero.

De acuerdo con los datos de los alfareros, este oficio se inició hace más de 80 años y existían alrededor de 150 talleres que se dedicaban a hacer las tradicionales cazuelas de barro; esta vasija estuvo en los momentos más importantes de las casas mexicanas.

Amozoc era un paso obligado para muchos viajeros que iban a la capital del país o al puerto de Veracruz, por lo que se volvió común que llegaran a comprar ollas, cazuelas o algunos contenedores que eran utilizados de manera cotidiana.

Con el paso del tiempo, y debido a la llegada de nuevos productos, las amas de casa dejaron de tener y utilizar las cazuelas de barro, y con ello perdió presencia en las cocinas mexicanas; sin embargo, es posible verlas en los pueblos y en las cocinas tradicionales.

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Arte y fabricación

La elaboración de las cazuelas es un oficio que ha pasado de generación en generación. En el municipio de Amozoc se conservan 8 talleres que se dedican a su fabricación y decoración. Uno de los talleres más representativos es del de don Serafín Soledad, ubicado en el barrio de Tepalcayuca, que desde hace más de 80 años se ha especializado en crear piezas de todo tipo, pequeñas con apenas 15 centímetros de alto, hasta las más grandes que pueden superar los 80 centímetros, utilizadas para preparar alimentos que se servirán en fiestas y ferias, por su capacidad.

El oficio de alfarero ha alcanzado casi tres generaciones y sus hijos continúan con el legado de elaborar cazuelas, que no es una tarea fácil.

Primero se busca barro virgen en los cerros del municipio, ya que la esencia es el idóneo para elaborar las piezas necesarias. Después, el barro se expande en el piso y se humedece; una vez seco, debe batirse. Muchos alfareros prefieren usar los pies, para garantizar que no existan grumos y el trabajo sea más certero.

Tiene que pasar un poco de tiempo para empezar a trabajarlo, pues es difícil modelar cuando presenta una consistencia aguada. Debe darse una segunda pisada antes de comenzar.

Con ayuda de una máquina especial, y que gira gracias a que el alfarero la mueve con los pies, comienzan a formar cajetes; también se hacen tiras de barro denominadas fajas, que sirven para ampliar la altura o el ancho de la cazuela.

El tiempo de secado y terminado varía dependiendo la pieza. Las denominadas cazuelas de mole, tardan de 6 a 8 días para estar listas, ya que el moldeado se hace en un día y se seca en cuatro. Después deben cocer el barro, actividad que consume un día más. Después se decora y se mete al horno de nuevo, para dejarla secar por completo, lo que puede llevar de dos a tres días.

Las condiciones climatológicas juegan un papel muy importante para los artesanos, pues en las épocas de lluvia los trabajos pueden tardar un poco más, por el tiempo de secado.

En el horno en el que cuecen las piezas pueden meterse de 70 a 75 piezas. Deben acomodarse meticulosamente, para evitar que se dañen entre ellas.

Los precios pueden variar dependiendo el tamaño. Algunas pueden costar 80 pesos y las más grandes pueden venderse hasta en mil pesos. 


Alcanzan varios rincones del mundo

La cazuela más tradicional o comercial es la denominada media campana, que se utiliza para elaborar mole en bodas, cumpleaños u otra celebración importante.

Omar Luna, trabajador del taller de don Serafín, indicó que llegan al taller personas de diferentes partes de la República Mexicana a preguntar por las piezas y cazuelas, sobre todo de Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Veracruz, Yucatán, Chihuahua, Sonora y Monterrey, ya que son parte de la gastronomía tradicional mexicana.

Don Serafín Soledad indicó que las cazuelas de Amozoc han llegado a países como Estados Unidos, España, Japón, Sudáfrica, Inglaterra y Francia. El lugar más lejano que tienen registrado es Australia, ya que los turistas llegan al taller para llevarse las artesanías de barro.

A pesar de que en muchos lugares su utilización ha sido reemplazada, don Serafín se siente orgulloso de preservar este gran trabajo, con el que ha podido sacar a su familia adelante; además, con su trabajo las personas pueden llevarse un pedacito de Amozoc hasta donde se encuentren.

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