Tanto la madre como el hijo piden por un milagro, pues ambos se encuentran en un confinamiento interminable por las condiciones de salud. Inclusive, su propio hogar, cuyas paredes están cubiertos de bolsas de plástico, se encuentra a un lado de un rio, por lo que temen que sea un foco de infección.

"La vida ha sido dura para nosotros, he llegado a pensar que mejor deberíamos acabar con todo este sufrimiento, me he sentido tentada a ponerle algo a la comida para así irme y llevarme a mi hijo conmigo, porque si no lo cuido yo ¿quién lo hará? Somos una gran carga para mi esposo, quien también ya está muy cansado", dijo Elsa, con los ojos llenos de lágrimas, tentada por el suicidio.

Desesperada, Elsa pidió a la sociedad que no los olvide, ya que no ha recibido atención por parte de las autoridades.

Por el momento duerme en un colchón desecho, cuyos alambres la hieren cada vez que se acuesta. “Por lo mientras, no nos queda de otra”, dice Elsa con la esperanza que la ayuda llegue pronto.