Mafias, narco y censura; jugarse la vida como periodista en Veracruz

Desde el 2010 a la fecha, la cuota de sangre que debió pagar el periodismo es de 27 comunicadores asesinados.

Con profundas cicatrices por la muerte de 27 compañeros y seis desaparecidos en 15 años, los periodistas de Veracruz enfrentan hoy nuevas amenazas a su persona y al derecho de informar, tal y como refleja el asesinato y decapitación de Julio Valdivia.

La cobertura de intensos tiroteos poco a poco queda atrás. Quienes ejercen afrontan un doble obstáculo parecido al de muchas otras regiones de México, considerado uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo.

Al exterior, a los reporteros de Veracruz los acechan los tentáculos del narcotráfico, autodefensas, cacicazgos, y en el gremio, abunda la falta de capacitación, la improvisación y una brutal precariedad laboral.

El 80 por ciento de más de 200 periodistas encuestados por la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, tienen jornadas de más de 8 horas diarias, pocos descansos en fines de semana, sólo a un 8 por ciento les pagan horas extras, un 24 por ciento disfruta de vacaciones y un 73 por ciento reportó salarios mensuales promedio de unos 7 mil 500 pesos (unos 350 dólares).

En las grandes ciudades, un periodista se emplea hasta en cuatro empresas periodísticas. En zonas rurales, combinan la actividad reporteril con otros oficios, desde taqueros hasta vendedores de tamales.

 

UNA REGIÓN MUY COMPLEJA

Periodistas de zonas claves comparten su visión y desafíos.

Desde la capital veracruzana, la periodista Eirinet Gómez recuerda que el estado tiene dimensiones de países de Centroamérica y su geografía conlleva una complejidad y problemática particular, con una gran cantidad de intereses gremiales, políticos y sociales.

"Se requiere tener un gran contexto y preparación académica profesional que nos dé principios básicos del trabajo periodístico. Veracruz tiene puntos ciegos y si es difícil para la autoridad observarlo, como periodista requiere cierta capacidad y preparación," insiste la corresponsal de La Jornada.

El 47 por ciento de periodistas reveló contar con estudios de licenciatura y solo 9 por ciento de posgrado.

En municipios apartados un número importante ejercen distintos oficios y saltaron al periodismo como Valdivia, quien había sido policía municipal y luego entró de lleno a la "reporteada", con pasión y con la misma motivación que lo llevó a, adicionalmente, vender tamales para sobrevivir, según han expresado sus allegados.

Desde el puerto de Veracruz y con 17 años de fotoperiodista, Patricia Morales admite que para aquellos que estudiaron periodismo o Ciencias de la Comunicación son complicadas las coberturas, pero lo es aún más, y resultan más peligrosas, para quien no tiene preparación académica.

 

LA VIOLENCIA ARRECIA

La composición del narcotráfico en Veracruz se modificó desde 2010, cuando el violento Cártel de los Zetas tenía un dominio territorial de casi el 90 por ciento en Veracruz. Posteriormente, cinco cárteles se "dividieron" el estado, que entró en una fuerte espiral de violencia, especialmente hasta el 2016.

Desde el 2010 a la fecha, la cuota de sangre que debió pagar el periodismo es de 27 comunicadores asesinados (24 en Veracruz y 3 en otros estados) y seis desaparecidos, el vigésimo cuarto fue Julio Valdivia, muerto hace una semana.

"Ha habido una normalización a nivel social, entre colegas y la clase política, y eso es muy malo para los derechos de los colegas porque se tienden a minimizar los riesgos," lamenta el activista Israel Hernández.

 

SILENCIO O BALA

Las llamadas "zonas silenciadas" se imponen en municipios y amplías regiones.

El reportero de nota roja del diario El Buen Tono, Gerardo Luna, realiza coberturas en la región montañosa central. Afirma que continúan altos niveles de violencia relacionada con la disputa de grupos del narcotráfico, lo que mantiene riesgos fuertes con un salario raquítico.

"En mi caso tengo un salario base, pero algunos tienen varios empleos, incluso en portales propios para tener un ingreso extra," revela.

 

POBREZA Y MAFIAS

En el sur, se enfrentan a problemas de estados colindantes como Oaxaca, Chiapas y Tabasco, regiones con altos niveles de pobreza y una fatídica industria del secuestro y de mafias de tráfico de migrantes.

"De 5 años a la fecha nos tenemos que cuidar más y tomar medidas de seguridad", afirmó Armando Serrano, con diez años de experiencia y quien trabaja en el diario Presencia.

A la cobertura de disputas entre cárteles, se añadieron los rifirrafes con los autodefensas, grupos de ciudadanos, en su mayoría ganaderos, fuertemente armados con quienes han tenido roces.

 

CENSURA POLÍTICA

En el norte, la presencia del crimen organizado y sus vastos tentáculos representó en el pasado un grave riesgo, pero hoy, dice el periodista Édgar Escamilla, el problema son los grupos políticos locales.

Uno de los casos más tristemente icónicos fue el asesinato del fotoperiodista Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera, en un quíntuple homicidio en la Ciudad de México en 2015.

Ambos habían huido de Veracruz alegando amenazas y hostigamiento del gobernador estatal de entonces, hoy preso por corrupción, Javier Duarte.

Para Eirinet López, la precariedad laboral y la violencia extrema son un "binomio mortal" para periodistas con poca capacidad para exigir sus derechos.

 

MÁS ALLÁ DE VERACRUZ

La violencia contra la prensa en Veracruz es solo un reflejo de las condiciones que viven tantos otros reporteros en el país.

Un reciente informe de la ONG Artículo 19 documentó 406 agresiones contra periodistas y medios de enero a junio. Esto representa un incremento del 45 por ciento en comparación con las 280 agresiones documentadas durante el mismo periodo en 2019.

En 2020, con el de Valdivia, ya son cuatro los comunicadores asesinados en el país por su labor.



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