Silveti corta dos orejas en festejo de 150 años de Piedras Negras

Fue Jerónimo el que realizó las dos faenas más interesantes de la tarde, especialmente al que abría plaza. Jerónimo ligó tandas en muy poco terreno, muy ceñido al animal, con mando.

Diego Silvei cortó dos orejas al toro que cerró plaza en el festejo charro por el 150 aniversario de la ganadería de Piedras Negras celebrado este sábado en la Plaza de Toros Jorge Aguilar “El Ranchero”, en Tlaxcala.

También Jerónimo y Fermín Rivera no obtuvieron trofeo siendo el primero el que mejores momentos dejó en el ruedo. Los toros del hierro homenajeado tuvieron casta en general destacando el segundo y tercero.

El encierro, auspiciado por el gobierno de Tlaxcala, estado en cuyas tierras reside Piedras Negras, dejó ver algunas de las virtudes de la legendaria divisa, principalmente revolverse con peligro durante el desarrollo de la lidia.

Las seis reses bravas, todas con hechuras muy de su encaste Saltillo, tuvieron casta y fijeza suficiente para que el aficionado disfrutase de una tarde toros seria, sin espacio para excesivos adornos insustanciales, ya que los animales exigieron en todo momento a los espadas.

Los dos toros mejor presentados fueron también los de mayor calidad. El segundo que tocó en suerte a Fermín Rivera mostró ambición en el tercio de varas al igual que vigor tomando los engaños.

El tercero, que enfrentó Diego Silveti, hacía el avión con mucha emoción tomando la muleta. Su bravura dio un susto a un subalterno de tanta experiencia como Juan Ramón Saldaña tras dejarle un par y el animal perseguirlo hasta el burladero al que el banderillero llegó con alivio.

Este toro recibió un justificado arrastre lento. Estos bureles estuvieron por encima de sus contrincantes.

Rivera toreo con la muleta muy atrasada, en paralelo, ejecutando tandas sin fijeza, muy aliviado. Silveti, igualmente despegado, provocó que la bravura del toro se diluyese sin lucir por la falta de mando, hasta que el fondo del animal se acabó.

Esta carencia de fuerzas está siendo una comprensible característica común de los animales lidiados en México en la reanudación de la actividad taurina.

Fue el mexicano Jerónimo el que realizó las dos faenas más interesantes de la tarde, especialmente al que abría plaza. Jerónimo ligó tandas en muy poco terreno, muy ceñido al animal, con mando.

Había empezado la faena con medias verónicas templadas, el temple lo mantuvo con la muleta. El poco fuelle del toro y matar al segundo intento, con una buena estocada, le privó de trofeo.

Con su segundo, Jerónimo no estuvo tan aseado ni quieto, pero con personalidad llegó a ofrecer una tanda de naturales imperfecta pero marcando el tempo de la embestida del de Piedras Negras.

El quinto de la tarde y el sexto embestían con la cara a media altura. Rivera dejó muy buenos momentos con el capote y Silveti al que cortó dos orejas tuvo el mérito de saber bajarle la mano para meterle en la tela a pesar de la evidente falta de entrega del toro.

La faena no fue merecedora de premios, pero sí la estocada recibiendo; el toro escupió desde sus entrañas, ya herido de muerte.

Caminó mucho Silveti durante la faena, de manera ostentosa recuperando terrenos hacía atrás cuando citó de lejos, solo al final de la faena hubo algo de acople.

El toro recibió una vuelta al ruedo como homenaje al hierro cumpleañero.

Festejo de impecable ritmo de lidia, producción sobria en la emisión y cumplimiento estricto de la normativa sanitaria que mantiene el pulso vivo de la tauromaquia en México, mientras las circunstancias las marque la pandemia de la Covid-19.



 

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