*** La comunidad tiene una tradición en el manejo de explosivos, pero se ve amenazada por la industria extranjera, en el mercado del entretenimiento Gregorio FUENTES Enviado especial SAN MIGUEL Zacaola, Hueyotlipan.- La comunidad es próspera, pero al mismo tiempo, triste, solitaria y silenciosa. Es sábado, y la gente no recorre el Zócalo. Un vendedor de tacos, rodeado de perros callejeros y flacos en espera de un trozo de carne que caiga al suelo, parece, de momento, ser el único habitante del pequeño pueblo. Hay pocas casas en los alrededores de la plaza local y, entre más se aleja uno, esos hogares, se apartan del centro. Más allá, pequeñas naves y bodegas. La razón de su separación es sensata: allí se producen fuegos pirotécnicos, y el temor de las explosiones está siempre presente. En esta población, 2 mil familias, el 80 por ciento del total de los habitantes, viven de la industria pirotécnica. Desde niños, hasta amas de casa, todos cooperan con la fabricación de los fuegos artificiales. Un productor, en la época alta para las ventas, de septiembre a enero, puede obtener ganancias de hasta 400 mil pesos por mes y un millón de pesos al año. Las finanzas de artesanos En un mes regular, un fabricante aspira a ganar entre 80 y 100 mil pesos, con un 30 por ciento de ganancias libres para los productores. Es tal la fuerza de la industria en la comunidad, que pertenece al municipio de Santo Tomás Hueyotlipan, que se han agrupado: la Unión Estatal Poblana de la Pirotecnia. En 2006, se unieron 50 talleres que, en conjunto, han participado en eventos como el 11 Simposium Internacional de la Pirotecnia y la clausura de La Ciudad de las Ideas. Preparan, además, la Primera Feria Estatal de Pirotecnia. Dentro del mundo de la pirotecnia existen tres ramas importantes de productos: la castillería, que es la tradición de Zacaola; la juguetería, que es la producción de artículos pequeños, conocidos como cohetes, ajena a la comunidad, pero presente en comunidades cercanas; y los piromusicales, espectáculos de luces, música y fuegos artificiales. Un castillo, bastante común en las fiestas patronales de varias localidades, tiene un costo de 100 mil pesos; el más barato se cotiza en 30 mil pesos. Por su parte, el show piromusical se mide por minutos. Cada minuto vale 15 mil pesos; los eventos más cortos duran cinco o seis minutos, los gubernamentales pueden durar hasta 20 minutos. En su despacho, justo sobre su centro de distribución de pirotecnia, Emma Pérez Romero, presidenta de la Unión, comenta, lamentándose por la situación y el escaso apoyo gubernamental, que la industria china, dedicada a la pirotecnia de juguetería, genera pérdidas de hasta un 30 o 40 por ciento a la industria poblana. Impulsan industria poblana No obstante, los productores poblanos ya han pensado en medidas para poner fin a la invasión: comenzar a producir en serie. Comúnmente los pirotécnicos poblanos trabajan sobre pedido, aprovechando que México es el único que país en el mundo que elabora castillos. La comunidad no habla de accidentes en la región, incluso, si los hay, los mismos vecinos impiden que extraños se enteren, pues desean mostrar el buen lado de la pirotecnia; además, acusan la constante extorsión de autoridades. A los niños que se dedican a recoger carrizos en el campo, se les paga 50 pesos por rollo. A las mujeres, se les dan 30 pesos por un rollo con 144 tubos de cartón, hechos a mano. Allí, la pirotecnia se hereda. Benito reyes, de 98 años, es el productor más viejo del pueblo. No obstante han dejado la estafeta a sus hijos. El negocio le ha permitido a algunos fabricantes, el poder darle educación superior a sus hijos. Inversión en tecnología, adquisición de nuevos productos píricos, mejoramiento de calidad, están entre los aportes de los herederos, en su mayoría, ingenieros. Tecnología en los fuegos Juventino Ramírez, hijo de Emma Pérez, es diseñador de eventos piromusicales, sencillo y tranquilo, explica el proceso de producción de un show piromusical: “Primero se simula un diseño por computadora, y después se mandan a la fabricación, donde se les agregan los colores, los efectos, los segundos de reacción y las formas. El montaje puede ser manual o electrónico“. En los talleres productores de pirotecnia no está permitido el uso de equipo eléctrico. “La pólvora no se usa tanto como se cree, se usan más los nitratos (de estroncio, de bario, de potasio, entre otros), que sirven para darle color a la explosión”, explica el diseñador, mientras muestra, una bodega llena de estructuras y productos terminados. En un molino, la pólvora es procesada. Existen dos tipos de la misma, de acuerdo con su reacción: fuerte, que se muele por 10 horas; o suave, que sólo se procesa cinco horas. La materia prima es, en su mayoría, importada de China. No obstante toda la fabricación es manual, desde las mechas hasta los castillos ya terminados. |