Chignahuapan, Pueblo Mágico y “esférico”

Chignahuapan, Pueblo Mágico y “esférico”
esferas Chignahuapan, Pueblo Mágico y “esférico”

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Memorias del Crimen

Más de 10 fábricas y 400 talleres alberga este municipio ubicado en la Sierra Norte en constante lucha con productos chinos; la producción de las artesanías rebasa los 80 millones de piezas anuales Mario GALEANA esferasLa neblina impide ver más allá de 10 metros, aunque esto no es algo que preocupe a los pobladores de Chignahuapan, municipio apostado en la Sierra Norte de Puebla, pues saben que sólo durante dos meses, abril y mayo, el sol deja entrever sus tímidos rayos sobre los tejados cafés del pueblo. La gélida caricia del viento, sin embargo, no se siente igual dentro del estrépito de las más de 10 fábricas y 400 talleres dedicados a la producción de un elemento que, a la par de la niebla, se ha vuelto emblema del pueblo mágico: la esfera. Al año, Chignahuapan produce la redonda cantidad de 80 millones de esferas, lo que significa más del 50 por ciento de su actividad económica, revelan datos de la Secretaría de Turismo de dicho municipio. No obstante, dicho auge ha dado pie a una separación en cuanto a la manufacturación de las esferas, ya que mientras algunas fábricas producen de 14 a 25 millones de esferas al año, otros talleres han implementado prácticas cuya complejidad, bien remunerada ante el producto final, permite sólo la fabricación de tres esferas al día. Es, pues, un panorama distinto el que se percibe en cada fábrica, en cada taller. Todos ellos, sin embargo, son guiados y transitan por un eje común: la mano de los más de 15 mil artesanos, casi todos natales del neblinoso pueblo mágico, dedicados a dicho oficio. Las manos artesanales El proceso por el cual una esfera es creada consta, de manera general, de cinco pasos: el globeo, el metalizado, el pintado, la decoración, y el encasquillado y empaquetado. Dicho proceso tiene una duración de tres minutos, siendo el globeo el que mayor tiempo requiere: entre 50 y 90 segundos. José López Rivera es una de las privilegiadas que conoce las técnicas necesarias para el globeo. Aprendió el oficio desde “muy chiquita”, como ella misma refiere, a la edad de 15 años. “Nomás viendo a otros es como fui aprendiendo. Ahora ya tengo 29, pero en ese entonces estaba muy chiquita. Fue la necesidad de ganar dinero lo que me orilló a aprender, y con eso también pude sacar a mis hijos adelante: Hazael, de 9, y Elizabeth, de 5 años”, relata la joven cuyo cabello ha sido trenzado. Luego, José prende el soplete y la llama, que refulge azulada, brota a tan sólo 30 centímetros de su rostro. Toma una de las 30 varillas de vidrio que aguardan a la mesa, y se la lleva a la boca y, más tarde, a la gran flama azul. Ésta cambia de color. Se torna de un rojo incandescente, de un luminoso naranja, hasta que José la retira de la flama para llenar las mejillas de aire y soplar dentro de la varilla, que para entonces se infla adquiriendo una forma esférica. La joven mujer integra de nuevo la ya esférica pieza de vidrio hacia la flama, y va manipulándola como si fuera una simple extensión suya. Las manos de José dan vueltas al vidrio hasta que adquiere, al fin, un perfecto y esférico estado. “Hay veces en que nos seguimos derecho y nos quemamos”, dice José luego de depositar la esfera sobre un contenedor, y agrega: “Es a base de ensayo y error. Me he cortado y me he quemado, pero es la confianza en nosotros mismos la que a veces hace que nos equivoquemos”, explica. No obstante, la forma convencional de la esfera ha quedado atrás. Ahora, campanas, hongos, bellotas e incluso pájaros son construidos a base del aliento de pocos artesanos como José, que han dedicado su vida a la manipulación del vidrio. Comercializadoras y talleres, distintos procesos El siguiente paso, el metalizado, es lo que ha servido como distintivo entre los tres talleres netamente artesanales de Chignahuapan, y entre el resto de fábricas e industrias. Mientras empresas como Anvisa, la más grande de la región y cuya producción anual se estima es de 25 millones de piezas, poseen metalizadoras, también llamadas “arañas”, en donde pueden cubrirse de aluminio 900 esferas, los pocos talleres artesanales han decidido cubrir con nitrato de plata dichos productos, por distintas causas. “El aluminio con que se le cubre no sirve de buena forma, porque tiende a rayarse, a maltratarse, a decolorarse. Como nuestra esfera es inyectada con nitrato de plata, es decir, el espejo lo lleva por dentro, no tiende a que le pasen estas cosas”, explica Zully Herrera Olvera, quien desde hace 16 años dirige y es propietaria del taller en el que José trabaja. Posterior a ello, viene la decoración y la pintura, que es otro de los procesos en donde se pueden apreciar las variaciones entre las comercializadoras y los talleres artesanales. Hay esferas, por ejemplo, cuya decoración y pintura requieren, como mínimo, de entre 30 minutos y hasta 8 horas, tiempo que las grandes fábricas y comercializadoras no destinan para la manufacturación. “La esfera que es a base de pintura al óleo y papel en oro es la más elegante. Pero tenemos cosas hermosas que no necesitan llevar una pintura tan complicada en el secado, como la estilo talavera y de mármol, aunque éstas sólo podemos hacerlas en mayo, cuando hace calor, porque si las hacemos en octubre o noviembre, la pintura no abre. Y, en cuestión de las esferas al óleo, sólo se pueden hacer tres de ellas al día”, explica Zully Herrera. Al final, comercializadoras y talleres coinciden de nuevo en el encasquillado y empaquetado, últimos dos pasos necesarios para que los objetos esféricos, ya barnizados, decorados y con un fulgor que en nada se ensombrece ante la neblina, salgan rumbo a distintos destinos del país, México y Europa. Chignahuapan, Pueblo Mágico y esférico Pero, ¿cómo es que más de 10 fábricas y más de 400 talleres se instauraron en el pueblo mágico de Chignahuapan? Fue a finales de la década de los años 60 cuando Rafael Méndez, un artesano proveniente de Tlapujahua, en el estado de Michoacán, emprendió el primer taller artesanal en el pueblo mágico. Ante la fácil asimilación del oficio por parte de los primeros pobladores que laboraron en dicho taller, las técnicas corrieron de voz en voz, cubriendo así al pueblo de Chignahuapan con una oleada de expertos globeadores de vidrio, pintores y decoradores. Durante el 2010, Chignahuapan saltaría a los ojos del mundo como referente productor de esferas, luego de que el entonces alcalde, Luis Ángel Carrasco, encabezara una delegación hacia el Vaticano en donde regalarían cinco mil objetos de este tipo. Sin embargo, un año después, el enorme dragón chino llegó a los mercados del país, golpeando la tradición acuñada por los moradores del Pueblo Mágico. Muchos talleres, fábricas e incluso la Casa Núñez, el escenario donde todo inició, tuvo que cerrar sus puertas, por la comercialización de adornos de procedencia China. “Chignahuapan va creciendo. Siempre y cuando los pobladores no dejemos que lleguen esferas de otro lado, y me refiero a las chinas, estaremos bien. En el momento en el que dejemos que este material nos bombardee, decaeremos. Mientras estemos unidos, como lo estamos ahora, los talleres e industrias seguiremos creciendo”, concluye Zully Herrera.