De camino a Tochimilco, lo que parecía una llovizna terminó en aguacero, eso me hizo dudar que este año no asistiera tanta gente al panteón.

Después de tantas curvas en la carretera y el mal clima, llegamos a donde comenzaba a instalarse un mercadito de flores y recipientes para adornar las criptas de los fieles difuntos.

El mayor número de familias comenzó a llegar a las 6 horas; ingresaban al cementerio cargando maletas de flores y dando los buenos días a los pobladores que ya estaban allí.

Los pétalos de cempasúchil cubrieron las tumbas, también se colocaron arreglos florales que se bañaron con el rocío de la mañana, al igual que ceras adornadas con listones.

Tochimilco es un poblado que se encuentra a las faldas del volcán Popocatépetl, desde el camposanto se apreció un instante el coloso nevado mientras amanecía, pero las nubes cubrieron su esplendor.

Dichosos son los muertos que descansan bajo el cobijo de Don Goyo, quien les brinda su compañía y es testigo de que la tradición se perpetúe de generación en generación.