En uno de los patios de la Casa del Abue, Miguel Ángel, de 67 años y originario de la capital, nos dice que no viene a la estancia de día "por lo que dan, sino por los talleres"; se refiere a la comida diaria y a las despensas que esa mañana entregó el Sistema Estatal DIF. "Y no es que yo sea pudiente, como me dicen algunos, pero gracias a Dios tengo frijol y tortillas en la casa; no te digo que en un futuro no vaya a venir, pero por ahora sé que hay personas que lo necesitan más que uno." Don Miguel, obrero pensionado del sector automotriz, trabajó 29 años para VW y antes en el sector textil. Vive con su esposa, quien a veces lo acompaña a sus terapias, pues se fracturó una rodilla hace más de 12 años; acude a sus clases de inglés y computación con regularidad, otros días juega baraja o va al gimnasio, "aunque no baje de peso", se ríe. "Tengo más tiempo libre, voy a donde yo quiero sin que me digan nada. Veo que otras personas, aún estando pensionadas, se aferran al trabajo; yo no, con los 50 y tantos años que trabajé, para qué quiero más." Con sus hijos, una mujer de 34 y un hombre de 33 -todavía dependientes de su padre-, Miguel asegura tener una "relación perfecta". Sin embargo, más adelante en la conversación nos compartió que su hijo, a pesar de su edad, le sigue ocasionando problemas. Lee: Adultos mayores, abandonados por la familia y el estado"Ahora ya vivo más tranquilo, pero todavía tengo una bronca económica por él, porque quería comprar una casa, compró finalmente un departamento, y ahorita me da en la torre con todo, porque me lo descuentan de mi pensión, y luego me quedo sin un quinto," se lamenta, asintiendo a la pregunta de si esto no le indica que los más jóvenes, por lo general, no entienden las nuevas necesidades de los adultos mayores. "Uno les dice que no hagan algo y ahí van, sabiendo que uno ya no puede estar detrás de ellos. A mi hijo, a la tercera vez -con tu perdón-, 'sí lo mandé a la chingada'. Le dije: 'Yo no tengo la necesidad de arreglar tus problemas, enséñate a ser responsable." A propósito de un presunto caso de maltrato compartido en redes sociales -ya aclarado por el Sistema DIF-, don Miguel es contundente: "Créeme que no son malentendidos, hay malos hijos que a fuerzas quieren, no sé, la herencia. Uno trabaja toda la vida y los hijos luego parecen pirañas. A mis hijos les digo: 'sabes qué, que te cueste, que sepas lo que es hacer algo en la vida'. Claro, el día que me muera, lo poco que tengo se les va a quedar, pero por lo pronto, que trabajen".
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