Pensamiento desertor viene de los padres: Maestra de Huehuetlán el Grande

La maestra asegura que los padres no ven oportunidades para sus hijos en las zonas rurales

Para Diana Vallejo, profesora rural de Huehuetlán El Grande —en la modalidad unitaria, donde ella se ocupa de más de 20 alumnos de los tres grados de preescolar—, la idea de deserción comienza desde los padres.

La maestra dice que los papás no se sienten identificados con su trabajo, con la comunidad y con las oportunidades que ésta podría ofrecerles a sus hijos.

En algunos, añade, este desprecio, pero también la idea que sus hijos tienen que ser mejores que ellos y que de ser posible deben irse a la ciudad, es interiorizado por los niños desde edades muy tempranas.

“Ahí empieza la deserción, en esta onda de que no se identifican con el estudio, pues no lo pueden relacionar con nada de su vida.

“Empiezan con este disgusto, pensando que ‘la escuela no me late, no me entiende, no me mira, me sigue negando’”, agrega.

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Además, señala, esto también es producto de la actitud de sus colegas profesores que trabajan en comunidad y se compraron el discurso de que vivir en una zona rural no ofrece posibilidad alguna de avanzar, de crecer.

Durante el ciclo escolar 2017-2018, en la modalidad escolarizada, estaban inscritos 2 millones 56 mil 490 alumnos al total del sistema educativo poblano; la educación básica —dígase preescolar, primaria y secundaria—, concentrando al 71 por ciento de los estudiantes, alrededor de 1.4 millones de niños y adolescentes.

El paso siguiente, la educación media superior, es donde más deserción escolar existe, pues de los 63 alumnos que lograron llegar hasta aquí —de esos 100 que iniciaron sus estudios en 2001-2002—, sólo 45 egresaron del bachillerato.

De acuerdo con el Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina de la UNESCO, la brecha de escolarización en México, es decir, la diferencia entre las personas de entre 15 y 17 años —en su mayoría— que están inscritos a la educación media superior y los que no, está estrechamente ligada al nivel socioeconómico de las familias y con el área de residencia.

Si en 2016, 75.2 por ciento de los adolescentes en edad para concurrir a los establecimientos lo hacía, este porcentaje observaba una reducción de 40 puntos por motivos socioeconómicos y en 14.3 por residencia rural.

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