Sin un modelo que funcione en penales, nunca se saldrá del encierro: académico

El académico Rodrigo Sánchez Torres afirmó que para los internos el proceso mismo de reinserción puede ser traumático

“Era una noche oscura (...) Raúl, perdido en sus pensamientos, no logró reaccionar a tiempo ante la voz alarmada de Sonia...” Así comienza uno de los cuatro cuentos publicados en la edición número ocho de la revista Operación Marte, resultado del Taller de Creación Literaria realizado en el Cereso de Puebla en 2018.

Rodrigo Sánchez Torres, uno de los facilitadores y doctorantes en Sociología por la BUAP, comenta que fue la dirección de trabajo penitenciario la que consideró que el taller podría ser importante para mostrar que los procesos de readaptación pueden dar resultados. “Para nosotros significaba abrir un medio de expresión a los reclusos para estimular la imaginación y el escape, ficticio o real, de su situación de encierro.”

Esta posibilidad, revela la Encuesta Nacional sobre Población Privada de Libertad (ENPOL) 2016, no se repite en los centros federales con esquemas de Contratación de Prestación de Servicios —todos acreditados por la American Correctional Association (ACA)—, en donde únicamente cinco por ciento de los internos tiene acceso al trabajo; de los que sí, apenas 30 por ciento recibe una remuneración. La misma encuesta señala que en la totalidad de los centros penitenciarios acreditados por la ACA, 78 por ciento de los reclusos no tiene programa educativo alguno; en los CPS —tanto federales como estatales—, la cifra alcanza a la mitad de los casos.

Lee: Puebla va por inversión privada en centros penitenciarios

“Nunca me voy a olvidar de cuando al finalizar uno de los dos talleres que dimos, nos dieron las gracias. No por el curso en sí, sino por no verlos como criminales, por verlos como seres humanos,” recuerda Rodrigo, quien a raíz de la experiencia y los testimonios recabados ha podido identificar que esta clase de programas —con un verdadero enfoque de reinserción social—, tiene un impacto directo en la autoestima de los reclusos.

El sentimiento de culpa es muy fuerte y el proceso mismo de reinserción puede ser traumático: estar en la incertidumbre sin saber qué va a pasar al siguiente día. Si van a poder reintegrarse con su familia o si el estigma de haber estado presos les impedirá conseguir un trabajo.”

”Nadie se levanta un día y decide delinquir,” concluye, recordando que es necesario atender y entender las condiciones materiales que llevaron a las personas privadas de libertad a cometer ciertas conductas o delitos; de lo contrario se seguirá pensando que la solución es el capital privado y la delegación de las responsabilidades propias del Estado.

  • URL copiada al portapapeles