Organización Juconi, al servicio de la niñez

Establecidos en Puebla desde hace tres décadas, son hoy un referente nacional e internacional para tratar casos de trauma infantil

“Juconi es un espacio libre donde podemos ser nosotros mismos, donde podemos liberar algo que básicamente nos está obstruyendo,” asegura Alberto, uno de los tantos casos de éxito de la organización, que desde hace décadas trabaja con niños y adolescentes en situación de calle.

Establecidos en Puebla desde hace tres décadas, son hoy un referente nacional e internacional, especialmente en casos de trauma, estén o no vinculados a escenarios de violencia familiar o estructural.

“Nuestra metodología se puede aplicar a cualquier contexto en donde ha habido trauma, por eso nos acercamos con organizaciones y gobierno para que ayudemos a las familias con los problemas que están viviendo,” explica la directora ejecutiva de Juconi y exrepresentante de Unicef en México, Isabel Crowley.

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Una de las intervenciones que tuvieron de forma reciente fue con las familias que resultaron afectadas tras los sismos del 19 de septiembre de 2017. A través de un proyecto comunitario en Chietla, Atzala, Santa Cruz y San Antonio Tochimilco, involucraron a mamás para fortalecer el desarrollo de niñas, niños y adolescentes que “perdieron su norte”, producto del fenómeno natural, mismo que agravó una condición histórica de violencia, marginación y exclusión.

“Las mismas comunidades, con las que trabajamos en su resiliencia, nos están ofreciendo lugares para realizar las intervenciones”, dijo Isabel respecto del programa Ambientes Seguros Juconi, que nace a partir del sismo y que ahora atiende a una población de 500 infantes y adolescentes.


El trabajo de la organización, detalla, se extiende más allá de las calles y da respuesta a estos fenómenos naturales. También se actúa en contextos de trauma producto de fenómenos migratorios, sean internos o externos, como es el caso de las personas en movimiento a través de nuestro país, como los migrantes centroamericanos, muchos de ellos sin padres o tutores que los acompañen en la travesía.

Con niños y adolescentes migrantes, la aproximación ha sido a través del programa Jóvenes Promesas, con el que 12 niños originarios de Guatemala, Honduras y El Salvador, en colaboración con la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE)y el Conalep, se encuentran en el estado de Puebla para estudiar durante tres años su preparatoria. De correr el riesgo de entrar en la dinámica de las pandillas, regresarán más tarde a sus países como modelos, como embajadores ante otros niños y adolescentes que comparten sus historias.

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