Grabados en Puebla revelan similitudes de México y España de hace 20.000 años

Los grabados en Tetela de Ocampo revelan una sociedad que dominaba la ciencia astronómica.

El altar de Carreragco, un conjunto de grabados en piedra en Puebla, revela similitudes con pinturas rupestres descubiertas en el centro de España que podrían tener hasta 20.000 años de antigüedad.

Descubierto en un cerro del municipio de Tetela de Ocampo, el altar también demuestra la existencia de una sociedad que dominaba la ciencia astronómica y la geometría calendárica tempranas con base en el cálculo exacto de los eclipses lunares.

Los petrograbados muestran la vida en Mesoamérica durante el Paleolítico Superior, es decir hace 20.000 años, explicó este jueves a Efe el investigador Horacio López.

"Con una escritura simbólica en los albores de la escritura humana, cuyas composiciones geométricas o esquemáticas como las conocen en Europa, están utilizando el centímetro como espacio temporal, asociado con el ciclo de Venus y al calendario solar", expuso en una entrevista.


 

¿NEXO DE CULTURAS?

El altar representa a antecesores de la cultura olmeca y los mayas, lo que significa un legado de conocimiento desarrollado y basado en los ciclos humanos, manifestó López.

Los antiguos pobladores, precisó, plasmaron su modo de vida y reproducción en figuras geométricas que estuvieron ocultas por miles de años.

Estos vestigios quedaron al descubierto hace una década cuando una lluvia intensa reblandeció la tierra del cerro y ocasionará un deslave.

Tras los hechos, el investigador local se ha dedicado a descifrar las pinturas rupestres al revelar que tienen relación y coincidencia simétricas con un símil ibérico que se ubica en la cueva de los Casares, en la zona central de España.

Esos grabados tienen un menor tiempo de antigüedad, indicó, porque se calcula que tienen entre 12.000 y 16.000 años de su existencia, es decir que fueron grabadas a finales del Paleolítico.

Algunas investigaciones sugieren que había una relación entre el país europeo y el mesoamericano desde antes de la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492.

Sin embargo, otros científicos habrían minimizado este hallazgo, dejando sin protección esta zona de Carreragco.

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