BUAP fue el pilar de mi formación como investigador: Joaquín Zacarías

El egresado de la FCQ adscrito al Medical Research Council busca identificar marcadores moleculares previos al desarrollo de cáncer de mesotelioma.

Entre 1994 y 2008, en 83 países se notificaron más de 92 mil muertes por mesotelioma, un tipo de cáncer alojado en los revestimientos celulares (mesotelio) de ciertos órganos internos: pulmones (pleura), cavidad peritoneal (peritoneo), corazón (pericardio) y testículos.

Esta enfermedad se puede manifestar en tres diferentes tipos de tumores malignos de acuerdo con el tipo de células afectadas: mesotelioma epiteliode, sarcomatoide y bifásico.

Aunque su índice de mortalidad es bajo, no es clara la causa de las mutaciones genéticas iniciales que la producen. Se asocia a la exposición de fibras de asbestos que quedan atrapadas en la pleura y no son removidas por el sistema inmunológico.

Transcurren de 30 a 40 años para que un individuo desarrolle la enfermedad (lesión-tumor). Desafortunadamente, la mayoría de los casos son diagnosticados en fases tardías (3 y 4).

 

El doctor Joaquín Zacarías Cabeza, investigador adscrito al Medical Research Council (MRC), en Reino Unido, pretende establecer nuevos marcadores moleculares previos al desarrollo de cáncer de mesotelioma, por medio del estudio de marcas genéticas y epigenéticas cuando las personas están expuestas a diferentes fibras patológicas.

Desde 2015, año en el que se incorporó a la Unidad de Toxicología del MCR y encabeza el programa de Toxicidad de Nanofibras, el egresado en Química Farmacobiología de la BUAP no sólo estudia las fibras de asbestos, sino también diferentes tipos de fibras de nanotubos de carbono.

Aunque las fibras de asbestos fueron prohibidas en los años 70, todavía hay países que utilizan este material por su resistencia al calor y ácidos. En 2017 más de 2 mil 600 personas fueron diagnosticadas con mesotelioma en el Reino Unido y sólo el 7 por ciento sobrevivió por 5 años, después del diagnóstico.

La mayoría de los casos es gente entre 60 y 80 años, con mayor incidencia en hombres. Sin embargo, el género y la edad están cambiando en los últimos años, con más casos de mujeres y en edades más tempranas en ambos sexos.

Los nanotubos de carbono son fibras con un diámetro pequeño en nanómetros y pocas micras en longitud. Son utilizados en productos de almacenamiento de energía, automotrices, electrónicos, deportivos, entre otros. En los últimos años, diversos estudios han demostrado que este material produce los mismos efectos que las fibras largas de asbestos.

El laboratorio del doctor Zacarías Cabeza ha sido capaz de producir líneas celulares humanas (Mesobank UK) y de ratón, las cuales ayudan a realizar proyectos de mesotelioma en tiempos cortos.

Diversas compañías internacionales le proporcionan sus nanomateriales para su investigación y que estos sean aptos para su uso.

 

LA TRAVESÍA CIENTÍFICA

Joaquín Zacarías Cabeza, originario del barrio de San Matías, en Cholula, cursó la Maestría en Genética y Biología Molecular en el Cinvestav-IPN, con el doctor Efraín Garrido-Guerrero. Su proyecto fue entender cómo las proteínas del virus de papiloma humano (HPV) modifican la maquinaria transcripcional en los pacientes.

Realizó el Doctorado en Biología Celular y Molecular en la Universidad de Essex en Inglaterra, con el doctor John D. Norton, donde estudió el papel de las proteínas “Helix-Loop-Helix” en el desarrollo celular y el cáncer. Durante su doctorado fue miembro activo de la Sociedad Mexicana en Inglaterra, donde colaboró en el “Journal Club” en la promocion de la lengua española.

Más tarde, realizó estancias posdoctorales en el Centre d'immunologie Marseille Luminy (CIML-INSERM) en Francia, con el doctor Pierre Ferrier, donde estudió la importancia del potenciador beta de TCR durante el desarrollo de los linfocitos T.

 

MOTIVACIÓN POR LA CIENCIA

El nivel I del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt confiesa que su motivación por una carrera científica surgió en su estancia en la Máxima Casa de Estudios en Puebla.

Zacarías Cabeza, miembro activo de la Sociedad Británica de Toxicología, asevera que su educación universitaria fue fundamental para su desarrollo personal y profesional. Por ejemplo, además de sus clases en la Facultad de Ciencias Químicas, tuvo rotaciones semanales en los diferentes laboratorios del Hospital Universitario para adquirir experiencia en el área clínica.



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