Soy poeta aunque escriba narrativa: Elman Trevizo
El escritor norteño Elman Trevizo realiza notas mentales de las vivencias del día a día para escribir sus obras
Elman Trevizo nació en Los Mochis, Sinaloa. Es dramaturgo, periodista, narrador y poeta, ganador de distintos premios a lo largo de su carrera. Entre otras cosas, el escritor ama viajar y hacer la reflexión con los niños sobre la importancia de ser feliz. En entrevista con El Popular, diario imparcial de Puebla nos cuenta sobre su travesía literaria y el salto de la poesía a la escritura infantil. Lee: Capilla Sixtina, mensaje de belleza y amor en Puebla¿Hay algún poeta que admires y sea un referente en tu escritura? —El que más me inspiró de los mexicanos fue Efraín Bartolomé. Es un poeta de paisajes, es un poeta que escribe aparte para niños, yo no sabía eso hasta hace poco. Iván Suárez Camaal, que es del sur del país; lo leí cuando tenía catorce o quince años. Lo leía y todavía sigo leyendo sus poemas para niños. Y María Baranda, aunque ella también escribe narrativa para niños. ¿Cómo fue el salto de la poesía a la literatura infantil? —No fue una decisión, la misma vida literaria te lleva. Pero cuando uno es poeta, nunca deja de ser poeta. Yo me sigo considerando poeta, aunque la mayoría de veces escriba narrativa. Sí fue un cambio radical alejarme de la poesía, porque sigo escribiendo poesía, pero no la publico. Tengo por ahí tres o cuatro poemarios terminados. Le tengo mucho respeto a la poesía y todavía no cierro ese ciclo, y me han invitado a publicar pero me cuesta mucho trabajo soltar esos poemarios. De hecho, son poemarios muy sociales, muy distintos a los que escribo. ¿Cómo ves la literatura infantil en México? —Está muy fuerte. Estuve en Reynosa y hablaba justo con otros escritores y con algunos teatreros con Amaranta Leyva, que es una excelente escritora de literatura infantil, y hablábamos de que a pesar de que muchos funcionarios hablan de la literatura infantil que está muy olvidada, creo que es el género más socorrido ahorita y menos olvidado. Se va a escuchar muy petulante, pero gracias a nosotros, los escritores infantiles, los escritores para adultos van a tener lectores a futuro, porque la literatura infantil tiene la ventaja de hacer lectores. La literatura infantil goza de buena salud y es un producto exportable. Es literatura que puede fácilmente traducirse a otros idiomas o venderse en otros países de habla hispana. Podemos competir con escritores de América y España. ¿Eres un escritor de manías? —Antes sí era más de manías, pero te tienes que ir adecuando a las necesidades de la familia. Antes yo podía escribir toda la noche y mi horario estaba desfasado, y me levantaba a medio día por estar escribiendo hasta las tres o cuatro de la mañana. Pero ahora no, nos tenemos que levantar para llevar a Sofía a la estancia. ¿Cómo son los eventos que realizas en las escuelas? —Es un evento que dura entre 45 minutos y una hora, aunque con los niños de preescolar me cuesta más, con ellos estoy sólo media hora (…), y con los de primaria, les platico un poco de lo que hago, de cómo empecé a escribir, de lo que hago con mis libros y termino con la lectura de un fragmento de mis libros. Los últimos 15 minutos es para que pregunten. ¿Ahora con tu hija, cómo ha sido? —Es muy diferente, ella va a mis presentaciones y de repente se quiere meter ahí enfrente, no tiene la idea de esta separación del público y el escritor. La visión de la escritura es diferente: antes escribía para un público indefinido, ahora la idea es escribir para ella, como una botella lanzada al mar, como una carta escrita a futuro; es como dialogar con ella.
— Cuesta más trabajo. Lo mismo me pasaba con mi perrito Piker siempre que me preguntaban ¿vas a escribir una historia de tu perro? Al momento que me pongo a escribir me cuesta mucho; creo que a muchos escritores les pasa lo mismo. Dicen eso, que cuando ya estás pensando en un personaje de la vida real, cuesta más trabajo ceñirse a la realidad y separarse de la fantasía (…). Muchos de los personajes que estoy creando tienen algo de ella. No en su totalidad, pero sí sobre todo en el teatro, me estoy yendo mucho en esa cuestión del lenguaje. Antes no entendía mucho eso de cómo se motivan las palabras. Ahora no, de primera mano ya puedo decir cómo aprenden, cómo señalan la luna, cómo señalan ciertos objetos que van conociendo. Tengo por ahí un par de obras para niños que tienen que ver con ella y con el lenguaje. ¿Cómo es tu labor cultural en las escuelas particulares que visitas? —No son en su mayoría escuelas particulares. De hecho, curiosamente visito muchas escuelas oficiales o públicas (…). Si la Secretaría de Cultura de algún estado me lleva, pues yo aprovecho para visitar las escuelas, para que lean y reflexionen. A veces mis pláticas son vocacionales, porque los niños siempre hablan de dinero, me preguntan: si tengo que escribir, ¿me voy a volver millonario? Entonces les empiezo a hablar de la importancia de ser feliz antes que ser millonario. La importancia de elegir una profesión o un oficio que nos haga felices y ya el dinero o el sustento llegará por añadidura. Entonces eso es, creo que mi labor social es la parte que más disfruto como escritor… además de escribir, por supuesto. ¿Hay algo en puerta?
—Acabo de firmar con una editorial de Ecuador que va a empezar muy fuerte, y la obra tiene que ver con la explosión de la violencia y de cómo impacta en los niños y los adolescentes. La historia se desarrolla en la Sierra Tarahumara, un lugar donde hay mucha violencia, y un grupo de niños que son víctimas de esa violencia. Uno está en silla de ruedas por esa violencia, y aparte te encuentras por ahí un bulto, una cosa rara, y van experimentando lo que es la violencia de primera mano. Antes era muy lúdico, y espero no aburrir a los niños en esta nueva faceta. |