Reyna Álvarez, historia de una reina zapoteca que inspira en México y Canadá
Decidió ser Reina, ponerse el huipil, maquillarse, entaconarse y hacer de su propia persona, un personaje: una reina zapoteca.
Originaria de Tehuantepec, Oaxaca; Reyna Álvarez tenía un objetivo en la vida: cumplir el estándar de ‘quién debía ser’, pero llegó a un punto de su vida en dónde eso se volvió imposible de sostener. Su interseccionalidad; al ser una mujer indígena, de piel morena y perteneciente a la comunidad LGBT, le hacía que escondiera su verdadero poder, su belleza auténtica y el potencial de su voz. Lo encontró muchos años después de terminar su carrera como actriz de la BUAP y de impulsar la compañía titular del Complejo Cultural Universitario, así como fundar otra compañía de teatro junto a sus amigas llamada: Talavera Cabaret. Su espíritu creativo e intuición la empujaron a más, decidió pedir una licencia en sus compañías de teatro para ir por un sueño a Canadá. Pidió becas y apoyos económicos para estudiar una maestría en teatro y con muchas dudas, persistió hasta lograrlo. Le dieron cuatro años en Canadá para estudiar una maestría. Dos becada. Decidió hacerse a ella misma su objeto de estudio, por todo lo que su persona significa: piel morena, migrante, artista, y muxe. Su género, etnia y clase la llevaron a impulsar más su carrera. Pero los planes cambiaron para Reyna cuando llegó la pandemia por el COVID19. El encierro la obligó a hacer una introspección profunda de su identidad. Como cualquier artista llena de pasión, el encierro no la frenó para seguir haciendo teatro y en la búsqueda de llevar al público una pieza, se dispuso a hacerla sobre racismo. Con fines de construir esta pieza teatral, emprendió una investigación sobre el racismo en México, y eso fue lo que la llevó a enfrentarse con un golpe de realidad. ‘’Cuando me di cuenta de cómo opera el racismo en México, sentí como si una venda de los ojos se me hubiera quitado’’ dijo ‘’Entendí que yo era la prieta y la jota que está hasta abajo de los estereotipos de belleza en los que yo creía que encajaba’’ Para ella, darse cuenta de esa verdad fue duro porque su identidad la había construido básicamente en todo lo que ella creía que era y en este estudio profundo se dio cuenta de que no era así. La misma vida la empujó a encontrarse con su verdadera esencia. Requirió de mucha fuerza y valor; de ella misma y de sus familiares, quienes la incentivaron a que sus audiciones de actriz ya fueran como muxe en su belleza completa. Dispuesta y abierta siempre a escuchar a su intuición, tomó la decisión de darle un giro total a su vida. Fue entonces que decidió ser Reina, ponerse el huipil, maquillarse, entaconarse y hacer de su propia persona, un personaje: una reina zapoteca. Volvió a Canadá con la esperanza de hacer una pieza teatral que reflejara su propia historia y junto con su amiga Laura desarrollaron este encuentro que tuvo Reyna con ella misma. La historia de una reina zapoteca busca inspirar a las personas de México y Canadá a descubrir su verdadera voz más allá de lo que conocen, sin importar su edad, género, etnia, clase social, orientación sexual, posición económica o color de piel. Romper la caja, salir de lo establecido, encontrar su propio camino, aventurarse a lo desconocido, romper paradigmas y creencias sobre quien tienen que ser; incluso si deben romper completamente con su identidad y empezar de cero. Esta historia que podrán disfrutar el 28 de agosto en el foro teatral Puro Drama, las y los dejará con un eco en el corazón. Un eco que pide ser conscientes de una sola verdad. Una verdad que aunque sea difícil de aceptar, nos lleva a reconocernos como seres únicos y completos, sin necesidad de tener más. Ser auténticos, porque así como a Reyna, inevitablemente eso nos llevará a un puerto seguro: la libertad. |