Huauchinango, naturaleza implacable

En Huauchinango, la tormenta no solo desbordó ríos y desgajó cerros: puso a prueba la fuerza de su gente. Durante más de cincuenta horas de lluvia, la Sierra Norte de Puebla quedó sumida en el caos, pero entre el fango y la pérdida emergió la resiliencia.

Este reportaje muestra cómo, ante la naturaleza implacable, Huauchinango respondió con trabajo, unión y esperanza. Porque cuando el terreno se quiebra, la voluntad humana puede reconstruirlo. Un reportaje del equipo de El Popular Periodismo con Causa

Huauchinango, Puebla | Octubre 2025

AMANECER ENTRE LODO

Durante más de cincuenta horas, la lluvia no dio tregua en Huauchinango. Primero fue un murmullo constante sobre los techos, luego un estruendo que bajó de los cerros convertido en lodo y piedras. La tierra se abrió en la colonia Monterrey y sepultó una casa entera: cinco miembros de una familia murieron mientras dormían. Las calles se convirtieron en ríos, el hospital del ISSSTE quedó anegado y cientos de personas tuvieron que abandonar sus viviendas. Sin luz, sin agua y con el miedo de que otro cerro cediera, la gente empezó a sacar el fango con sus propias manos.

Al amanecer del 10 de octubre, la tragedia ya tenía rostro. Los deslaves habían dejado incomunicadas varias comunidades de la Sierra Norte, los caminos estaban cortados y los rescatistas peinaban la zona en busca de desaparecidos. Entre la devastación, surgieron también escenas de solidaridad: vecinos que improvisaron refugios, jóvenes que acarreaban víveres, soldados y marinos que abrían paso entre los escombros. Huauchinango, golpeado por la naturaleza implacable, comenzó desde entonces su lucha por ponerse de pie.

“Entre el pueblo nos levantamos. No teníamos luz, aún no tenemos agua. Fue la comunidad la que trabajó. Aquí en Cuaxicala el presidente auxiliar no se presentó”

COaxicala: El antes y después des deslave

EL PASO DE LOS DÍAS

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LOS PUNTOS DEL DESASTRE

Vidas perdidas bajo la tormenta

Bajo el lodo y la lluvia interminable de Huauchinango, la casa recién construida de Julio Cruz Moreno y Evelia Salas Aguilar se vino abajo junto con el cerro. No hubo aviso ni tiempo para correr. Dentro estaban sus tres hijas: Adela, de 21 años; Esperanza, de 13; y la pequeña Estefanía, de apenas 3. Días después, la comunidad los despidió con flores blancas y rezos, mientras el lodo aún cubría sus calles. La tragedia de la familia Salas se convirtió en símbolo del dolor y la fragilidad con que la naturaleza recordó su fuerza en la Sierra Norte.

En distintos rincones de la Sierra Norte, otras vidas también se apagaron entre el agua y el fango. En Pahuatlán, Juan José López Ramírez y Miguel Díaz fueron arrastrados por el desbordamiento del río. En Tlacuilotepec, Cirila Espinoza Santos y el joven Rey Hernández Carballo, de 17 años, murieron cuando el cerro colapsó sobre sus viviendas. En Naupan, los esposos Juana Aurelia Valencei González y Santiago Juárez Pérez no lograron salir a tiempo. En Jopala, Antonio Reyes Velázquez fue sorprendido por un deslave mientras regresaba a casa. Otros, como María Maximino Cruz Vega y María Magdalena Sosa Santos, también perdieron la vida en Huauchinango. Diecinueve nombres, diecinueve historias truncadas por la tormenta que desbordó los ríos y el corazón de Puebla.

LA RESPUESTA GUBERNAMENTAL

Cobertura Digital

EQUIPO CON CAUSA

    ANUAR ABDALA, CAROLINA FERNÁNDEZ, DIANA XOLALPA, LUIS MARTÍNEZ, OMAR CUEVAS

    CON EL APOYO DE: GUADALUPE GARCÍA, MARCOS BALEÓN, LAURA ZAMORA, NAYELI VELEZ Y ANAID PIÑA

    Agradecemos especialmente a:

    Abraham J Ramírez Hernández, Banevents Banquetes, Club Rotario Huauchinango AC, Clínica Hospital Huauchinango Pemex, Ejército Mexicano, Familia Marín Zárate, Guardia Nacional, Jueces y magistrados del Poder Judicial de la Federación del Sexto Circuito con sede en Puebla, Madres de familia del Colegio Humboldt, Manolo Domínguez, presidente de la Asociación Poblana de Hoteles y Moteles