Mercado La Victoria: un vistazo al Porfiriato y la arquitectura francesa

El Mercado La Victoria Puebla es uno de los últimos inmuebles de hierro forjado y que en sus entrañas esconde un tesoro de arquitectura francesa.

El Mercado La Victoria, ubicado en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla, tuvo su origen a finales del siglo XIX, cuando se realizó la ceremonia de la primera piedra y comenzó a edificarse poco antes de la Revolución Mexicana.

Dicho edificio se construyó sobre 17 mil 600 metros cuadrados y su diseño fue realizado por el arquitecto Julián de Saracíbar, combinando elementos de hierro forjado, vitrales, columnas y torres que le dotan de una buena iluminación y ventilación.

De igual forma, se dice que tiene un “toque francés” porque la estructura fue prefabricada con un interior ligero y transparente en Francia. Sin embargo, la fachada de cantera gris data de 1611. 

El mercado fue inaugurado el 5 de mayo de 1913, si bien la construcción inició en 1856, durante el gobierno de Porfirio Díaz; esto como parte de un proyecto para modernizar y adornar la capital poblana. 

Su nombre es un homenaje al general Guadalupe Victoria, primer gobernador militar de Puebla y primer presidente de México.

 

La Plaza de La Victoria siempre ha albergado actividad comercial

 

Previo a la construcción del inmueble, ya se utilizaba este mismo espacio como tianguis, por lo cual, aún después de su construcción continuó con las mismas actividades. 

Fue así que en 1914 terminó la construcción de esta estructura de hierro forjado; justo un año después de su inauguración en 1913. Este retraso se debió a que durante la construcción se atravesó el periodo de la Revolución Mexicana.

De hecho, durante el periodo de 1954 a 1966 fue el mercado más grande de alimentos y perecederos en Puebla. En su interior se comercializaban semillas, mole, legumbres y diversos platillos; incluso se especula que ahí nació la icónica cemita poblana.

Este inmueble fue clausurado en 1986, ya que representaba un riesgo sanitario al convertirse en un foco de infección gracias a las carentes medidas sanitarias de los mercaderes ocupantes.

El plan original era convertir esta estructura en un museo de arte moderno o un centro de convenciones; sin embargo, en 1994, fue entregado en comodato a la Fundación Amparo, que se encargó de restaurarlo y posteriormente se convirtió en un centro comercial.

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