¿Por qué no incluye en las ofrendas a quienes murieron recientemente?

El primer año tras la muerte es fundamental ya que se cree que el alma debe completar su travesía hacia el Mictlán

¿Por qué no incluye en las ofrendas a quienes murieron recientemente?
Fredy Angón ¿Por qué no incluye en las ofrendas a quienes murieron recientemente?

Con la llegada del Día de Muertos, México se viste de color y tradición, mientras miles de familias se preparan para rendir homenaje a sus seres queridos que han partido.

Los mercados y plazas se transforman en vibrantes centros de actividades, donde se pueden encontrar desde el icónico pan de muerto hasta las típicas calaveritas de azúcar.

La temporada trae consigo un aire de reflexión y recuerdo. Muchas familias comienzan a montar sus altares desde finales de octubre, esperando la llegada de aquellos que han partido, incluyendo a sus mascotas, que según la creencia popular, también regresan en estos días.

Las ofrendas, decoradas con papel picado, veladoras y una variedad de dulces, se convierten en un puente entre los mundos de los vivos y los muertos.

Sin embargo, surge una interrogante que acompaña a aquellos que han experimentado la pérdida reciente de un ser querido: ¿es apropiado incluir a los recién fallecidos en las ofrendas? La respuesta radica en una tradición profundamente arraigada en las creencias ancestrales.

Según los conocimientos transmitidos a lo largo de generaciones, el alma de un difunto emprende un viaje significativo hacia el Mictlán, el lugar de los muertos, y necesita tiempo para alcanzar su descanso.

Arqueólogos y especialistas explican que el primer año tras la muerte es fundamental para el espíritu, ya que se cree que no puede regresar para el Día de Muertos. Este lapso es esencial para que el alma complete su travesía sin interrupciones del mundo terrenal, un acto de respeto hacia su camino y su eventual descanso. Por ello, muchas familias optan por esperar al menos un año antes de incluir a sus seres queridos en la ofrenda.

Este tiempo no solo permite honrar su memoria de manera adecuada, sino que también simboliza el cierre de un ciclo, ayudando a los vivos a adaptarse a la ausencia y encontrar consuelo en los recuerdos compartidos.