A sus 93 años, Dorrel Dixon mira hacia atrás con la certeza de que la mayoría de sus contemporáneos —aquellos que, como él, se midieron en el ring contra el mítico Enmascarado de Plata, El Santo— ya han fallecido. “Soy de las últimas personas de la época dorada de la lucha libre en México que aún sobreviven”, menciona mientras observa los murales que cubren las paredes del gimnasio de su casa, ubicada en la ciudad de Puebla. “Ahora soy más poblano que jamaiquino”, explica Dorrel Dixon, mientras repasa los recuerdos de su juventud. Después de ganar en 1953 el Mr. Jamaica, campeonato de fisicoculturismo en su país, jamás imaginó que algún día obtendría cinco veces el título de campeón del mundo en el cuadrilátero, enfrentando a figuras legendarias y dejando su huella en la historia de la lucha libre. ![]() En 1954, Dixon —también conocido en el cuadrilátero como Calypso Kid, El Apolo o El Coloso de Ébano— llegó a México para representar a su país en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en la categoría de levantamiento de pesas. Su destino cambió gracias a Rafael Ávila Camacho, entonces gobernador de Puebla y hermano del presidente Manuel Ávila Camacho. “Yo no hablaba español, pero sé que Dios decidió que mi camino era aquí”, recuerda Dixon, mientras juega con Nina, su perrito chihuahua que lo acompaña por toda su casa. En 1954, un año antes de dedicarse por completo al cuadrilátero, Dixon laboró como docente de educación física en la Escuela Normal del Estado de Puebla, en la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), y también como guardaespaldas de Rafael Ávila. Así comenzó la vida en el ring
Al finalizar su primera pelea, Dorrel ganó 100 pesos por su participación, una cifra que hoy equivaldría a poco más de dos mil pesos. Con eso, podía pagar la renta y comer carne todos los días. Su memoria no lo traiciona: en su primera aparición y en las siguientes, había cientos de personas aclamando su nombre. En cada espectáculo, ya fuera en México o en Estados Unidos, lo daba todo. Su movimiento especial era la "jamaiquina", una llave de lucha en la que tomaba al oponente del cuello con uno de sus brazos y, usando una de sus falanges, levantaba una de las piernas del rival para tumbarlo. ![]() Agradece a Dios en cada momento que habla sobre sus hitos.
En 1959 ganó el cinturón mundial de los pesos semicompletos al derrotar al luchador estadounidense Al Cassey. También fue campeón mundial de peso semicompleto, versión National Wrestling Alliance (NWA), y logró portar el título de Champion du Monde de peso completo en Europa. Los ojos de Dixon se llenan de entusiasmo. Habla de sus encuentros contra grandes personalidades de la lucha libre, como el estadounidense Buddy Rogers, a quien recuerda como un gran amigo; también rememora a las figuras mexicanas con quienes compartió pantalla en las películas de El Santo. Cuenta, además, sus combates contra Blue Demon, Pierrot y su discípulo, Mil Máscaras.
Dorrel Dixon, un hombre religioso“Mi papá ya no hace apariciones públicas”, comenta Roberto, hijo de Dixon y de su esposa, Vicky S. Dixon, poblana y primera mujer mexicana en obtener un premio de los Récord Guinness por su tratamiento para reducir la talla corporal en tan solo cuatro días. La última vez que Dixon se presentó en la Arena Puebla fue el 15 de marzo de 2022. Ahí recibió un distintivo por su carrera profesional y por su edad, la cual, asegura, no le pasa factura. Juega con su mascota. Ríe. Canta. Toca el piano. Agradece a su madre las enseñanzas heredadas, y a su esposa, Vicky, por haber construido una vida sólida junto a él. Después de retirarse del cuadrilátero en la década de los noventa, y tras llevar un matrimonio estable, Dixon abrió un gimnasio en la Ciudad de México. Actualmente, el inmueble funciona como clínica médica administrada por una de sus hijas.
Poco antes de relatar cómo vivió la discriminación por su color de piel en Estados Unidos, donde debía comer en la cocina de restaurantes prestigiosos de Nueva York porque no estaba permitido que personas blancas convivieran con afrodescendientes, Roberto tocó la puerta del gimnasio: —Papá, ¿ya vas a terminar de platicar? Tenemos que comer y luego ir al mercado. Mi mamá ya te está buscando. —Sí —dijo Dorrel—, sólo paso al estudio para tocar una pieza en el piano. Me gusta mucho la música… ![]() |