México va en sentido contrario a los nuevos acuerdos de emisiones contamintes por carbón
Desde 2013 las emisiones contaminantes rebasan las proyecciones de los límites establecidos.
Fue el pasado 2 de noviembre que la delegación de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México se suscribió al acuerdo global para detener y revertir la deforestación y la degradación de la tierra hacia el año 2030 propuesto en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26). Al sumarse a este acuerdo, el país se comprometió a realizar parte de las acciones necesarias para seguir las acciones para apoyar a mitigar algunos de los efectos ya notorios del calentamiento global. De no hacer algo al respecto, las consecuencias a futuro podrían ser catastróficas. Los científicos creen que un calentamiento global de 2° elevaría el nivel del mar unos 56 centímetros, aumentaría un 25% los días de calor y podría generar períodos de sequía de cuatro meses. Un escenario de calentamiento de 3° podría provocar trastornos masivos en los ecosistemas y los patrones climáticos, mientras que uno de 4° limitaría seriamente las zonas habitables del planeta. Sin embargo, el acto de sumarse a este acuerdo no implica que México se alinee a todos los planes previstos para lograr la meta prevista en los Acuerdos de París y prevenir los siniestros panoramas a futuro. Mientras siguen avanzando las actividades dentro de la COP26 en Escocia, se van trabajando varios de los acuerdos importantes para combatir la crisis climática, como el que plantea disminuir el uso de las energías con base en la quema de carbón en el mundo entero. El acuerdo no ha sido de los más populares, solo tiene casi 50 países afiliados. Los grandes contaminantes como Estados Unidos, China, Rusia o la India no se han sumado a esta declaración. Tampoco lo ha hecho México. Debe de apuntarse que la declaración, también firmada además por medio centenar de corporaciones, admite que la quema de carbón para obtener energía es la mayor causa de aumento en las temperaturas globales. El documento comprometería a sus firmantes a cuatro aspectos clave: - Enfocarse en desarrollar sus industrias de generación de energía limpia y eficaz. Entrarle con apoyos económicos a los países que estén haciendo lo mismo y participar en el Consejo de Transición Energética. - Hacer cambios tecnológicos y legales para bajarle a la quema del carbón para 2030 en países desarrollados y 2040 para los demás. Comprometerse con la Powering Past Coal Alliance (PPCA). - Dejar de darle permisos a los proyectos energéticos con carbón y frenar la construcción de cualquiera que esté en proceso. - Colaboración nacional e internacional para apoyos técnicos y financieros para ayudar a los trabajadores mineros, para que tengan una transición a energías limpias, pero que se mantenga inclusiva. Aunque por el contrario al acuerdo sobre deforestación, México tendría más problemas para adoptar el acuerdo sobre el carbón. De hecho, según el Climate Action Tracker, que mide el desempeño de los países en sus esfuerzos contra el calentamiento global, México es un país que ha incumplido con sus metas climáticas y especialmente sobre el uso del carbón. Según lo estipulado en la firma del Acuerdo de París en 2015, México se comprometió a un límite de 3° de aumento en el clima, pero sus políticas a nivel doméstico generarían un aumento global de 4°. Siguiendo con el informe de Climate Action Tracker sobre las acciones tomadas por México respecto al cambio climático, se señala que de hecho los planes actuales apuntan en dirección contraria a los Acuerdos de París, pues las proyecciones de emisiones para el país suben en vez de disminuir. Esto es tomado como una mala señal para la comunidad internacional en el aspecto de tomar seriamente el compromiso de la reducción de emisiones contaminantes. En este caso, se califican a las políticas tomadas por el gobierno mexicano como "altamente insuficientes" para poder lograr contribuir a la meta de mitigar el aumento global. Una de las razones que toma en cuenta la investigación es la decisión de no mantener el desarrollo en infraestructura de energías renovables en búsqueda de apoyar a la generación de energías con base en combustibles, especialmente en el carbón, dada la coyuntura de la industria energética mexicana ante la Pandemia por Covid-19. Los acuerdos de París establecen que para 2030 se debería de reducir dos tercios el uso de energías basadas en carbón y para 2050 dejar de recurrir completamente a ellas. Las emisiones contaminantes en México han incrementado continuamente desde 1990. En aquel entonces, las emisiones venían principalmente de sectores agrícolas y desde entonces se han ido centrando más a otras industrias manufactureras. Desde 2013 las emisiones contaminantes rebasan las proyecciones de los límites establecidos. No parece haber en este momento, dado el panorama económico actual de país, suficiente compromiso para afrontar la disminución de energías basadas en carbón. |