México es un país en estado de alerta hídrica: Verónica Mastretta

La fundadora de Puebla Verde asegura que la especie humana está condenada a desaparecer.

Imposible escuchar el apellido Mastretta y no ligarlo con alguien progresista. Desde creadores de coches deportivos y escritoras prolíficas hasta periodistas combativos y defensoras del medio ambiente, los Mastretta se la rifan.  

Verónica Mastretta Guzmán, es una de ellas, una ambientalista que ha puesto en jaque a más de un funcionario público por violentar el equilibrio ecológico. El mejor ejemplo es cuando confrontó al exgobernador Mario Marín en defensa del Parque del Arte y casi le cuesta la vida. 

Ella, se define simplemente como una mujer proactiva “enamorada de su ciudad, de su país y de su estado, muy convencida de que es muy importante hacer lo poquito o mucho que podamos hacer”. 

Su pasión por el medio ambiente empezó hace 36 años, cuando vivían frente al río Atoyac -que ya estaba muy contaminado- y su hija aprendió a escribir. A sus 6 años, la pequeña le dirigió una carta al presidente de aquel entonces Miguel de la Madrid (1982-1988) y le pidió que “mandara” para que el río no oliera feo y dejara de llevar basura. En ese momento, Verónica detectó un vacío de autoridad, su “mente despertó” y se aferró a la defensa del medio ambiente. 

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“El ejemplo me lo puso una niña pequeña. Ella hizo su carta, pero ‘¿yo, qué podía hacer?’”, comentó Verónica en entrevista para El Popular, periodismo con causa. 

A partir de ahí, con un grupo de amigos, fundó Puebla Verde, una asociación civil “para establecer contacto con las autoridades, no sólo para criticarlos o a descalificar, sino para decir qué podemos hacer, cómo apoyamos”. Eso, la llevó a trabajar 3 años sin cargo oficial y sin sueldo en el ayuntamiento de Puebla con Guillermo Pacheco Pulido (de 1987 a 1989), como directora de Participación Ciudadana. 

“Le dije al presidente municipal, déjenos ayudar, me sobran 4 horas al día, déjeme ser voluntaria”, contó. 

Verónica estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) y una especialización en Estudios de América Latina, y aunque no tenía estudios ni conocimientos relacionados con el medio ambiente, ella decidió seguir adelante con su causa, simplemente porque “se aprende actuando, no hay manera de aprender mejor que tratando de hacer algo”. 

 

 

 ¿Cómo te la rifas en la lucha por el cuidado del medio ambiente? 

Con acciones. Entendiendo el entorno jurídico, porque resulta que el pobre medio ambiente, la ciudad, los árboles, los espacios verdes y los bosques que nos rodean están sujetos a leyes humanas. Es increíble, pero los árboles, los animales, la naturaleza y los ríos para algunos países y en la carta de las Naciones Unidades ya tienen derechos como entes, pero en nuestro país no, puedes tirar un árbol cuando se te dé pegue la gana. 

Cuando te metes a actuar tienes que conocer el marco jurídico en el que nos movemos y debes aceptar y luchar por el marco jurídico que no se respeta. Hay, por ejemplo, una ley general del equilibrio ecológico que respeta poquísimo. 

Entonces, he luchado contra la ignorancia, contra el desaliento, mucha gente dice: “Es inútil, ¿para qué me quejo si no me van a hacer caso, para qué reporto a alguien que me está imponiendo su ruido quizá diez horas al día, si nadie va a llegar?” Yo le digo: “entonces llega tú”. 

Hace poco tuvimos una reunión con el alcalde de San Andrés (Edmundo Tlatehui Percino) porque ya había convertido el parque que está en la base de la pirámide en un centro de fiestas, organizó el festival de música electrónica en un parque público, violentando la norma, sin escuchar a los vecinos. Ya lo habíamos ido a ver, ya le habíamos llevado una carta firmada por todos los que vivían alrededor: ¡Que respete el silencio! 

Nos dijo (el alcalde): “Hay que darle vida al parque después del Covid”, pero ¿con bocinas, con 120 decibeles de ruido durante 3 días seguidos, durante 10 días que duró el festival equinoccio? Está equivocado y además está fuera de norma. Son los límites del ruido tolerado por la ley y él tendría que haberlo normado y él la está violentando. 

 

 

¿El azar ha jugado a favor o en contra tuya? 

A favor, porque me he encontrado con problemas que no me esperaba y de repente han sido batallas desagradables, porque no es nada bonito toparte de frente con una autoridad con poder en México. Tiene sus bemoles, sin embargo, cuando te decides a hacer algo, aprendes que eres más fuerte de lo que parece. Tomas riesgos, pero la propia acción trae la fuerza que te sustenta. 

La suerte ligada al actuar existe. No puedes cambiar nada quejándote, somos un país muy instalado en la queja y en repetir datos catastróficos que te pueden acabar inmovilizando. Mucha gente se desfoga poniendo un tuit, hablando con sus amigos de lo mal que está todo, pero no se desfogan haciendo algo proactivo, construyendo lo poco que puedan desde su cuadra, desde su comunidad de vecinos, desde la comunidad donde está su centro de trabajo o la escuela de sus hijos. Hay mil maneras de actuar, lo que no se vale es que el problema gigantesco te paralice y es lo que nos está pasando ahorita. 

Si en el estar ahí, dejas la vida, creo que es válido. No es válido que te maten, pero es válida la elección, tenías que estar ahí. No se vale escondernos en el “que difícil está todo, qué porquería de autoridades, qué malos gobierno”, yo diría qué malos ciudadanos, porque los gobiernos salen del conjunto. La materia prima la tenemos que mejorar los del conjunto. Hay muy buena materia prima, solo que está inactiva, quizá por no saber cómo sacar su luz, su fuerza, y yo creo que sale a través de acciones. 

 

 

¿Por qué apostar por la defensa del medio ambiente? 

Porque es la gallina de los huevos de oro. Ahorita México es un país en estado de alerta hídrica y ha habido mil avisos. Los chavos tienen herramientas fantásticas, está la maravilla que es Google, que estudien lo que pasa cuando se acaba con algo. Ciudad del Cabo fue la primera ciudad grande del mundo que se quedó con agua cero, y tomaron una serie de medidas, y lo están revirtiendo. No podemos esperar resultados distintos haciendo lo mismo y estamos haciendo lo mismo: alejándonos de la autoridad, no queriendo saber qué nos toca hacer, criticando de más y actuando menos. Nadie quiere cambiar el quehacer del día al día, y sin aire, sin agua, sin una tierra no contaminada, no tenemos futuro. La especie humana, así como estamos, está condenada a desaparecer. 

¿Cómo le hacemos para que nuestra especie pueda seguir aquí?, cuidando lo que nos alimenta, el suelo, el agua, el aire, lo básico, pero estamos perdidos en más ropa, en más cosas, en el celular, perdidos sin tener la vista en lo que es este planeta, que es una belleza. 

 

 

¿Qué has perdido para poder lograr tus metas? 

No he perdido nada, he invertido el tiempo, el tiempo es muy limitado, lo hubiera perdido si no hubiera hecho nada. Lo poco que he hecho ha sido con inversión de tiempo, he creado un caminito para ciertas cosas, como gestionar un espacio público y hacer más amable un entorno. Me arrepiento de no haber actuado antes, pero tengo pocas cosas de qué arrepentirme, porque uno se arrepiente de lo que no hizo. Si actúas de buena fe y te equivocas, aprendes algo. Aunque me haya llevado mis garrotazos, hubiera sido peor no haber sabido qué hubiera pasado. 

 

 

¿Cuándo te has sentido en la cuerda floja? 

Cuando el litigio por el Parque del Arte contra Mario Marín, ahí me di cuenta que estaba tratando con gente que tenía otro código. Crecí en una familia en donde las mujeres estaban bien empoderadas, nos acostumbraron a hablar y actuar, pero también te vuelves temeraria y no aprendes a medir el calor de las cosas. Yo en ese litigio contra el grupo de Mario Marín no supe medir el calor y sí me di cuenta que estaba en riesgo y no me gusta hablar de eso porque no fue un acto heroico, fue por inconsciente. La vida fue generosa: me puso un aviso de que había riesgo, lo supe registrar y lo pude pasar. Seguí adelante porque también aprendes cómo sortear los riesgos y hasta donde estás dispuesto a ir por las cosas. 

 

 

¿Cómo sería el mundo ideal? 

Un mundo con mucha más conciencia de lo que estamos perdiendo, de lo frágil que es un ecosistema, de lo frágiles que somos porque somos parte de él. Me gustaría un mundo con jóvenes con más acceso a la conciencia y menos a lo superficial, una tentación muy grande de las redes (sociales). Estamos en lo efímero, pero para existir necesitamos de lo no efímero. 

 

 

Si tuvieras una varita mágica, ¿qué cambiarías en la sociedad para lograr las metas de tu lucha? 

Cambiaría el tratar de ver más hacia el conjunto y menos hacia el ombligo. No estamos con la mirada puesta hacia afuera; debemos equilibrar entre el egocentrismo de esta época y la necesidad de pensar en conjunto. Si fuéramos menos ególatras, le exigiríamos menos cosas al medio ambiente. Hagan una prueba de qué huella ambiental dejan en su consumo, el planeta no nos puede sostener a todos con esos niveles de consumo. Entonces, tenemos, por un lado, una concentración de grupos que consumen en exceso y, por otro lado, tenemos gente que no tiene acceso a casi nada, a un plato de arroz, a muy poca agua. 

 

 

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