17 Noviembre 2013
El diestro se alzó como triunfador de la corrida en la que se celebraron 25 años de la plaza de toros El Relicario Jaime OAXACA Quizá de quien menos se esperaba era de El Payo, porque de sus alternantes, uno, Ochoa, venía a despedirse y el otro, El Juli, venía con aureola de figura; sin embargo, donde menos se espera salta la liebre. Así que, El Payo se alzó como triunfador de la corrida en la que se celebraron 25 años de la plaza de toros El Relicario, el queretano le ha cortado dos oreja muy bien logradas por su labor al mejor toro de la tarde. Fue una faena seria con toreo vertical, sin florituras, toda en un mismo sitio, corriendo la mano con temple con muletazos muy sabrosos. El berrendo de Campo Hermoso metía la cabeza con prontitud y calidad siempre embistiendo alegre hacia la muleta del rubio torero que le cuajó tandas largas y sabrosas. En el mismo sitio de la labor El Payo se tiró a matar con autenticidad, sin ver los pitones, siempre atento del morrillo y dejó una buena estocada que el juez Javier Alarcón premió con dos orejas. Con el cierraplaza Octavio estuvo machacón porfiando inclusive alargó la faena, con el objetivo de agradar a la gente, pero no fue posible dadas las características del descastado burel. El Juli se esforzó toda la tarde, su maestría la hace evidente en los muletazos que cuaja, les pisa los terrenos a sus enemigos tan cerca y despreocupado que se le nota lo sobrado que está y que realmente da la impresión de que juega con sus toros. Su primero de Fernando de la Mora, debilón, cornicortito, le pisó los terrenos para arrancarle algunos muletazos; hasta parecía era más fácil que el toro le diera una mordida que una cornada. Su segundo se rajó y Julián tuvo el mérito de obligarlo a embestir para sacarle algunos pases. Lo que sí, cuando entra a matar se sale de la suerte. Fernando Ochoa poco pudo hacerle al abreplaza, un inválido al que no le pudo ligar tandas, si acaso dos deshilvanadas a media altura. Se despidió de la afición poblana con un toro muy serio de la dehesa de Marrón de nombre Camotero, al que Isabel Prado le dio muy fuerte con la puya. Evidentemente, el cárdeno se paró y por más que el moreliano trataba de hacerle fiestas, ya no hubo de piña.