Salvaje lucha de supervivencia

David PORTILLO Muchos pensarían que ser hijo de una de las leyendas vivientes de la lucha libre el camino le sería fácil, pero no es así, al menos para Máximo quien desde los cinco años a lado de su mamá tuvieron que salir adelante. Aunque la sangre de gladiador la trae en el ADN, durante 11 años La Fresa Salvaje tuvo que remar contra viento y marea. Trabajar desde pequeño vendiendo paletas para subsistir hasta ser carnicero y pescador, han forjado un hombre humilde que sabe lo que es ganarse la vida con el sudor de su frente. “Fue tanto el alejarme de la lucha libre cuando mi padre se separó de mi mamá. Yo me alejé totalmente de él. Es difícil, porque ver batallar a tu madre trabajar para poderme dar estudios, llevar la comida a casa, darte un techo, es algo muy duro. Ante la necesidad trabajé desde pequeño, he sido un mil usos en el sentido, vendí paletas, la hice de bolero hasta carnicero y pescador”, confesó. Asimismo, reconoció que gracias a su mamá tuvo varias oportunidades para realizarse profesionalmente, sin embargo, el destino ya le tenía preparada su fuente de vida, así como reencontrarse con su padre, Brazo de Plata. “Tuve muchas oportunidades, busqué estudiar, prepararme, quería ser dentista, abogado, pero no se me dio y mi destino ya estaba trazado. Con mi papá tengo una buena relación, nos llevamos chido y con mi mamá no se diga, fue la persona que me sacó adelante”, enfatizó el gladiador. El no darse por vencido en la vida y luchar a capa y espada por lo que más quería, ahora todos esos sacrificios y golpes duros que la vida le ha dado, Máximo agradece a Dios la dicha de poder tener una familia unida con dos hijos y su esposa. “¿Cómo me voy a llevar con mi señora? es una pregunta chida, porque ella es luchadora, luchó como la India Sioux, imagínate, son golpes, tijeras, llaves en casa y es algo muy padre vivir lucha libre en casa. Tengo dos hijos, el mayor tiene cinco años y el menor dos”, indicó. Aunque también sus pequeños llevan la lucha libre en la sangre, al exuberante Máximo no le gustaría que se dedicaran a este deporte de alta exigencia, sin embargo, reconoce que les bridará todo el apoyo para que cumplan todas sus metas y sueños. “No me gustaría que siguieran mis pasos, la lucha libre es muy difícil, la gente piensa que por ser hijo de luchador vas a llegar y te van abrir las puertas y no es cierto, porque todos esperan mucho de ti por ser de familia luchística, es un camino difícil, pero de ser el caso los apoyaría”, señaló. Amante de los videojuegos, así como del cine, Máximo se considera una persona sencilla y humilde, “que trata de pasar el mejor tiempo con sus hijos y con mi esposa, soy muy hogareño, me gusta hacer quehacer”. El darle vida a un personaje de nombre caballeroso, pero con un toque exótico como besar a sus rivales en la boca, Máximo señaló que el darle ese giro a su nombre fue por admiración a aquellos que en la época dorada de este deporte dieron vida. “En la época dorada había grandes luchadores exóticos, se olvidó el concepto de exótico a otras preferencias y en mí vi una forma de recordar a los grandes luchadores”, comentó. Por último, el gladiador enfatizó que “siempre hay que dar la cara, nunca decir no se puede, en esta vida todo se puede y no hay imposibles”. [gallery ids="98948,98949,98950"]
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