La corrida que le dio vida

La corrida del pasado sábado en El Relicario, la primera de feria, tuvo un sabor especial para Uriel Moreno El Zapata. El diestro regresaba al coso poblano donde dos meses antes había recibido una cornada penetrante de vientre que pudo haberle costado la vida. Aquel 12 de febrero pasado El Zapata resultó herido al poner un par de banderillas, un toro de Santa Fe del Campo de nombre Príncipe, lo alcanzó y le propinó una cornada en la ingle, el cuerno hizo dos trayectorias, una de 30 centímetros y otra de 20. En esa primera corrida de feria de Puebla 2016, se lidió un encierro muy serio de la dehesa de San Marcos, el encierro tenía edad, había cuatreños y no dudo que uno que otro cinqueño. La lidia de toros con edad no es sencilla, los toros desarrollan sentido, el peligro está latente. No son toros bobos de entra y sal, de esos inocentes que provocan ternura y lástima. Uriel Moreno pudo escoger un encierro más a modo para reaparecer, creo quería quitarse todas las telarañas de la cabeza, espantar todos los fantasmas, pasar la hoja y olvidarse de la cornada. Sabía que tenía que desvanecer todos los recuerdos de la aciaga noche del percance. Supongo que llegar al patio de caballos y al patio de cuadrillas le habrá traído recuerdos porque en febrero salió en una ambulancia, con un dolor que le hacía gritar, con incertidumbre, angustia por saber si llegaría vivo al sanatorio. Cuando se colocó en el ruedo para partir plaza, espero unos segundos antes de iniciar el paseíllo; a un metro de distancia estaba el sitio donde cayó herido. Dobló el sexto de la noche, Uriel me platicó de su experiencia, no fue una corrida cualquiera. El torero corría el riesgo de no superar el trance y quedarse por siempre con el aguijón en el cuerpo, con el espectro de la cornada. “Hice exactamente lo mismo, en el mismo lugar, renté la misma habitación del hotel, el mismo vestido, el mismo par de banderillas a un toro, porque la vez pasada era un toro muy serio, éste también lo era y eso me deja muy tranquilo; sabía porque había sucedido la cornada; ratifico que no me equivoqué y para mí todo sigue igual”. El diestro de Tlaxcala continuó “para mí es una tarde que me da vida, ojo, que me da vida”. “He escuchado a muchos compañeros que han sufrido cornadas tan grandes como la mía. Estuve con Víctor Santos, un matador de San Luis Potosí, también tuvo una cornada tan fuerte como la que me dieron, me dijo que pasaron muchos para que pudiera superarla psicológicamente. “Yo me atreví a repetir todo, el par de banderillas en el mismo sitio de la cornada, por pitón derecho. Creo, mejor dicho, no es que yo crea, es que hoy quedó muy claro para mí”. Antes de abandonar el ruedo remató: “Estoy contento a pesar de la nostalgia de esta plaza que me vio crecer como torero, soy el único sobreviviente de la camada que apoyó José Ángel López Lima. No todos los triunfos son salidas a hombros, la corrida de hoy me deja una moraleja muy importante, y muy bonita, salir por mi propio pie es parte de la moraleja, saber que puedes perder la vida, pero si no mueres puedes vivir para la eternidad, tiene mucho fondo la tarde de hoy. El matador tlaxcalteca con 42 años de edad y 20 de alternativa, se fotografiaba con los aficionados a un lado del patio de cuadrillas. Los dos toros del diestro oriundo de Emiliano Zapata fueron difíciles, a ambos los banderilleó, no les cortó las orejas pero en internamente fue un triunfo apoteósico, como lo dijo El Zapata, fue una corrida que le dio vida.