Yuyo Hernández, amor paternal y superación más allá del box
Luego de años complicados, el pugilista poblano encontró en su hija el impulso para emprender nuevos proyectos
Aunque los golpes en el ring le causaron un profundo dolor físico, el mayor de sus pesares llegó hace dos años, cuando, a nivel deportivo, el boxeador poblano Flavio Yuyo Hernández, se encontraba en una etapa complicada, pero el amor a su hija Valeria le ayudó a redefinir sus metas para garantizarle un futuro. En entrevista con El Popular, diario imparcial de Puebla, el ahora presidente de la fundación No Bajes la Guardia AC relató que después de casi una década en busca de poner su nombre en las carteleras más importantes del país, llegó a un punto en el que, a causa de asuntos personales, su nivel deportivo decayó, por lo que replanteó sus objetivos de vida.
Recordó que en su última pelea hace dos años en Atlixco -donde ahora radica-, se topó con un auditorio a medio llenar, en el que la gente no parecía convencida con la exhibición, sumado a que arrastraba una racha negativa, por lo que tras una disputada victoria, se sintió insatisfecho. "Tiene dos años que tuve mi última pelea y la verdad ya tenía una racha mala porque tenía una relación que no estaba nada bien, ni cosas así; entonces, no me estaba preparando bien y a última pelea me costó mucho ganarla y recuerdo que en esa ocasión no tuvimos éxito, no hubo buena entrada, físicamente llegué mal y luego me puse a reflexionar", recordó. Tras su última función, pues hasta ahora se mantiene alejado del ring de forma profesional, decidió migrar unos meses a Teziutlán, donde emprendió otros negocios familiares, mientras terminaba de consolidar nuevos planes como empresario en el box poblano para compartir aquello que tuvo para cumplir sus sueños. En el período de descanso de su profesión, dijo, dejó de viajar para disfrutar con mayor intensidad de su hija Valeria, a quien quiere ayudarle a trazar un futuro exitoso y se dio cuenta que para darle a ella seguridad, debía antes mostrarle la misma confianza.
Yuyo Hernández destacó que durante este año logró consolidar uno de sus principales proyectos: arrancar con el Torneo No bajes la guardia, en el que se inscribieron cerca de 120 pugilistas del país, además de abrir un gimnasio en el que espera apoyar a más jóvenes. Detalló que, tras la inauguración de su gimnasio el pasado 17 de junio en Atlixco, buscará apoyar a jóvenes con las mismas aspiraciones que él en sus inicios y así puedan concretar sus sueños, por lo que dejará entrenar ahí gratis a los talentos emergentes y los motivará. La sangre Hernández: linaje de gladiadoresUna gran influencia de Yuyo para transitar los caminos del boxeo está en el linaje de los Hernández y se remonta a su abuelo Flavio, quien inculcó a sus hijos el amor al deporte, pero su padre prefirió desviarse por el futbol, aunque eso no lo limitó a apoyarlo para seguir su sueño en la Ciudad de México. Narró que sus primeras incursiones fueron a los 10 años en Teziutlán, donde sus tíos le enseñaron tácticas básicas de boxeo, pero la verdadera prueba llegó tres años más tarde, cuando su padre lo motivo a ir a la Ciudad de México, pues le garantizó que ahí serían mayores sus posibilidades de llegar al estrellato. "La primera oportunidad llegó en el Campeonato Nacional y que baje 14 kilos en un mes y fue mi primera pelea profesional y recuerdo que ya estaba muy desgastado, ya no quería ni pelear y el campeón ya era un experimentado, entonces la familia no me lo decía, no me veían muchas posibilidades, pero tenía muchas ganas de ganar", añadió. Después de 10 años en dicha ciudad, dijo, ocupó toda clase de trabajos: desde entregar pedidos de comida en los barrios bajos, como Tepito, hasta ser vigilante de una empresa privada; sin embargo, en cada una de sus ocupaciones no abandonó el sueño de pelear a nivel profesional, por lo que mantuvo la misma disciplina de entrenar por las mañanas y trabajar en la tarde. Su inicio en la historia del boxeo mexicano ocurrió a los 23 años, cuando intentaba mantener su independencia, por lo que vivía en el Deportivo Pino Suárez, pero una noche llegó al cierre y debió dormir en una banca cercana, ahí apreció el vuelo de los aviones y deseó llegar algún día tan alto por sus sueños. Luego de dormir en la calle comenzó a despegar su carrera y emprendió una gira por diversas partes del país con los gastos pagados y algunos de sus encuentros fueron transmitidos por televisión nacional. Cada momento en el que se destacó en las mejores carteleras del país son vivencias que él quiere para más jóvenes de Puebla, por lo que a través de su fundación ayudará a debutantes por sus aspiraciones profesionales. |