Abel Aguirre y Gilberto de Yta, los constructores de la plaza de toros El Relicario (Parte III)

La ciudad de Puebla cuenta con un recinto único para la Fiesta Brava, gracias a la gestión de dos arquitectos.

Abel Aguirre y Gilberto de Yta, los constructores de la plaza de toros El Relicario (Parte III)
Abel Aguirre y Gilberto de Yta, los constructores de la plaza de toros El Relicario (Parte III)

A marchas forzadas se construyó lo que sería la nueva plaza de toros de la ciudad de Puebla. El ritmo de trabajo fue extenuante; un mundo de manos, máquinas, estructuras, no paraban. Los aficionados iban con frecuencia para ver los avances de la plaza. Los sábados en la tarde se juntaban los taurinos a compartir el pan y el vino con algunos de los trabajadores y con los arquitectos Gilberto de Yta Rivero y Abel Aguirre Terán, responsables de la construcción. Tenían una oficina provisional cerca de lo que ahora son los toriles. Ahí eran las reuniones.

Hace algún tiempo entrevisté a Gilberto de Yta quien además de dedicarse a la construcción, era secretario de la Asociación Taurina de Puebla de aquel milagroso 1988. 

“Le pregunté al señor López Lima si de verdad iba a hacer la plaza, me respondió que sí. Pues ya la tengo, le enseñé una perspectiva de la fachada dibujada por el arquitecto Edmundo Sécuatl, quien también era un gran acuarelista. Le expliqué a José Ángel que la plaza tendría una estructura interior.

“Por otro lado, yo había hablado con el arquitecto Mauricio Romano del Valle, quien en esa época era secretario del desarrollo urbano del estado, me dijo que el terreno era propiedad federal, que no se podía construir ahí una plaza fija, va a tener que ser semi fija para que un momento dado se pueda retirar.

“Inclusive, las zapatas donde están ancladas las columnas de El Relicario tienen, valga la redundancia, unas anclas para poderlas levantar y las mismas zapatas funcionarían para otra plaza.

“José ángel llevaba la chequera. Me preguntó cuánto costaría, no le pude decir, le dije que me podía ir muy arriba o muy abajo, que era mucha responsabilidad definir un precio exacto.

“Era el mes de julio. Extendió un cheque por 500 mil pesos. Te lo daré con una condición: ¿la tienes lista para el mes de noviembre? Si hay el dinero, sí.

“Se definió que la plaza se inauguraría el sábado 19 de noviembre de 1988”.

Interrumpo al arquitecto de Yta, la ceremonia de la primera piedra se colocó el jueves 18 de agosto, fue un gran festejo con una barbacoa de las de Toño Sánchez. 


 

Continúa el constructor

“La primera piedra la coloca don Othón Necochea, pero empezamos a trabajar antes, el terreno ya estaba aplanado. Hubo dos calculistas, dos grandes ingenieros que yo les pedí que intervinieran: Jesús Solano y Antonio Osorio García.

“Una anécdota fue que querían una prueba de resistencia, me lo pidió una semana antes de la inauguración el Lic. Guillermo Pacheco Pulido, quien era Presidente Municipal de la ciudad de Puebla. Yo tenía la certeza de que todo estaba bien porque se hizo un estudio de mecánica de suelo por el Ingeniero Raúl López Bretón.

“Pacheco Pulido quería una prueba similar a la que se hizo en la plaza México cuando se inauguró, poner un bulto lleno de arena en cada localidad. Le pregunté quién iba a costear esa prueba porque representaba un trabajo titánico, de mucha mano de obra. Tendrían que llenar 5 mil bultos, luego colocarlos en las gradas. Después de un tiempo retirarlos. ¿Quién iba a pagar? 


Le dije a Pacheco Pulido que tenía la absoluta certeza de que no era necesario, que mencionara los nombres de los ingenieros y arquitectos que intervinieron en la construcción; que si tenían alguna duda yo los citaría para que hablaran con los inconformes. Los nombres fueron suficientes para disipar dudas entre quienes las tenían.

“Trabajaron 500 personas de todas las especialidades en la construcción de la plaza, porque tiene obra de estructura y albañilería.

“Al señor López Lima no le gustó como se veían las estructuras y decidió que se forrara. Forrarla le quitó la apariencia de portátil. Se construyeron locales que se ocuparon como restaurantes, una oficina”.

Muchas cifras se manejan del costo de El Relicario, desde uno hasta dos millones de pesos.

Independientemente del costó, la plaza de toros El Relicario es una realidad, tanto que se inauguró hace 32 años.

José Ángel la construyó, no fue jarabe de pico como muchos habladores.

Evidentemente, el coso generó envidias, la ninguneaban, que si de lata, que si portátil, que no les gustaba, el caso es que muchos querían la plaza y algunos la tuvieron, no faltó el que la denigró cuando fue empresario.

El Relicario es todos, no importa quién la administre, ni que, inclusive, la compre, repito, es de los poblanos.

Sólo llenándola podrán sentirse dueños, una plaza vacía no engrandece, más bien lo contrario.

Puebla tiene la fortuna de contar con un recinto taurino, aprovechémoslo.

Disfrutemos El Relicario, ubicado en la Puebla de los Ángeles, donde un tlaxcalteca de nombre Ángel, regaló una plaza con ángel.