De enseñar aprendes mucho

Yoga como filosofía de vida

Practicar un deporte no es nada sencillo, sea cual sea el que se decida realizar. Además adaptarlo a tu estilo de vida es cuestión de mucha disciplina. Y siendo padre de dos niños además de maestro, como es el caso de Jorge Espinosa, es una tarea que día con día la ha sabido compaginar bien, a pesar de los retos.

Da clases de yoga hace más de 30 años y hace 5 años perdió a su esposa a causa del cáncer, convirtiéndose en padre y madre de su pequeña y gran familia. Jorge Eugenio Espinosa Quintanilla es originario de la Ciudad de México y estudió mercadotecnia. Comenzó con clases de karate para niños, donde además de las diferentes técnicas aprendían disciplina, valores, superación, confianza, y eso para él es una buena aportación.
 
Después decidió practicar yoga y comenzó a dar clases: "me di cuenta que eso era lo mismo que el karate, en cuanto a valores, disciplina y superación, pero sobre todo con mucha más conciencia". Considera que el yoga es acerca de todo tipo de personas y algunos tienen muy claro lo importante de trascender las inseguridades, los complejos y lograr poder tener un equilibrio entre el mundo material y el mundo espiritual.
 

Esta práctica lo llevó a conocer La India, donde tomó cursos y aprendió acerca del hinduismo. A su regreso a la ciudad abrió el Centro Kiai, una de las escuelas más prestigiosas en México. Esto con la intención de que todos pudieran seguir aprendiendo. Pero decidió que no sólo se practicara en su escuela, por lo que cada fin de semana trabaja fuera, haciendo formaciones y entrenando a maestros en todos los estados de la República.

Menciona que en el yoga existe una práctica que le llaman karma yoga, que se trata de hacer lo que tú creas que es correcto sin esperar algún pago. Lleva esta enseñanza a las cárceles "por el reto de poder transmitir esta información a estas personas, y si yo creo que puedo darles algo de paz pues yo podría ayudarle a cualquier persona."

Fue así como trabajó en el proyecto de una maestra, que llevaba el nombre de "Parinama" o el yoga de la transformación, donde tenía a cargo a grupos de 20 personas, a veces 30. Comentó que todos mostraban mucha disposición, incluso tomaban apuntes de las clases. 

Su siguiente proyecto es llevar el karma yoga hacia las empresas; "aunque es un contexto diferente, sin embargo se parece en algo a la cárcel. Es un trabajo también donde no puedes hacer lo que tú quieras, tienes que estar dentro de un cubículo, hay estrés, bullying y muchos problemas. Yo elegí no trabajar en una empresa para dar clases de yoga, y ahora que ya tengo algo que decir me gustaría ir a esas empresas y poder apoyarlos," demostrando su talento y experiencia por medio de su filosofía de vida.

"Siento que tengo un don para dar clases; entonces cuando lo tienes es difícil no hacerle caso, porque tu alma está feliz haciendo eso"

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