Origen del nombre

El nombre de tejocote lo adquirió debido a al Fray Bernardino de Sahagún al castellanizarlo. Además, el tronco de los árboles que producen este fruto es duro y resistente al agua, y con ellos se solían fabricar instrumentos de labranza.

Costumbres

En la antigüedad para los agricultores el árbol del tejocote significaba una cosecha beneficiosa a partir del mes de agosto, cuando de él brotaban frutas pequeñas, redondas de color amarillo con puntos café, con un característico sabor ácido, el cual empezó a tener gran demanda en el mes de noviembre para la fabricación de dulces típicos empleados para las ofrendas.

Usos

Con el paso del tiempo, las abuelas le encontraron otro uso; fabricar mermeladas y ates, los cuales podían durar varios meses en conserva, esto lo consumían para aumentar las defensas ante la inclemencia del frío. De igual forma, con la llegada de las posadas, las familias solían guardar las ollas de barro tras sufrir alguna rajadura para la creación de las piñatas, las cuales eran rellenadas con cañas de azúcar, naranjas, colación, dulces de cáscara, jícamas, y por supuesto, tejocotes.

Hoy en día

En pleno siglo XXI, la producción de tejocote es vasta; sin embargo, el consumo por parte de la población cada vez es menor, inclusive con sus bajos costos; entre finales de noviembre y principios de diciembre el kilo ronda los 22 pesos. Los tejocotes ya no son bienvenidos en las piñatas. El municipio de Calpan, Puebla, aporta unas 20 mil toneladas.

Este fruto es muy noble y se aprovecha todo, desde la raíz hasta la fruta, ya que se consume en fresco como centro de mesa, para las piñatas y aguinaldos; asimismo se transforma en ates, mermeladas y conservas.

En las diferentes industrias se extrae la pectina del tejocote, que sirve para fabricar jugos; además la raíz y la flor se usan en la industria naturista como medicina natural, de ahí que tienen mucha demanda.