Contra el acoso callejero en Puebla, una batalla en solitario

Mujeres de distintas edades y condiciones, se han enfrentado al acoso con la frustración de no poder defenderse como desearían

En Puebla es necesario tipificar el acoso callejero para que quienes incurran en este tipo de conductas tengan una sanción; sin embargo, se deben establecer los parámetros para aplicar las penas, pues no todos los casos pueden castigarse de forma grave, aunque se debe poner énfasis en los que atentan contra la dignidad de una mujer.

En un sondeo realizado por El Popular, diario imparcial de Puebla, mujeres entrevistadas coincidieron en que los actos más recurrentes y a la vez menos graves, son los chiflidos y algunos comentarios relativos a la belleza; no obstante, también les han dicho palabras obscenas, han sido víctimas de tocamientos y otros actos con connotación sexual.

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A sus 28 años de edad, Paola Ramírez estaba embarazada, viajaba en transporte público y percibió cómo un señor la miraba a un lado de su asiento. Cuando solicitó la parada, se acercó, le tocó y pellizcó los senos antes de bajar corriendo del autobús.

"A la hora que bajó, me agarró, me pellizcó, sentí horrible y después ya no quería usar esa blusa porque pensaba que era por usar una blusa con la que se me notaba más el pecho por el embarazo. Me sentí mal conmigo misma", declaró la víctima.

En el caso de Norma Rosas, teme decirle algo a quien le hace un piropo, aun cuando es obsceno, porque no sabe cómo va a reaccionar la persona. Ha visto casos en los que corretean a las mujeres si contestan.

La experiencia más difícil que recuerda es la referente a un par de "tipos" que se masturban mientras las mujeres, sin importar la edad o el físico, hacen ejercicio, a veces hasta toman video mientras ellas corren.

"Es una falta de respeto, cómo puedes castigar a otras personas, como a los ambulantes y no a una persona que te está tratando con groserías y está haciendo esas porquerías", dijo.

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Algunas mujeres como Adriana Cerón están indignadas por la falta de apoyo cuando una mujer es acosada. Refiere que hace poco, cuando iba en el transporte público, había una joven de pie y un joven iba junto a ella, le decía algo al oído y ella lloraba diciendo "ya déjame".

Así se pasó gran parte del camino, hasta que una señora le preguntó si estaba bien o necesitaba ayuda, ella confesó que él la iba siguiendo desde que caminaba por la calle para tomar el camión, entonces todos empezaron a gritarle y se bajó corriendo.

Por la incomodidad que representaba para Elvira González el hecho de que le chiflara un grupo amplio de albañiles que remodelaban un edificio a unas calles de su trabajo, tuvo que tomar el camino más largo para llegar al lugar donde labora, al menos hasta que concluyó la obra.

"A veces cuando estoy muy enojada les pinto dedo (les hace una señal obscena), si ya se están pasando, se las regreso; sé que no es la manera pero también por otra parte, si no haces nada lo siguen haciendo. En ese caso pues no les quise gritar a todos porque me podían contestar peor, pero a mí me choca que hagan eso", aseveró.

Carolina Sánchez considera que esas formas de referirse a las mujeres representan los primeros focos rojos de la violencia contra la mujer y que es una situación "sumamente humillante" así como el hecho de no poder usar una vestimenta ni contestarles porque "puede salir peor".

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El Instituto Poblano de las Mujeres (IPM) realizará acciones para alertar a la sociedad sobre los efectos del acoso callejero, una situación que trasgrede el derecho a la libre circulación de las mujeres, señaló Claudia Gray Verboonen, coordinadora especializada para Prevenir la Violencia contra las Mujeres y las Niñas del organismo.

"Estaremos trabajando para provocar una conciencia colectiva en relación a este problema, lo que buscamos es alertar sobre los efectos del acoso callejero en la vida de las mujeres. La imposibilidad de circular con libertad y seguridad, la agresión sexual de la verbalización de pseudocumplidos y sensación de estar en riesgo permanentemente, hacen que las mujeres cambien sus rutinas, sus caminos e incluso le impidan la realización de actividades en ciertos lugares a ciertas horas", afirmó.

Para el IPM el acoso callejero, que se manifiesta a través de silbidos, piropos, masturbación pública o seguimientos, son expresiones de violencia de género que deben atenderse, como otras que ya están institucionalizadas.

La funcionaria refirió que a partir de la solicitud de la Alerta de Violencia de Género, el gobierno del estado ha implementado políticas públicas para la protección de las mujeres, no sólo para prevenir, sancionar y erradicar el feminicidio, sino para que todas vivan en un ambiente de equidad y se proteja su integridad.

El acoso callejero no está considerado dentro de los servicios de atención que da el Instituto Poblano de las Mujeres; sin embargo, organizaciones sociales, como Justicia Ciudadana atienden los asuntos para la mediación, en caso de ser una situación reiterada, así como la asesoría jurídica y psicológica, además del acompañamiento jurídico en caso de proceder de forma penal.

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