Avejentados, los liderazgos en el PRI de Puebla

Rumbo al 2024 el PRI en el estado no cuenta con un liderazgo joven, además desde el morenovallismo no destacan como oposición

Después de perder la gubernatura en cuatro procesos electorales consecutivos en la última década, el PRI inició su camino al 2024 —que pasará primero por la intermedia del 2021— con liderazgos avejentados, que no cohesionan a sus bases y sin destacar como oposición.

Luego de que en 2010 el tricolor perdió el poder, de manera paulatina pasó de segunda a tercera fuerza política en la última contienda electoral, por la preferencia de los electores que apoyaron en las urnas a Morena y al PAN.

En las elecciones de 2018, el PRI regresó a niveles de votación de 1980, cuando Guillermo Jiménez Morales superó el umbral del medio millón de votos.

En 2019, apenas unos meses atrás, los priistas tocaron fondo con su candidato Alberto Jiménez Merino, quien pasó a la historia como el candidato con el peor resultado en los últimos 39 años.

Xitlálic Ceja, exsecretaria general, asegura que es momento de la renovación y que sí hay cuadros jóvenes, valiosos, con potencial de triunfo, para recuperar posiciones en 2021 y apuntar de regreso a la gubernatura tres años más tarde.

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Afirma que con buen trabajo interno y postulaciones correctas, su partido posee la oportunidad de volver a los espacios de poder.

Sin embargo, dice, la apuesta pasa por la desilusión de la sociedad ante los resultados de los gobiernos de Morena, y no necesariamente en el surgimiento de nuevos cuadros que además sean aceptados por los electores.

Hoy los ciudadanos están desilusionados en su mayoría; no dan gusto los errores y las fallas del gobierno actual, pero esto sí está logrando contrastar que el PRI es un partido que sí postula gente con experiencia y que puede gobernar,” dice.

¿Es posible convencer con ese mensaje, cuando en el PRI sólo aparecen liderazgos viejos? –se le pregunta.

— Es momento de las nuevas generaciones. Es momento de que la generación que hoy ostenta el poder en mi partido, pues ya les dé oportunidad a quienes tenemos muchas ganas de participar, de aportar –responde la priista.

Incluso Ceja asegura que hubo priistas que generaron mucho daño a la imagen partidista, sin mencionar nombres, y que las malas prácticas de esos personajes en el pasado terminaron por pasar factura.

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Reciclaje de aspirantes

En el panorama del PRI comienzan a surgir nombres de potenciales aspirantes a la presidencia municipal de Puebla, pero se trata de los mismos perfiles que desde el ascenso del morenovallismo fracasaron en sus campañas y hoy insisten en competir.

Destacan la exalcaldesa de Puebla Blanca Alcalá Ruiz, que perdió la gubernatura en 2016 ante Antonio Gali Fayad en medio de una crisis interna, con señalamientos de traiciones por parte de miembros de su equipo.

Otro más es el también otrora edil de la capital Enrique Doger Guerrero, quien en 2018 quedó en tercer lugar de la contienda por la gubernatura, al obtener apenas 18.3 por ciento de los votos emitidos.

Víctor Manuel Giorgana, dos veces aspirante e igual número de ocasiones marginado de la postulación, igualmente aparece como alternativa dentro del tricolor para tratar de quitarle el poder a Morena en la ciudad de Puebla.

Aunque no hay una posición pública sobre interés en participar, al interior del priismo igualmente mencionan como opciones emergentes a Rocío García Olmedo, Silvia Tanús Osorio y Javier Casique Zárate.

Blanca Alcalá y Enrique Doger no descartaron contender en 2021, pero ambos consideraron que no son los tiempos para presentar proyectos personales.

Sin embargo, son las mismas figuras políticas que ya ocuparon posiciones de poder sin que existan prospectos que rejuvenezcan a su partido.

Por ejemplo, Alcalá Ruiz fungió como titular de la Secretaría de Finanzas en la última parte del gobierno de Manuel Bartlett; después fue diputada local y posteriormente presidenta municipal y senadora.

En tanto, Doger Guerrero pasó por la rectoría de la BUAP, la alcaldía de Puebla, así como una diputación local y una más de tipo federal. Intentó obtener la candidatura a gobernador en 2010, pero perdió la postulación con Javier López Zavala; pero en 2018, ya sin la oposición del marinismo, la consiguió.

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En caída libre

En 2010, con la derrota de Javier López Zavala, el PRI va en caída libre, sin que exista un liderazgo que logre estabilidad política para su partido y, eventualmente, la recuperación de espacios reales de poder político.

En un análisis exclusivamente de los resultados de las elecciones de gobernador en Puebla, la fuerza de los priistas quedó lastimada en 2019, cuando su candidato Alberto Jiménez Merino apenas superó un cuarto de millón de sufragios.

Desde 2004, con Mario Marín Torres como abanderado hasta la fecha, el PRI perdió 603 mil 171 votos.

El exmandatario, a quien denominaron el góber precioso, fue el último de los tricolores que mostró un incremento en la votación de los aspirantes de su instituto partidista, ya que superó por 125 mil 596 sufragios a Melquiades Morales Flores.

Posterior a Marín Torres, López Zavala, así como Blanca Alcalá Ruiz, Enrique Doger y Alberto Jiménez contribuyeron a la pérdida de respaldo de los ciudadanos.

Exgobernadores como Mariano Piña Olaya y Manuel Bartlett Díaz ─este último en su momento con militancia priista─ obtuvieron más votos en sus elecciones que los últimos candidatos de este partido.

En la elección de 2018 los priistas consiguieron el triunfo en 79 municipios, sólo dos de ellos de relevancia: Zacatlán y Xicotepec de Juárez.

Las demás demarcaciones que ganaron son de menos de 50 mil habitantes, cuyo impacto en términos políticos es reducido.

A diferencia del panorama municipal, el PRI en el Congreso del Estado también perdió presencia y fuerza. Antes de la derrota de 2010 contaban con la mayoría, incluso en la primera Legislatura que convivió con el gobierno de Rafael Moreno Valle existió un equilibrio de fuerzas políticas.

Para 2014 y después en 2018, los tricolores quedaron reducidos a una tercera fuerza, que se exhibe en las votaciones de la asamblea local.

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Simulación partidista

Durante el morenovallismo, el PRI pasó de partido de oposición a fungir como una organización de “acompañamiento”, ya que en el Congreso local más de 80 por ciento de las iniciativas enviadas por el Ejecutivo fueron respaldadas por los priistas.

Los líderes legislativos del tricolor que coordinaron estas acciones de respaldo al mandatario del PAN fueron José Luis Márquez Martínez y Édgar Salomón Escorza.

Mientras que desde el Comité Directivo Estatal de ese partido político, Fernando Morales Martínez, hijo del exgobernador Melquiades Morales Flores, ejerció el cargo de dirigente con una dinámica de apoyo a favor del morenovallismo.

Después de su labor al frente del instituto, ingresó como colaborador del gobierno panista de Antonio Gali Fayad y más tarde pasó a las filas de Movimiento Ciudadano, por recomendación de Rafael Moreno Valle al dirigente de facto de esa organización, Dante Delgado Rannauro.

Actualmente el PRI, con Lorenzo Rivera Sosa como presidente, sigue sin ejercer el rol de oposición crítica frente al gobierno de Miguel Barbosa Huerta.

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