Oriental, la promesa incumplida de priístas y panistas

El complejo militar no ha representado un beneficio para la población de Oriental, pese a los millones que se han destinado a su instalación.

La Célula, primero, y la Fábrica Militar, posteriormente, se convirtieron en promesas de prosperidad y desarrollo para los habitantes de Oriental, sin que ninguna, por el momento, ofrezca resultados tangibles.

En el 2010, al final del sexenio del priista Mario Marín Torres, después de un caótico proceso de construcción, envuelto en señalamientos de corrupción desde la adquisición de los predios y la licitación de la obra, se presentó el proyecto, que pasó de aduana a puerto seco y “elefante blanco”.

No obstante, el mandatario en su momento aseguró a los pobladores de ese sitio que la instalación de su obra generaría empleo, crecimiento económico reflejado en apertura de comercios, diversificación de las actividades, no sólo rurales, sino ahora de los sectores de servicios e industriales.

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La Célula fracasó y con ella la esperanza de la gente de Oriental. Ni abrieron más establecimientos y las familias mantuvieron la dependencia de sus ingresos al campo o, en el mejor de los casos, a las pequeñas tienditas de abarrotes, misceláneas o fondas.


Entre 2017 y 2018 otro gobernador, Antonio Gali Fayad, logró resucitar la obra del marinismo al entregárselo al Ejército para la instalación de la Fábrica Militar.

A diferencia del priista, el mandatario emanado del PAN sí pudo concretar esa acción y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) lleva más de un año en el sitio, con proyectos de expansión tanto de la industria armamentista como de la unidad residencial que edifican para sus elementos.

Sin embargo, pese a que el movimiento en la cabecera municipal incrementó, con el tránsito de vehículos militares, la promesa de una mejora económica aún no se cristaliza.

La vida cotidiana mantiene a los integrantes del Ejército en la zona norte de la localidad, y a la población entre el centro y el sur.

No hay restricción para circular por una de las vías de acceso a la fábrica y unidad habitacional, pero quienes lo hacen pasan de largo, sólo con rumbo a sus campos de cultivo, o porque radican en el pequeño poblado de El Fuerte de la Unión.

El panorama es el mismo de dos años atrás: fondas pequeñas que apenas reciben a comensales locales, o esporádicamente a los de paso que circulan por la Carretera Federal Libres-El Carmen. Pasa lo mismo con el resto de los establecimientos, mermados por las complicaciones económicas.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador informó en 2019 su respaldo para que continúe el crecimiento de las instalaciones de la Sedena en este municipio poblano, sin que clarifique si esto tendrá un efecto positivo para la sociedad.

Sin beneficios

Para los pobladores no hay nada de qué alegrarse por la llegada del Ejército a Oriental, aunque esperan que los beneficios se vean a mediano o largo plazo.

Tomás López vive a un par de calles de la Telesecundaria Carlos Pellicer, prácticamente en la periferia de la comunidad, y explica que como poblador no ha visto que la presencia de la Sedena trajera prosperidad.

“No vamos a decir que no benefició, porque la verdad es que en algo cambió por aquí, pero la gente sigue estando pobre, no tenemos más que nuestra parcela, un terrenito para vivir del campo ahí pobremente, y ya nada más,” dice este vecino de Oriental.

“Sí hay progreso, pero para los militares que viven frente a la fábrica que pusieron, porque para los demás no, al menos no se ve que haya beneficiado en algo; beneficios no hay aquí, vea cómo estamos,” menciona Tomás.

Rocío, quien atiende una fonda cerca del crucero rumbo a El Carmen, afirma que ocasionalmente un par de soldados entran a comer, aunque advierte que no representa diferencia para sus ingresos.

Incluso asegura que debido a la construcción de viviendas adonde los militares llevan a sus familias, y en donde desayunan, comen y cenan, propicia que no exista una derrama económica, como se prometió.

“No me voy a quejar porque sí entra gente a consumir, muchos de los que andan de paso que van para El Carmen o para El Seco, o los que van rumbo a Libres y Huamantla, toda esa zona; pero que venda más porque están los soldados, no,” menciona.

“No sé si haya tiendas o comercios dentro de las casas que construyeron para los soldados, pero puede ser que sí, porque no se les ve mucho; que vengan y entren a las tienditas, no, tampoco,” insiste.

Pese al panorama, tanto Tomás como Rocío creen que puede ser cuestión de tiempo que la presencia de las fuerzas armadas los beneficie directamente. No saben cómo pueda ocurrir eso, pero anhelan la oportunidad.

 

Esperan seguridad

Con la presencia de los soldados, dicen los pobladores, al menos creen que cuentan con mayor seguridad.

En diferentes momentos del día ven circular vehículos, algunos de carga y otros de traslado de personal militar, pero esa dinámica, por lo menos, es lo que creen puede considerarse como lo bueno que trajo la fábrica.

Martha Juárez, propietaria de una miscelánea, afirma que antes incluso de la construcción de La Célula, entre 2008 y 2010, Oriental no se caracterizaba por ser un municipio con alta incidencia delictiva.

Como todos, ve difícil que cambie esa condición, porque sostiene que los soldados ahuyentan a los delincuentes, así sea del fuero común como robo a casa-habitación; robo a transporte de pasajeros o de carga.

“Nos gusta pensar que eso sí nos trajeron los soldados, la seguridad,” comenta.

“Aunque ellos en lo suyo, allá en sus instalaciones, no vienen a cuidar, están allá; pero pues yo sí creo que en algo ayudan para que no haya delincuencia,” refiere.


 

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