BREGANDO

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Redacción


Enero 29, 2013
La ignorancia provoca felicidad Jaime Oaxaca La ignorancia provoca felicidad La dehesa de Julián Hamdan se une a las ganaderías que han enviado toros descastados a la actual temporada que se realiza en la monumental plaza de toros México. Esta décimo quinta también tuvo su ración de sosería, descaste, mansedumbre, debilidad, hasta su escasez de trapío. Lo del trapío cada vez importa menos. Ya el público no protesta, como que se va adaptando poco a poco al nuevo, digámosle, toro de la plaza México, que no es otra cosa que un medio toro. Quizá el hato chafiqueño haya tenido la edad reglamentaria pero le faltó presencia de toro, de esa que debieran tener las reses que se lidian en la plaza más grande del mundo. Por lo menos a cuatro de los siete lidiados no los pitaron de salida por la ignorancia del público. Ignorancia taurina e ignorancia de que pueden exigir. Los toros cariavacados con poquito morrillo no son características propias de un toro con trapío y eso predominó. Pero la gente cada vez traga más no porque sea más benévola sino que aprecia poco, su ignorancia sobre el tema taurino es bien aprovechado por los ganaderos, toreros y empresa quienes junto con el juez de plaza aprueban todo. La fiesta de los toros es el reflejo de lo que pasa en la sociedad. La gran ignorancia del pueblo mexicano, en muchos casos analfabetismo, provoca que el gobierno abuse de sus gobernados, que le sigan dorando la píldora con rollos repetitivos. Igual pasa en los toros: no existe la educación taurina. La mayoría de los medios de comunicación -chicos medianos y grandes- cada vez confunden a su clientela, justifican lo malo o se lo callan, pintándole a sus seguidores un mundo ficticio, con la malsana intención que cuando vayan a la plaza de toros no sepan exigir y se conformen con lo que le ofrecen. Uno de esos ejemplos sucedió durante toda la semana anterior con las loas y quema de incienso al famoso Juli y las faenas realizadas. El 99 por ciento únicamente destacó el valor, la maestría, el poderío y otras cualidades. No obstante casi nadie mencionó lo descastados que fueron sus toretes, tan lo eran que en la televisión puede apreciarse que cuando el español se para cerca del toro, éste en lugar de herirlo con los cuernos se concreta a darle un hocicazo. Quizá un buey de arado hubiera tenido más casta y habría herido al irreverente, pero el inocente animalito de la dehesa de Fernando de la Mora no sabía para qué era su cornamenta. Una prensa objetiva, que trata de orientar a su clientela, tiene la obligación de explicar porque el toro no hirió al torero a pesar de tenerlo a una distancia tan corta. Total, el tema es la ignorancia y la necedad de sembrarla en lectores, oyentes y televidentes, como preparándolo para la desaparición de la bravura. La suerte de varas es un factor fundamental en la comprobación de la bravura. De varias temporadas a la fecha, la mayoría de las ovaciones a los varilargueros han sido por puyazos leves. Dicho de otra forma: se aplaude por no picar. La gente no lo hará con mala intención, sabe que los toros débiles apenas si aguantan un piquetito por eso agradece que no los dejen inutilizados. Su ignorancia le impide saber que tiene derecho a exigir toros fuertes y no blandengues. Pero nadie se lo quiere decir, quizá porque la ignorancia provoca felicidad.
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