Jaime Oaxaca Gateamos y estamos felices “El toro Gateaba”, declaró el diestro español Alejandro Talavante en un programa televisivo. En México, desde siempre, se ha usado la palabra ¡gata!, como sinónimo de las personas, generalmente mujeres, que ayudan o se hacen cargo del trabajo doméstico. Nunca ha sido un término despectivo, aunque no faltará el pelafustán que lo diga peyorativamente, realmente ha sido el ingenio popular el origen de la denominación. El arranque de la designación se debe a que, generalmente, la habitación de las trabajadoras domésticas está -o estaba- ubicado en la azotea, lugar donde suelen merodear los gatos. Ya como verbo, el uso también se debe a que algunos “cazadores” iban a ligar o a buscar romance con chicas del servicio doméstico en donde varias de éstas se juntaban, ya fueran parques, salones de baile. Entonces decía que iban a gatear. Los torerillos generalmente se refieren a las trabajadoras domésticas como sus manolas, sólo hay que echarle una mirada a El Zopilote Mojado, libro de Jorge López Antúnez, desde luego este tratado no es el único. Sin embargo, el oriundo de Badajoz cuando le ponen el micrófono para platicar su faena al cariavacado y débil "Hachiko" de la dehesa de Julian Hamdan, no pudiendo expresar lo inofensivo que era la res en cuestión, dice que la faena fue "como si el toro estuviera gateando". Cabe agregar que Talavante le cortó las dos orejas concedidas por el juez Gilberto Ruiz Torres Vaya expresión: ¡gatear! Una aportación a la jerga taurina. La palabra es para pensarse, deberá tener varias acepciones, tantas como ideas de todos los que vimos en la televisión aquella declaración. Recordado la faena a ese animal de Hamdan del pasado 27 de enero durante la corrida número 15, recuerdo que el arrogante toro bravo, como todo el encierro, no tenía arrogancia, le faltó trapío, al carecer de fuerza anduvo blandeando y la bravura y peligro que debe transmitir el toro al embestir, tampoco existió, de tal forma que dio la impresión que Alejandro Talavante jugaba al toro, haciéndole todo lo que quiso a "Hachiko". Con dichas premisas podría pensarse que Talavante quiso decir que el toro tenía la inocencia de un bebé porque era un párvulo inocuo. Imposible que alguien dude de la capacidad taurina de Alejandro, diestro que en diciembre cumplirá 26 años de edad y siete de alternativa en junio. Aún recuerdo aquel larguísimo quite por gaoneras en 2007, la temporada de su confirmación en La México, además de las buenas tardes que ha dado en dicho coso. Pero al igual que sus paisanos, cuando llegan en plan de figuras, sólo quieren toros descastados, que jueguen... que sólo gateen. Alejandro Talavante podría hacerse el amo de la plaza México y de todas las del país. Es visible su dominio de los toros, su valor y forma de improvisar, acabaría con el cuadro si alguna vez se animara a romper ese acuerdo tácito que parecen tener todas las figuras extranjeras de lidiar casi siempre toros descastados. Por eso el brindis que le hizo Talavante a su apoderado en la última corrida de La México, mucha gente lo interpretó como: "mira, gateamos y están felices". |
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