Dan último adiós a víctimas de explosión

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Redacción


Marzo 19, 2013
El número de fallecidos llega a 17; la celebración litúrgica fue oficiada por el obispo de Tlaxcala, Francisco Moreno Barrón  Gustavo HERRERA  Nativitas.- Eran las once de la mañana cuando el repicar de campanas de la iglesia de Nativitas anunciaba la salida de los féretros de los domicilios de los deudos para acudir en procesión a la misa de cuerpo presente. Uno a uno salían a la calle. Muchos de ellos, vecinos que sólo los dividía una pared de adobe, pero los unía la pena de perder a un ser querido, producto de la explosión registrada en Jesús Tepeactepec por artefactos pirotécnicos. La calle principal, desierta y fría fue llenándose de flores, coronas y lágrimas. Llanto era el camino del último adiós por las avenidas de la localidad. A su paso, cruces de madera y flores mostraban la presencia de la comunidad, estuvieron con ellos en estos dolorosos momentos. El trayecto de los ataúdes a hombro, fue corto. Acompañados con música de viento que a las notas de Amor eterno y encabezados por la imagen de Jesusito de los Tres caminos recorrieron el triste trayecto. A las 12 horas, la venerada imagen entró al recinto. Fue recibida con aplausos. Le esperaban seis féretros, después llegaron siete mas, tres de ellos de color blanco. El obispo de la entidad, Francisco Moreno Barrón hizo su arribo flanqueado por policías municipales, a quienes pidió dejaran de cuidarlo. Enfundando en túnica negra, se colocó los hábitos y tomó su cetro. Los fieles se conglomeraron en la puerta principal. Todos querían ingresar y estar con sus seres queridos. Tras unas palabras para guardar la compostura se ubicaron a un costado, en un manteado dispuesto por el gobierno municipal. A las 12:30 horas inició la liturgia. Estuvo presente el gobernador Mariano González Zarur, y personal de su gabinete. Durante la misa, se dio a conocer el fallecimiento de una persona más. Un menor de edad que vio truncada su vida por este lamentable accidente. El niño se convirtió en la víctima mortal número 17. Entre aplausos fueron nombradas las trece personas fallecidas que se encontraban de cuerpo presente, las otras tres personas que restaban pertenecían a otras localidades. Moreno Barrón pidió a las familias conservar la fe y rezar porque las familias tengan la fuerza suficiente para superar esta pérdida. “Dios se nos manifiesta en situaciones de tristeza y alegría. Esta desgracia es sólo una prueba, el señor me dio, el señor me lo quitó”, fueron las palabras que se mencionaron frente a todos los presentes. Agregó “Hay que abrir nuestro corazón a los familiares de las personas que han fallecido. Hay que hacer una carta de cómo van a recordarlos”, enfatizó. Además, hizo un llamado a la conciencia del pueblo tlaxcalteca exhortándolos a garantizar la correcta utilización del material explosivo y pidió que no se deje el manejo a la improvisación Las bandejas con la limosna circulaban entre los presentes, pocas monedas y más aun billetes. Llegó el turno del secretario de la Función Pública, Hugo Temoltzin Carreto, quien depositó un billete de 50 pesos ante la mirada atónita de quien llevaba la charola. El comentario a media voz no se hizo esperar, “es un agarrado”, comentó una señora ataviada con abrigo negro. Algunos funcionarios llegaron tarde: Raymundo Vega y Crespo y Héctor Parker Vázquez, de la Coordinación de Relaciones Públicas del Gobierno de Tlaxcala y Coordinación de Radio, Cine y Televisión (Coracyt) respectivamente. Pidieron acceso a la zona principal para llegar al lugar destinado a los funcionarios locales, después de la intervención de sus subordinados pudieron ingresar. Llegó el momento de la eucaristía, la gran concentración de gente ocasionó que acudiera el obispo y los sacerdotes a brindar la comunión, no se daban abasto, pero se cumplió con la encomienda de llegar a todos los lugares del recinto apoyados por diversas congregaciones religiosas. Alrededor de las 14 horas, ofrecieron la última oración. Después llegó la bendición de féretros. Uno a uno recibieron las gotas del vital líquido. El jerarca precisó que lo recaudado en las limosnas será destinado para las familias más pobres de los heridos. Instruyó al padre de la localidad para celebrar a cada familia una misa sin pedir ningún tipo de remuneración u ofrenda. Salieron los féretros del recinto encaminados la mayoría de ellos al camposanto donde se les dio cristiana sepultura. Otros ataúdes fueron llevados a las casas de los dolientes para realizar los servicios propios de cada familia. Los momentos más difíciles llegaron con la sepultura de cada uno de ellos. Las familias afectadas no resistieron el dolor. Desmayos y llanto enmarcaron el último adiós de los fallecidos.
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