BREGANDO

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Redacción


Enero 07, 2014
Jaime OAXACA Hace una semana los aficionados a los toros fueron ilusionados a la plaza México porque estaba anunciada la ganadería de De Haro, reses que tienen trapío y bravura. Para la corrida 12, la del domingo pasado, los que le entienden un poquito a este asunto, sabían que Carranco, la ganadería anunciada, iba a salir descastada, débil y sin trapío. Desafortunadamente todo se cumplió. Carranco tiene varios años de mandar astados con esas características al coso capitalino. No se entiende cómo puede programar la empresa de La México ese hierro si el ganado potosino, propiedad de la señora Laura Herbert De Villasante, ha de mostrado que no sirve para la lidia. La tauromaquia requiere toros bravos. Carranco, ni manda toros (el encierro careció de trapío), ni tiene bravura. Intriga saber el motivo para que Carranco asista año con año a la plaza México. Es evidente que la causa no es taurina. Puede ser de amistad, de magníficas relaciones de doña Laura o de un precio bajísimo, casi regalado, de los encierros. Recuerdo el pasado 5 de febrero, mientras Christian Sánchez y Juan Ramón Saldaña cubrían el segundo tercio, El Zotoluco iba al burladero de matadores por los avíos para estoquear al cuarto de la noche. De pronto, del palco del empresario se desprendió a toda velocidad uno de los escoltas, recorrió el callejón con rumbo al matador para darle un recado. Qué tendría que decirle tan urgente al Zotoluco que no pudiera esperar a que terminara de estoquear a Villa Nueva un toro de Barralva que en el sorteo se llamaba Lorenzo. Supongo que únicamente algo relacionado con el brindis. Supongo también que el mensaje lo mandó el empresario. El Zotoluco le brindó a la ganadera Laura Herbert de De Villasante. Siempre me ha quedado la duda si el nombre Villa Nueva, tendría algo que ver con Villasante. Queda muy claro que, por lo menos, buena relación sí existe. Por cierto, el domingo estaba El Zotoluco en el callejón, muy cerca del palco empresarial y de ganaderos. Quizá haya sido coincidencia. Total, independientemente de las buenas relaciones o el motivo que sea, Carranco dio al traste con la corrida. Cuando el ganado no transmite el peligro propio de los toros de lidia, cuando los toros son descastados y débiles, no hay emoción. Si la semana anterior el encierro de De Haro peleó en los caballos dando paso a la auténtica ejecución de la suerte de varas, ahora ésta brilló por su ausencia, apenas unos piquetitos, como actualmente se dice: sólo se señalaron los puyazos. Los toreros sufrieron, estaban más afligidos de que los astados no se cayeran que cuidarse de los propios toros. El clímax de la debilidad sucedió durante la lidia de muleta del quinto, Payaso se echó en los medios plácidamente, como recordando la Navidad y los bueyes del nacimiento. El público, lógico, se aburrió porque la dehesa fundada en 1962, que lidia con los colores rojo, plata y oro pegó un sonoro petardo. Ahora en las redes sociales se repite entre los taurinos una frase: Carranco, una ganadería antitaurina.

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